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lunes, 21 de diciembre de 2020

Feliz 2021 desde Granada Republicana UCAR

 
* Postal diseñada por Loïc J. Molinete, en base a una fotografía original de Sonia Montes.


martes, 8 de diciembre de 2020

Así no, estimados representantes

Laura Rodríguez Mejías (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

08/12/2020

Cuando me ofrecieron que escribiera este artículo, lo primero que pensé es que no sería capaz de hacerlo, que no estoy centrada en estos momentos, que las ideas que rondan mi cabeza son dispersas, y que lo que escribiera no iba a conseguir expresar lo que estaba tratando de contar.

Es que, en resumen, lo que quiero decir es que todo sigue igual, aunque nada es lo mismo. No es lo mismo porque todos tenemos más presente la amenaza de una enfermedad o, incluso, la posibilidad de perder a un ser querido o ser nosotros mismos quienes podemos morir en cualquier momento. No es que antes no lo tuviéramos presente, pero tal vez, no con tanta intensidad.

Y no es lo mismo porque nos han limitado el derecho de libre circulación en pro de la salud de todos, con lo que ello conlleva. Pero, en cambio, todo sigue igual porque la evidencia ante esta situación distinta y urgente, hace que, en general, los ciudadanos volvamos a concluir que, desde las distintas instancias políticas, las cosas no se están haciendo lo bien que se debieran, por decirlo de un modo “suave”.

Distinta normativa (reales decretos, resoluciones, órdenes…) ha venido a regular en los últimos meses el estado de alarma, y principalmente, la limitación de movimiento de la población, qué actividades pueden seguir prestando sus servicios al público por ser “esenciales” y cuáles tienen que cerrar por no serlo, etc., y con ello muchas cuestiones colaterales, que serán brevemente expuestas. Pero quiero dejar claro que quien suscribe nada tiene que objetar al respecto, ya que no soy experta en salud pública y quiero pensar que nuestros representantes están debidamente asesorados por las personas que entienden a estos niveles del alcance y las actuaciones que deben seguirse para frenar o parar esta pandemia.  En cambio, sí voy a opinar sobre algunos aspectos jurídicos de la norma, sin entrar en muchos detalles, ya que el principal de cualquier norma es la finalidad por la que se aprueba la misma. Y en este caso, la finalidad no es otra que el mantenimiento de la salud pública, con el objetivo de frenar la expansión del COVID-19, así como impedir el colapso del sistema sanitario, de modo que pueda prestarse una atención sanitaria adecuada a la población.

Así las cosas, me niego a aceptar que las fuerzas encargadas de velar por el orden público irrumpan en un autobús de línea de un municipio, en el horario en que muchísimas mujeres de la comarca se desplazan a la capital a trabajar en tareas de limpieza, “a echar horas en casas” para entendernos todos. La norma sí que permite los desplazamientos por motivos laborales y profesionales, pero estas mujeres, como todos conocemos, difícilmente están dadas de alta en la Seguridad Social, y no por ello no van efectivamente a trabajar. La finalidad de la norma es preservar la salud pública, permitiendo los desplazamientos por motivos de trabajo, pero estas señoras no tienen un “papel” que lo acredite, porque al no estar dadas de alta, nadie va a firmarles un justificante. La norma no persigue el fraude a la Seguridad Social, persigue que no existan desplazamientos que no sean por motivos laborales, al objeto de incidir en la población para que permanezca en casa y no tenga contactos evitables con otras personas. Y la conclusión se salda con la mayoría absoluta de las usuarias del autobús multadas, con el comentario casi unánime de “y si me embargan, qué me van a quitar”, pero con el susto en el cuerpo, y un “a ver qué pasa”.

Tampoco se ha considerado por nuestros representantes, a la hora del confinamiento por términos municipales, que no todos los municipios son iguales ni tienen los mismos servicios, consiguiendo el efecto contrario a la norma en gran cantidad de ellos. Es decir, si lo que se pretende evitar es la acumulación de la población en un espacio pequeño y cerrado, ya me contarás cómo se hace en un municipio en el que hay 3 tiendas y un supermercado mediano. Pues nada, todos juntos de nuevo, y quien vaya a partir de las 11 horas ya no tiene productos frescos; al día siguiente que vaya más temprano o se bata en duelo con su vecino por una bandeja de hamburguesas para sus niños. Esto por no contar que, por ejemplo, la mayoría de productos para personas con intolerancia no se comercializan en estos establecimientos, así es que, o el progenitor de turno se la juega para adquirirlos fuera del término municipal, o a esperar mejores tiempos… Claro que también se puede hacer la compra por internet. Pero todo el mundo no tiene internet, y una tarjeta que le permita hacer dicha compra. Y es que aquello del principio de solidaridad entre todos los territorios que contiene el artículo 2 de la Constitución Española del 78, tampoco es una realidad hoy día, y ustedes lo saben bien, estimados representantes, no todos somos iguales ni tenemos los mismos servicios, aunque la bandera de España vuelva a colgarse en muchos balcones y ventanas del país…

Y cómo hacer que se comprenda por el legislador que la finalidad de los servicios sociales no es controlar que el NIE o el pasaporte de una persona esté en vigor. La finalidad de los servicios sociales es atender una necesidad vital en un supuesto de exclusión social y de falta de medios económicos para atender necesidades vitales. Pues claro que no tienen su documentación identificativa en vigor, si la tuvieran no tendrían tantas trabas, pero no le pongan ustedes más para que puedan acceder a derechos humanos; déjenle esa función a la policía de aduanas, pero no a los servicios sociales, por favor, no desnaturalicen sus funciones.

Que la Administración española, y quiénes estén al frente de ella al máximo nivel, no debieran ni siquiera insinuar que no hay un techo y una comida caliente para las personas sin hogar. Que no se puede consentir que se ejecute un desahucio a una familia, o a una persona, para que el inmueble pase a manos de un “fondo buitre” o de una entidad bancaria.

Que la finalidad de la norma es otra, y que su regulación de desarrollo no debe y, por tanto, no puede contener la tergiversación correspondiente y permanecer vigente hasta que alguien invierta parte de su vida y su dinero en que un tribunal la declare nula. Que hay que tener más decencia.

Que a usted le cierran su centro deportivo, que ha adoptado todas las medidas de higiene, ha suprimido clases colectivas, impide el acceso a personas respetando el aforo máximo para mantener las distancias, que consigue que gente mayor tenga una actividad y se mueva, y personas con dolencias crónicas hagan deporte para mejorar fortaleciendo y no tengan que acudir a centros hospitalarios, etc., etc. Pero no se preocupe, que usted puede comprar tabaco en los estancos (que es actividad esencial), que ya la cajetilla le indica que “fumar mata”.

Que la participación política en esta España nuestra, como cantaba Cecilia, a través de los partidos políticos, que son democráticos por definición, ha sido tan complicada para toda una generación, que muchísimos no han tenido ni la oportunidad de estrenarse y otros salieron “por peteneras” porque entendían que la sumisión hasta cierto grado era más propia de la vida monástica que de la participación política democrática. Y así se cubrieron cuotas como la de Juventud y Deportes, o Juventud y Mujer, en alguien joven, en principio hombres (a veces, no era tan joven ni había hecho deporte en su vida). Después, con la igualdad, se promocionó a la mujer, y de este modo “mataban dos pájaros de un tiro”, tirando de familiares, “hijas de” o parejas sentimentales, y lo digo con carácter general. Siempre hay excepciones y que nadie se dé por aludido/a. Pero, normalmente, a la “agraciada” para algún puesto, joven y mujer, entre que llegaba y se enteraba (y no voy a entrar en más detalles), se le habían pasado los cuatro años de legislatura o mandato, pasando a ser la “desgraciada”, porque de la noche a la mañana se veía de ser tratada de “Ilustrísima” a verse en el paro, siendo sustituida por una nueva mujer, joven y preparada. Y vuelta a empezar. A aquellos jóvenes, hombres y mujeres con principios, que se negaron a la ejecución de determinadas acciones, los aburrieron hasta la eternidad. Aquella generación, decían que la más preparada de la historia de España, difícilmente ha tocado puestos de decisión política. Y como siempre sucedió, a quien tuvo principios y supo decir que “no”, se le condenó al olvido tras pasar la travesía del desierto.

Por cierto, en la función pública sucede más o menos igual, a pesar de que la norma pretende que la estabilidad en el empleo conlleve que el funcionario cumpla la ley, por encima de cualquier otro mandato. Aquel empleado público que ose decir “no” a la elaboración de un informe en un sentido determinado o, incluso, se niegue a aceptar un puesto de libre designación, pasa un calvario, cruz y raya, y el correspondiente sambenito, y, con suerte, únicamente le destituyen del puesto que ocupaba, con la merma de las correspondientes retribuciones. En el peor de los casos, le abren un expediente disciplinario y le sancionan o le buscan una causa falsa para que se entretenga unos años en defenderse. Aunque después demuestre su inocencia, el daño ya estará hecho para siempre.

Y volviendo a la pandemia, casualidad o no, durante la misma hemos asistido a la huida del monarca emérito a otros lares, y a resoluciones del poder judicial sobre distintas causas con repercusión en España en el plano político, y no ha habido ninguna responsabilidad digna de mención. Todos absueltos. La responsabilidad no es de nadie, bueno sí, de la señora de la limpieza que va a echar horas a una casa, sin estar dada de alta…

(*) Laura Rodríguez Mejías, técnica de Administración General en el Ayuntamiento de la ciudad de los cármenes, fue presidenta del colectivo Granada Republicana UCAR (2013-2014).

http://www.elindependientedegranada.es/politica/asi-no-estimados-representantes


martes, 24 de noviembre de 2020

Sociología y taxi

Pedro Garrido Clares (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

24/11/2020

Dicen que la sociología es la ciencia social que se encarga del análisis científico de la sociedad humana o población regional. Estudia los fenómenos colectivos producidos por la actividad social de los seres humanos, dentro del contexto histórico-cultural en el que se encuentran inmersos.

La verdad es que yo no soy ningún científico, pero soy taxista. Cuando comencé a trabajar en este servicio público, no me imaginaba lo ligadas que iban a estar ambas dedicaciones.

Lo primero que aprendí al enfrentarme ante la vorágine del tráfico diario de una ciudad como Granada, es que toda la circulación funciona mejor con un solo ingrediente: SOLIDARIDAD. Cuando el conductor aparta el egoísmo y conduce pensando también en facilitar la tarea a los demás, todo comienza a fluir.

Empecé mi carrera profesional como conductor de taxi cuando más fuertes eran las consecuencias de la crisis económica mundial que comenzó en 2008. No tardé en darme cuenta de la importancia que la solidaridad tenía no solo en el tráfico. Un servicio que empezó a convertirse en habitual fue el de algún que otro abuelo que utilizaba el taxi para ir a recoger a sus nietos, a la salida de los colegios. Igualmente, los veía llevándolos a médicos o jugando con ellos en los parques.

Además, esa época fue una toma de contacto para mí con un actor tan importante en el funcionamiento de esta ciudad: el turismo. Me sorprendió enormemente que una pareja procedente del Líbano viniese precisamente a Granada para poder visitar, en Fuente Vaqueros, la casa natal del poeta Federico García Lorca. Así mismo me llamó la atención la reacción que tuvo un turista americano cuando le comenté que no existía ninguna tumba del poeta granadino, ya que sus restos nunca han sido encontrados.

Por otra parte, he visto cambios producidos por el turismo en la ciudad que me dejan sensaciones un poco encontradas. A lo largo de este tiempo he percibido, en sitios como el Albaicín, una transformación que no deja de alarmarme. Percibo cada vez menos carreras del vecino de toda la vida del barrio. Veo como muchos comercios se transforman para dejar de dar servicio a estos y enfocarse a los turistas. Llevé a una arquitecta a la cuesta del Chapiz que me comentó que más del 75% de las obras que había entonces en el barrio estaban relacionadas con el fenómeno de los apartamentos turísticos (con o sin permiso de actividad, según reconoció en voz baja).

Y es que el taxi, como dijeron una vez, es una “burbuja de intimidad” en el que alguna gente se desinhibe dialécticamente. Muchos trabajadores y trabajadoras, que llevo a comenzar sus jornadas a las zonas de influencia turística de la ciudad, aprovechan para comentarme cuáles son las condiciones en que las realizan. He llevado a una camarera de pisos que tenía que medicarse para poder soportar los dolores que acarreaba, debido al estresante minutaje por habitación que le exigía la subcontrata que le daba trabajo.

Después de escuchar este tipo de testimonios, me surge una reflexión que siempre me hago cuando alguien utiliza el tópico de que “este país vive del turismo”: ¿no será el turismo el que vive de este país?

Hablando de tópicos, son cientos los que envuelven al mundo del taxi. Para mí, no se limita a ser la manera de ganarme la vida. También me proporciona las herramientas para intentar comprender la sociedad en la que vivo. En este caso, a diferencia de lo que haría un sociólogo, será el lector el que tenga que sacar sus propias conclusiones.

(*) Pedro Garrido Clares es taxista y afiliado de la entidad ciudadana Granada Republicana UCAR.

http://www.elindependientedegranada.es/politica/sociologia-taxi


jueves, 12 de noviembre de 2020

En la partida de Arturo Lens Closas

Acabamos de saber que el maldito coronavirus nos ha arrebatado a nuestro apreciado afiliado Arturo Lens Closas (1937-2020), obrero metalúrgico jubilado y veterano militante socialista.

Damos el pésame a sus familiares y amistades, lamentando profundamente la partida del inolvidable republicano que nunca dejó de luchar por la libertad de España y por el progreso de la clase trabajadora.

Junta Directiva de la asociación Granada Republicana UCAR


miércoles, 28 de octubre de 2020

COVID-19: la sanidad española frente al espejo

Fernando Pleguezuelos Baca (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

28/10/2020

Entre las cuestiones básicas e irrenunciables para poder construir una sociedad republicana, el derecho a una prestación de servicios sanitarios gratuitos y universales se encuentra en un lugar preeminente por su alto sentido social, redistributivo y solidario. Por tanto, una gestión sanitaria sujeta a las leyes del mercado, donde prime el beneficio económico, tal como la que propone el sistema neoliberal, implica la discriminación efectiva de la inmensa mayoría de la ciudadanía, imposibilitando que la sanidad pueda cumplir la función social que se le presupone. 

La situación de crisis provocada por el COVID-19 nos ha puesto frente al espejo de la realidad, descubriendo grandes fallos en lo que se nos vendía como uno de los mejores sistemas sanitarios del planeta, tanto más evidentes en los subsistemas regionales más colonizados por conciertos y privatizaciones o dotados de sistemas de gestión público-privados. 

Se decía que esta pandemia no entendía de clases sociales, lo que es incierto tal como han demostrado estos últimos meses, ya que el virus ha afectado de forma más agresiva a las clases y a los estamentos más desprotegidos. De ahí la gran trascendencia de medidas de carácter social, laboral y fiscal. 

Sin entrar en más debates podríamos hacer unos apuntes de lo que, a nuestro juicio, ha pasado y como se podría estar mejor preparados de cara al futuro, pues es previsible que crisis de este tipo se vuelvan a repetir, dado el deterioro del medio ambiente y los fenómenos de globalización de la movilidad. 

Antecedentes

1.-Criminal política de recortes desde muchos años atrás, que dejó el sistema descapitalizado y falto de recursos, cuando no poniendo los medios en manos de la gestión privada, o incluso dando cabida a los denominados “fondos buitre”. 

2.-Nefasta gestión de recursos humanos y política salarial: infradotación y contratación de corta duración, lo que afecta a la calidad de atención, por un lado, y por otro, se tradujo en fuga de personal sanitario hacia otros países y desequilibrio entre Comunidades. 

3.-Política de formación desequilibrada respecto a las necesidades reales, lo que unido al punto anterior agrava la situación: la inversión formativa beneficia a terceros países. 

4.-Atención Primaria, puerta de entrada y contención, se encuentra infradotada de personal y medios, cuando no en vías de desmantelar en alguna que otra Comunidad. 

5.-Ausencia de políticas unificadoras y de coordinación jerarquizada de ámbito nacional e interterritorial, así como de legislación de soporte actualizada en lo referente a gestión de estados de alerta o crisis sanitaria. 

6.-Poca cobertura pública a la atención institucionalizada de la población geriátrica y nulo control de los establecimientos privados, donde también las aseguradoras y los “fondos buitre” encuentran gran filón de negocio. 

7.-Visión partidista en la gestión de cargos y nombramientos, incluso a niveles básicos, que no garantiza eficacia y aptitud. 

8.-Nula infraestructura industrial en la producción de bienes y servicios de carácter estratégico, con dependencia del mercado exterior. 

9.-Brecha social en aumento, tras la anterior crisis no resuelta aún, y las políticas neoliberales aplicadas en economía, empleo, etc.

Sin ser “técnico en pandemias”, profesión mediática que prolifera en los últimos tiempos casi tanto como la de entrenador de fútbol, se hace evidente que analizando los síntomas encontraremos algunas soluciones, solo que, caminando en sentido contrario. 

1.-Medidas presupuestarias 

-Presupuesto sanitario finalista en términos porcentuales de PIB, con tendencia a igualar a los países de nuestro entorno (6’34 < 9’55). 

-Revertir los recortes sufridos. 

-Reparto Primaria / Especializada garantizando al menos un 20/80. 

2.-Medidas organizativas

-Reforzar la Atención Primaria. 

-Recuperar la cohesión territorial del Sistema Nacional de Salud (SNS), dentro del marco competencial de las Autonomías. 

-Gestión sanitaria no sujeta a los avatares electorales y los ciclos políticos. 

-Paralizar privatizaciones y recuperar lo privatizado. 

-Plan integral de residencias geriátricas. 

-Política de personal y formación acorde a las necesidades. Desarrollo de una carrera profesional de la gestión sanitaria y acceso por mérito y capacidad. 

-Plan estratégico de producción y autoabastecimiento de bienes y servicios sanitarios esenciales, con especial atención a la industria farmacéutica y el constante chantaje que ejerce sobre el propio Estado. 

-Investigación debidamente presupuestada. Potenciar las Escuelas de Salud Pública. 

-Creación de una estructura oficial, transparente y permanente para el asesoramiento científico gubernamental. 

3.-Medidas legislativas 

-Cambios normativos que permitan, de forma inequívoca, la aplicación y delimitación de las medidas necesarias en las distintas áreas competenciales. 

-Modificaciones legislativas que garanticen la prestación de atención sanitaria universal y gratuita. 

-Desarrollar normativa que permita al Estado, en caso de crisis, supeditar al bien común los medios necesarios de cualquier titularidad. 

-Establecer un blindaje legal de salvaguarda de las bases del Sistema Sanitario Público. 

4.-Medidas sociales, laborales y fiscales

No es pretensión de este artículo incidir en los aspectos de vivienda, laborales y económicos en general que afectan directamente a la salud de las personas y, por consiguiente, al desarrollo de esta crisis. Sin embargo, no se nos escapa la gran importancia de acciones de protección social y de apoyo al sistema productivo, por lo que la instauración de un salario mínimo de subsistencia, la mejora de la protección por desempleo, la regulación del mercado laboral o la protección del derecho a la vivienda, entre otras, pueden ser tan vitales como las estrictamente sanitarias. 

Así mismo, estimamos necesarias medidas fiscales que colaboren en la financiación de la sanidad española, comenzando por las orientadas a lograr que las grandes fortunas y los grandes patrimonios (incluido el eclesiástico) tributen debidamente y de forma uniforme en todas las Comunidades, sin descartar un impuesto extraordinario, tal como se hizo en algunos países tras la Segunda Guerra Mundial. 

Reivindicamos, no obstante, que “la Salud va por delante de la Economía”, sin que exista contradicción, si tenemos en cuenta que el concepto neoliberal, imbuido a la sociedad actual, entiende Economía como instrumento al servicio de la cuenta de resultados, y no como actividad al servicio de la sociedad para el desarrollo armónico de sus miembros, tal cual es el fin de la misma en un contexto republicano.

(*) Fernando Pleguezuelos Baca es enfermero recientemente jubilado del Servicio Andaluz de Salud (SAS) y miembro de la asociación Granada Republicana UCAR y de la Mesa para la Defensa de la Sanidad Pública de Granada.

https://www.elindependientedegranada.es/politica/covid-19-sanidad-espanola-frente-espejo


miércoles, 23 de septiembre de 2020

Crisis monárquica y oportunidad republicana


Antonio Pérez Villena (*)


El año 2020 está siendo muy complicado para nuestro país. Además de la grave crisis sanitaria provocada por el coronavirus, se han conocido nuevos testimonios y evidencias del más que dudoso proceder patrimonial y fiscal del rey emérito Juan Carlos I, que han supuesto una nueva vuelta de tuerca en un devenir que viene de años. Si en mi anterior publicación en este medio ya abordé la cuestión de la Jefatura de Estado, me gustaría que estas nuevas líneas trascendiesen de los ‘convencidos’ e invitasen a reflexionar a todos los lectores.

La abdicación en 2014 de Juan Carlos I (y el consiguiente relevo de la Jefatura del Estado en Felipe VI) fue una maniobra para salvar la monarquía, tras el revuelo producido por ser ‘cazado in fraganti en cacería’, y otras revelaciones que se venían acumulando desde 2012. 

Inmersos en el estado de alarma, Felipe VI lanzó un comunicado en el que anunció su renuncia a la herencia de Juan Carlos I y la retirada de la asignación económica que disfrutaba, en una clara estrategia de intentar desligarse públicamente del proceder de su progenitor.

A raíz de las investigaciones de Yves Bertossa, fiscal jefe del cantón de Ginebra (Suiza), por posibles delitos fiscal y de blanqueo de capitales (derivados del supuesto cobro de comisiones), se produjo un nuevo movimiento de la Casa Real, que el 3 de agosto publicó una nota del propio Juan Carlos, en la que este comunicó su salida de España. Desde esa fecha hasta el 17 de agosto, la citada institución y el Gobierno mantuvieron un secretismo absoluto sobre el destino del exmonarca, circulando numerosos rumores acerca de su paradero, que ha terminado siendo los Emiratos Árabes Unidos (ahí es nada…, un régimen modélico). Si con esta partida y tan desafortunado destino se pretendía aplacar a la opinión pública, el efecto ha sido justo el contrario: se ha reavivado el debate sobre la forma del Estado.

El férreo apoyo de la derecha española a la monarquía es un claro resultado de los vicios de la transición. Se aceptó como mal menor una Constitución cerrada, con una Jefatura de Estado hereditaria, directamente implantada por la dictadura de Franco. Y digo cerrada citando al ex fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce: "Lo que está en la Constitución, está en la Constitución, y lo que no está, no existe en la vida política y social de España”. Esa es la misma derecha que se proclama constitucionalista a todas horas, pero sólo para las partes de la Carta Magna que les interesan (el título VIII en general les sobra). 

Entre las fuerzas políticas de izquierda no se da la unanimidad precisa para abordar un proceso de reforma del modelo de estado. En 1975 el líder del PCE, Santiago Carrillo, erró de pleno apodando a Juan Carlos como ‘Juanito el Breve’ y el peso político de su partido no hizo sino decaer en cada convocatoria electoral, tras haberse tragado el sapo monárquico en el proceso constituyente (el momento era distinto, no lo olvidemos), mientras que el principal partido de la izquierda (¿?) lleva décadas haciendo malabarismos en relación a esta cuestión, estando bastante dividido al respecto. Así pues, el actual presidente del Gobierno y vigente secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, envió una carta a la militancia socialista en la que ligó la defensa de la monarquía con la supervivencia de la propia Constitución de 1978. "La monarquía parlamentaria es un elemento de ese pacto, no todo el pacto. Todo el pacto es la Constitución y no se puede trocear y seleccionar a capricho. Somos leales a la Constitución; a toda, de principio a fin. Y la defenderemos a las duras y a las maduras", escribió. Como dije antes, más cerrada que un candado y la llave en el Mar Caspio.

Para más redundancia, a mediados de agosto se presentó un potente manifiesto en apoyo del papel histórico del emérito, suscrito por más de setenta exministros, ex presidentes autonómicos, embajadores y otros antiguos altos cargos, ligados principalmente al PP y al PSOE, pero también a la desaparecida UCD: "Nunca se podrá borrar la labor del rey Juan Carlos en beneficio de la democracia y de la Nación, so pena de una ingratitud social que nada bueno presagiaría del conjunto de la sociedad española". Contrasta notablemente el mismo con la columna publicada en el New York Times pocos días después.

El artículo 56, que regula la inviolabilidad del monarca, además de ser uno de los más problemáticos de la Carta Magna, ha contribuido a cimentar la ‘impunidad’ del titular de la Corona durante las últimas cuatro décadas (su reforma, que no parece fácil ni cercana, sería razonable incluso para el sector monárquico). Por otra parte, llevamos casi medio siglo escuchando que ‘España no es monárquica, sino juancarlista’, de boca de unos medios de comunicación cortesanos, protagonistas activos del blindaje informativo de la familia Borbón. Si te tratan como intocable, si lo eres jurídica y mediáticamente, al final lo normal es pensar que el país es tu cortijo y puedes hacer con él lo que te dé la real gana, actuando sin transparencia y con ‘nocturnidad’.

Nuestra Jefatura de Estado adolece de tres graves problemas de origen: el carácter vitalicio del cargo, el carácter hereditario y el ya citado ‘impune’. Características totalmente incompatibles con una democracia que aspire a ser lo más plena posible.

La realidad española es tozuda: desde la crisis económica de 2008 apenas levantamos cabeza y el mazazo ahora será mayor; la corrupción ha empañado a la mayoría de las instituciones y los partidos políticos del país; y la sociedad está social y económicamente fragmentada. No será nada fácil afrontar un debate estatal que cristalice en una consulta en las urnas. Pero se trata de un debate ineludible e imprescindible, clave para poder superar las vergüenzas del pasado y estar en condiciones de construir la República que necesitamos, un país decente en el que merezca la pena vivir.

¿La crisis monárquica puede convertirse en una oportunidad republicana? La respuesta está en nuestras manos. La ciudadanía tiene la última palabra. Por lo tanto, el movimiento republicano está obligado a introducir la cuestión en la agenda pública, superando el bloqueo mediático y alcanzando por fin la mayoría de edad. 

No hay tiempo que perder. Tenemos un futuro por conquistar.

(*) Antonio Pérez Villena es funcionario del Ayuntamiento de Granada y forma parte del colectivo ciudadano Granada Republicana UCAR.


viernes, 21 de agosto de 2020

Honor y goria para Emilio López Pinilla (1945-2020)

El pasado 9 de agosto, tras una corta y fulminante enfermedad, murió un republicano ejemplar, el compañero Emilio López Pinilla (1945-2020), militante comunista desde joven, luchador antifranquista en la emigración alemana e incansable activista social en su pueblo granadino de Churriana de la Vega, centrado en los últimos tiempos en el movimiento por unas pensiones públicas dignas.

Te echaremos de menos, querido Emilio.

Enviamos un fuerte abrazo a María, a sus hijos y a todos los parientes, amigos, compañeros y camaradas del gran hombre que hemos perdido.

Salud y República.


martes, 28 de julio de 2020

Vacaciones por derecho


Francisco J. Hidalgo Carmona (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

28/07/2020

A las puertas de la segunda gran recesión económica del siglo XXI, muchas familias suspiran, mascarilla en boca, por revivir momentos pasados donde reinaba la «vieja normalidad», la «normalidad de toda la vida». Tenemos la sensación de que han pasado varios lustros, pero no hace demasiados meses vivíamos y planeábamos sin la presión añadida de un posible contagio o de un inminente confinamiento. ¡Quién nos iba a decir el 31 de diciembre de 2019, a pocas horas de iniciar el nuevo año, el escenario distópico en el que se iba a convertir 2020! 

Más allá del problema sanitario -un problema monumental-, la situación económica de muchos españoles ha empeorado notablemente. Mientras los ahorros de quien los tuviera se han consumido para aguantar el tirón durante el cierre obligatorio de los «servicios no esenciales», otros se rascan el bolsillo y hacen malabares para hacer frente a los pagos que están por venir.

La situación se presenta endiablada, ¿pero acaso antes estaba mucho mejor? Según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre condiciones de vida en 2019, un 40 % de los españoles no podía sufragarse unas vacaciones fuera de su localidad. En el caso de los jóvenes, el porcentaje se situaba por encima del 45 %. Con pandemia o sin ella, disfrutar de unos días de descanso es un lujo imposible para casi la mitad de nuestros compatriotas. Están quienes como José Domingo Ampuero, a la sazón ejecutivo en la multinacional Viscofan y miembro de la asociación representativa del empresariado español CEOE, nos lo recuerda: «Este año las vacaciones debe tomarlas el que pueda y cuando pueda». ¡Vaya novedad! Quizás su antiguo jefe de marras, el Sr. Díaz Ferrán, desempolve su fórmula después de su paso por prisión para ayudarnos a superar la crisis en ciernes, «trabajar más y ganar menos», o algo parecido.  

En cualquier caso, si este verano tiene algo de novedad, es la incorporación del gel hidroalcohólico a los objetos que, como las llaves o el teléfono móvil, cogemos cada vez que salimos a la calle. Las familias trabajadoras siguen disfrutando los rigores de la canícula en sus pequeñas viviendas; los jóvenes en desempleo sueñan con veranear en las playas que, machaconamente, aparecen en televisión; los jubilados estiran cada euro de su ridícula pensión para superar el mes, y de paso, ayudar a sus familiares en apuros. Nada nuevo bajo el sol. 

Hubo un tiempo pasado en el que, cuando las vacaciones eran poco menos que una utopía en la cabeza de los soñadores y la jornada laboral superaba con creces las doce horas, grupos de valientes hombres y mujeres pelearon con esfuerzo para reclamar un reparto más justo del tiempo de trabajo y de la riqueza. Sus peticiones eran claras y sencillas: ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas para el ocio. Gracias a su persistente lucha, durante algunas décadas una parte importante de nuestro pueblo pudo viajar, disfrutar y desconectar de su rutina laboral durante unas semanas al año. Las conquistas logradas se dieron por consolidadas. Pero, a falta de vigilancia y por un exceso de confianza en los gobernantes políticos y económicos, lo que un día se transformó en un derecho, en la actualidad se considera un privilegio. 

Durante el confinamiento, sin embargo, contemplamos con perplejidad quiénes encabezaban las manifestaciones. Eran, precisamente, aquellos que tienen más que garantizado su derecho al descanso vacacional pero no quieren someterse a la disciplina ciudadana que impone el combate al virus. Pareciera que las tornas han cambiado. A la vista de las caceroladas y protestas, cualquiera podría pensar que hay más necesidades en los «barrios bien» de nuestras ciudades que en aquellos lugares donde habitan quienes ni siquiera pueden viajar a la playa una semana al año. Difícilmente veremos a estos patriotas de hojalata, bautizados satíricamente como «cayetanos», sacar sus utensilios de cocina y sus relucientes banderas para exigir al gobierno de turno unas vacaciones dignas para cualquier español. 

El verano terminará, los turistas volverán a sus hogares y, con suerte, el número de contagios no habrá crecido demasiado. Entonces, a los de siempre les tocará hacer balance y replantearse sus próximas vacaciones. En nuestras manos está que estas no se conviertan en un sueño de una noche de verano.

(*) Francisco J. Hidalgo Carmona, profesor en el IES Sierra Luna de Los Barrios (Cádiz), es socio de la organización ciudadana Granada Republicana UCAR.


martes, 23 de junio de 2020

De lo que fue y pudo haber sido. La educación como motor social en una sociedad republicana


Ana Maeso Broncano (*)

¿Cómo sería nuestra realidad actual si la II República hubiese continuado hasta nuestros días? ¿Si la Guerra Civil y, por ende, los años de dictadura, se hubiesen borrado de nuestra historia? Todas quienes compartimos los valores republicanos, y me aventuraría a decir, todas las personas demócratas, hemos jugado alguna vez a practicar ese ejercicio de ficción utópica: imaginar cómo sería nuestro presente si no hubiésemos atravesado cuarenta años de oscurantismo y otros cuarenta arrastrando secuelas de aquellos anteriores. 

Imaginar las posibilidades de los mundos puede llegar a ser realmente estimulante, especialmente cuando la potencialidad de lo que podría haber sido es tan distinto de lo que ha resultado ser. Es, en ese sentido, la educación la que dibuja futuros distintos. La que abre ventanas, ventila los vestigios vetustos de lo que fue y se abre a lo que crece.

Si bien la escuela pública vive su nacimiento en España en 1857 con la Ley de Instrucción Pública, será a partir de 1931 con la proclamación de la II República, cuando la educación experimente toda una transformación radical. En una España de una mentalidad anclada aún en ideas conservadoras y una fuerte tradición católica, con más del 50% de población analfabeta, con docentes e investigadores en una devaluada posición social, sin infraestructuras ni recursos dedicados a la educación, sería diseñado un ambicioso plan de potencia de la cultura y la educación, entendiendo estas como motor de cambio político y social.

Comienza a gestarse un modelo de enseñanza influido por los mimbres del pensamiento ilustrado, que, apoyándose en ideas krausistas y regeneracionistas, respiraba aires de modernidad. De la influencia de la Institución Libre de Enseñanza se desarrollarían iniciativas vanguardistas como la Residencia de Estudiantes, la Residencia de Señoritas, el Museo Pedagógico o las Misiones Pedagógicas, entre otras. Sería fundamental la creación de infraestructuras como bibliotecas, centros culturales, nuevas escuelas de arte y asociaciones artísticas. En una España eminentemente rural, una de las misiones de la República fue llevar la cultura a pueblos y aldeas: obras de teatro, proyecciones cinematográficas, bibliotecas y exposiciones artísticas que deslumbraban a quienes jamás habían tenido acceso a la cultura.

Las aulas de la República

Una de las primeras iniciativas fue la de dignificación social de la profesión del magisterio: se incrementaron sus salarios, indignos hasta entonces, y se mejoró notablemente su formación: los estudios de magisterio pasaron a ser estudios universitarios. Las escuelas se multiplicaron en número por todo el país, y en sus aulas, cayeron por fin, metafórica y literalmente, los muros que separaban en las clases a niños y niñas. En ellas, las maestras republicanas, tomarían un papel fundamental como modelo de mujeres libres, autónomas, que con valentía llevarían a cabo su profesión en ambientes en ocasiones hostiles.

«Tenemos el deber de llevar a las escuelas las ideas esenciales en que se apoya la República: libertad, autonomía, solidaridad, civilidad» (Revista de Pedagogía, 1931) [1] 

A nivel pedagógico, en las escuelas se despliegan distintos enfoques de pedagogías activas, situando al niño como protagonista y centrándose en su educación integral. Estarían presentes en estos enfoques: la unión de lo intelectual y lo emocional, la creatividad, el pensamiento crítico, el desarrollo de la intuición, el aprendizaje desde el entusiasmo, la conexión de los contenidos con la realidad o los valores sociales como la paz y la ciudadanía. Se potenciarían las artes y el ejercicio físico y niños y niñas saldrían de las aulas, realizando excursiones. Se llegarían incluso a introducir el Método Montessori o la pedagogía de Freinet, las tesis de Froebel o Pestalozzi (las teorías educativas más innovadoras). Se vive una época de verdadero entusiasmo por una escuela abierta a todos: pública, laica, gratuita, democrática y con la solidaridad como principio.

«Educar antes que instruir; hacer del niño, en vez de un almacén, un campo cultivable» 
(M. B. Cossío) [2] 

Resulta muy ilustrativo que una de las frases que zanjó aquella ilusionante etapa fuese aquel “Muera la inteligencia” [3], pronunciada mientras se llevaba a cabo la denominada “Depuración del Magisterio”, donde maestras y maestros serían apartados forzosamente de su profesión, muchos de ellos enjuiciados y hasta encarcelados o fusilados. La educación volvió a las manos de la iglesia católica, se suprimió la coeducación y el bilingüismo, las aulas volvieron a separar a niños y niñas, y se cambió el ideario republicano por la iconografía militar franquista, heredera de la visión de la España del Imperio. La utopía de una España que anduviese a la par de las democracias más avanzadas de Europa dejó paso a los grises años de “la letra con sangre entra”.

Imaginar qué hubiese sido de un pueblo donde tres generaciones hubieran sido educadas en el respeto, en la atención y el fortalecimiento de sus potencialidades, en el desarrollo de su creatividad, de la curiosidad por el mundo y en valores como la libertad, democracia y solidaridad puede ser, en días como hoy, un ejercicio agridulce. No obstante, más que nunca, resulta fundamental para no perder el horizonte de una sociedad más justa, que, como desde tiempos inmemoriales, nace en la escuela.

(*) Ana Maeso Broncano, profesora de Educación Artística en la Universidad de Almería, está afiliada a la asociación Granada Republicana UCAR.

[1] En la novela Historia de una maestra (2015), de Josefina Aldecoa, se recoge la publicación de este mensaje en la Revista de Pedagogía (1931).

[2] Manuel Bartolomé Cossío en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) nº 65 (31 de octubre de 1879), citado por Antonio Jiménez Landi en La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente: Periodo parauniversitario (1996).

[3] Recientemente el historiador Severiano Delgado ha puesto en duda la veracidad de esta cita atribuida, como es célebre, al general franquista Millán Astray. No obstante, la frase que sustituye a esta, según la reconstrucción de los hechos, sería similar en significado: “Muera la intelectualidad”.

https://www.elindependientedegranada.es/politica/lo-que-fue-pudo-haber-sido-educacion-como-motor-social-sociedad-republicana

viernes, 12 de junio de 2020

Intervención de José Mª García Labrac, presidente de Granada Republicana UCAR, en el programa de radio "La Hora de la República" (09/06/2020)



Intervención del compañero José María García Labrac, presidente de la asociación Granada Republicana UCAR, en el programa "La Hora de la República", emitido por Radio Rebelde Republicana y patrocinado por Unidad Cívica por la República (UCR).

El espacio, conducido por el periodista Ángel Pasero Barrajón, secretario federal de UCR, se emitió el pasado 9 de junio de 2020, contando también con la colaboración del activista republicano Juanjo Picó Pastor, portavoz del colectivo Europa Laica.

jueves, 11 de junio de 2020

Emilio Herrera, el sabio que peleó junto al pueblo


En estos días, gracias a su aparición en la serie El Ministerio del Tiempo, está en boca de todo el mundo un granadino ejemplar, demasiado desconocido todavía para la mayoría de sus paisanos: don Emilio Herrera Linares (1879-1967), científico, inventor, pionero de la aeronáutica, general de Aviación y presidente del Gobierno de la II República Española en el exilio (1960-1962).

Queremos aprovechar la ocasión para recordar el homenaje que le tributamos desde Granada Republicana UCAR hace ya doce años, el 14 de abril de 2008, en el que tuvimos la suerte de contar con el arte del maestro Juan Pinilla, siempre dispuesto a apoyar la causa de la libertad con la fuerza de su garganta.

¡Honor y gloria para el general Herrera, "un sabio que peleó junto al pueblo" (*)!

(*) Cita textual del poema que le dedicó uno de sus hijos, el escritor José Herrera Petere (1909-1977).


martes, 26 de mayo de 2020

Los dilemas de la pandemia


Antonio Pérez Villena (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

26/05/2020

Es un honor haber sido invitado por la asociación Granada Republicana UCAR a publicar en este espacio y espero no defraudar con mi primera aportación. Estas semanas de confinamiento dan para pensar mucho sobre el mundo en que vivimos y sobre esta nueva crisis que afrontamos. Aprovecho pues para compartir mis inquietudes.

Conspiración vs. reacción de la Naturaleza

¿De dónde ha salido el coronavirus? Esta es la gran pregunta. Para plantearla conviene siempre repasar la historia: la humanidad ha sufrido numerosas pandemias, muchas con consecuencias devastadoras. ¿Es un virus sintético o es una mutación de la propia Naturaleza? Creo que jamás lo sabremos, pero ambas hipótesis nos llevan a un punto común.

Si algo así ha sido ensayado en laboratorio, ya sea de forma intencionada o no, es una grave irresponsabilidad o directamente un acto criminal. Me decanto por el virus como consecuencia directa de la progresiva degradación medioambiental que se arrastra desde buena parte del siglo XX. Aquí se explica muy bien.

Queda de manifiesto que el comportamiento de la especie humana es un peligro para el planeta y pone en riesgo su propia supervivencia. Nuestra superioridad tecnológica no va acompañada de la inteligencia suficiente para gestionarla sin graves consecuencias. Previo a entrar en consideraciones económico-políticas, constato que ninguno de los modelos de la post-guerra fue jamás respetuoso con el medio ambiente.

Modelo económico-productivo: Capitalismo vs. Estado del Bienestar

La reconstrucción económico-social que tuvo lugar tras la II Guerra Mundial polarizó el mundo en dos bloques que, si bien eran antagónicos, se conformaron como un ente que derrotó al fascismo. Durante décadas, Capitalismo y Comunismo actuaron como sendos contrapesos en un delicado equilibrio, con fricciones que siempre terminaron provocando terremotos en escenarios geográficos ajenos. En la Europa Occidental se establecieron unos mecanismos que garantizaron una cierta justicia social (en unos países más que en otros; el caso español requiere un análisis aparte), instaurando un largo período de 'paz social' con sus altibajos (el mayo francés del 68, por ejemplo). El fallecimiento del dictador Franco en nuestro país abrió una puerta de esperanza a sumarnos a ese escenario de libertad y derechos sociales que tanto ansiábamos.

Pero he aquí que irrumpió el denominado Neoliberalismo, de facto mutación del Capitalismo. Se gestó claramente a principios de la década de los 80, con dos protagonistas reconocibles en las potencias referentes del mundo capitalista: Ronald Reagan (EEUU) y Margaret Thatcher (Reino Unido).

Ambos pusieron la primera pica en Flandes, demonizando el llamado Intervencionismo Estatal, en pro de supuestas libertades que a la postre se han manifestado como esclavitudes. A partir de ese momento, el llamado Estado del Bienestar fue menguando de forma exponencial hasta el escenario de nuestros días. El consumismo y otros panem et circenses facilitaron que los tentáculos de ese gran pulpo terminaran atrapando las llamadas sociedades libres, seduciendo y abduciendo a sus ciudadanos.

La pandemia se ha presentado con la sociedad sufriendo aún las consecuencias de la crisis del 2008, primer síntoma de la enfermedad de un Capitalismo Financiero desbocado. Entonces se reaccionó justo en el sentido contrario al necesario para haberla atajado: aumento de la desigualdad social, condiciones draconianas en la Unión Europea para los países más castigados como Grecia y privatización galopante de los servicios públicos (incluyendo el más sensible de todos, la Sanidad). La gestión económico-política de la crisis fue comandada por quienes menos tenían que perder.

El caso español: mil dilemas y crisis institucional

Redactando estas líneas nos golpea la noticia del fallecimiento de Julio Anguita, quien tanto advirtió y enseñó sobre la deriva neoliberal en nuestro país y las consecuencias para el futuro. Pues bien, ese futuro ya está aquí y pone en evidencia muchos de los defectos de nuestra transición democrática. Los más significativos:
  • Grave deterioro de los servicios públicos: la Sanidad es el caso más flagrante, caracterizado, desde hace años, por una pérdida de infraestructura a favor del sector privado, derivando hacia el mismo pruebas diagnósticas e incentivando la contratación de seguros de salud desde la propia Administración. También ha sido afectada la Educación, en la que el papel de los llamados centros concertados ya fue consolidado en los años en los que el PSOE gozó de mayoría, una mayoría que se podía haber utilizado para construir un fuerte sistema educativo público.
  • Continuas tensiones territoriales: producto de un esquema de organización no bien resuelto. Es cierto que el sistema autonómico proporciona un gran poder real a cada CCAA (en medio de esta crisis sanitaria tiene sus luces y sus sombras), pero a la vez se proyecta una sensación permanente de agravio comparativo. Para colmo, la sentencia del Constitucional del Estatut terminó por hacer reventar una olla exprés, inflando un conflicto cuyas consecuencias aún no sabemos cómo se resolverán.
  • Un modelo económico que hace aguas, volcado en el sector servicios y el turismo. Esto hará mucho más difícil nuestra recuperación cuando consigamos rehacer una cierta vida normal (me inquieta mucho el término “nueva normalidad”). Nuestras reconversiones industriales fueron desmantelamientos en toda regla. Y como trasfondo, una gran parte del entramado empresarial sigue fuertemente ligado a la dictadura franquista (recomiendo encarecidamente la lectura del libro 'Franquismo S.A.', de Antonio Maestre, un magnífico trabajo de investigación que pone los pelos de punta).
  • ¿Ha estado la Jefatura del Estado a la altura de la gravedad de esta situación? Claramente NO. Llama mucho la atención su mutismo en comparación a la contundencia manifestada cuando se intervino Catalunya, vía aplicación del artículo 155 de nuestra Carta Magna. Es más, resultó vergonzosa la aparición de Felipe VI, en su intento de lavado de cara institucional tras enterarnos de las nuevas y turbias operaciones monetarias de su padre, el monarca emérito Juan Carlos. Es en estos complicados momentos cuando el Jefe del Estado más tendría que respaldar la acción del Gobierno. Pero tengo bien claro hacia quienes muestra su simpatía y más clara todavía su actitud distante con el Gobierno de coalición (formado in extremis, hay que reconocer, tras una repetición electoral prescindible). Cuando más coordinación institucional y territorial se precisa, ni está ni se le espera...
El futuro: ¿Qué futuro?

Es notoria la debilidad de nuestro país para afrontar situaciones de crisis. Si la del 2008 fue una sangría para el mismo y sus familias, esta abre unas perspectivas mucho más negras. A todos los problemas estructurales existentes, hay que añadir un nivel de crispación política que hará imposible tomar cualquier decisión que suponga modificaciones significativas en la estructura política del Estado. Causa sonrojo el escenario político comparado con el de nuestro país vecino Portugal, al que tristemente España ha mirado siempre por encima del hombro y al que deberíamos tener más en consideración. Sirva de ejemplo como un país pudo sacudirse una dictadura y convertirse en una República, que con el paso del tiempo ha dado muestras de su madurez política. Necesitaríamos atender ese faro, pero no va a ser una senda nada fácil. Ahora más que nunca queda de manifiesto que la República es sinónimo de la democracia más real posible, que nuestro modelo (la transición modélica) fracasó o se quedó a medias, terminando por caducar. También habrá que encontrar un nuevo encaje territorial para que todas las Españas existentes quepan, pacífica y prósperamente, en un modelo de convivencia que perdure durante varias generaciones.

(*) Antonio Pérez Villena, funcionario del Ayuntamiento de Granada, forma parte del colectivo ciudadano Granada Republicana UCAR.

https://www.elindependientedegranada.es/politica/dilemas-pandemia

sábado, 16 de mayo de 2020

Julio Anguita, uno de los padres de la patria que está por venir

El desaparecido Julio Anguita González y el doctor José Luis García Puche, presidente de honor de Granada Republicana UCAR, durante un acto celebrado en la antigua Facultad de Medicina el 26 de abril de 2014, con motivo de la presentación en nuestra ciudad del libro “Conversaciones sobre la III República”. La grabación del evento se puede ver en https://youtu.be/gBvSosc47n4 (fotografía y vídeo cedidos por el compañero Jesús de Manuel Jerez).

Comunicado de Granada Republicana UCAR ante el fallecimiento del histórico líder de la izquierda española

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

16/05/2020

Este mediodía nos ha golpeado la noticia de la muerte del compañero Julio Anguita González (1941-2020). Cuando parecía que mejoraba poco a poco, según los partes médicos diarios del Hospital Reina Sofía de su querida Córdoba, la parca nos lo ha arrebatado a los 78 años, dejándonos huérfanos de referente.

Nuestra asociación, Granada Republicana UCAR, le debe mucho a Julio Anguita. La propuesta republicana que lanzó allá por 2004, tras retirarse de la primera línea de la política institucional, propició la creación de multitud de colectivos ciudadanos por toda España, vinculados a la plataforma impulsora del manifiesto, Unidad Cívica por la República (UCR). El 25 de abril de 2005, en los aniversarios de la portuguesa Revolución de los Claveles y de la Liberación italiana del fascismo, un conjunto de personas, vinculadas a diferentes ámbitos de la izquierda plural y espoleadas por el llamamiento de Julio y de UCR, constituimos, en los sótanos del Colegio Mayor Isabel la Católica de la capital nazarí, la delegación granadina de Unidad Cívica Andaluza por la República (refundada en 2015 como Granada Republicana UCAR).

La propuesta republicana de Anguita pretendía dotar de un primer armazón teórico al deslavazado movimiento republicano de entonces, superando la nostalgia por la arrasada II República y sentando las bases para conquistar la III. Su empeño didáctico, derivado de su vocación docente, le llevó a recorrer España de punta a cabo para intentar despertar las conciencias de una ciudadanía pasiva y desencantada (precisamente, justo dos días después de nuestro nacimiento, el 27/04/2005, el Califa Rojo impartió una histórica conferencia en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de Granada, un acto memorable mediante el que nos presentamos a la sociedad granadina del momento).

Julio luchó por la República porque quería un nuevo país, porque sabía que solo una República federal, laica y solidaria podría estar en condiciones de resolver los graves problemas de España y de los españoles y las españolas. La República por la que combatió Anguita sigue siendo un horizonte a alcanzar, la alternativa a esta Monarquía fallida que heredamos del franquismo y que lleva naufragando una década. La pandemia del coronavirus ha vuelto a desvelar las costuras del régimen de 1978, un sistema de poder copado por la derecha neoliberal y nacionalcatólica, obsesionada en derribar al actual Gobierno de coalición, teledirigida por el IBEX 35 y apoyada en su cometido por el estamento judicial y los medios de comunicación. Una España oficial muy alejada de las necesidades básicas de la España real (a veces, sorprendentemente aliada con uno de sus principales demonios, el secesionismo catalán).

Julio Anguita lanzó un vídeo en sus últimos días de vida, marcados por la crisis de la COVID-19, dando a conocer a la opinión pública el manifiesto “El hoy y el mañana: razones para nuestro compromiso”, del que destacamos los siguientes extractos, fundamentales para articular una Tercera República en nuestro país, partiendo incluso de los postulados sistemáticamente incumplidos de la propia Constitución vigente:

“Construir el mañana supone priorizar objetivos, potenciar mecanismos e instrumentos de intervención en la realidad y sustentar todo el proceso en parámetros éticos y de conductas de moral pública consecuentes con ellos.

A nuestro parecer, los objetivos a conseguir son tres: la concreción en la práctica de los Derechos y Deberes contemplados en el Título Primero de la Constitución, la creación de un tejido productivo que ligue la economía al territorio, a las necesidades materiales de la mayoría social y lo haga menos vulnerable a crisis como ésta y, en tercer lugar, políticas medioambientales que combatan el cambio climático y a las que toda la actividad productiva y de consumo superfluo se supediten. En resumen: pleno empleo, democracia económica y calidad ambiental.

El hoy y el mañana necesitan, además, de un Estado fuerte y de una sociedad civil igualmente fuerte”.

El documento demuestra que Julio ha muerto de pie, trabajando por la mayoría social desde su trinchera cordobesa, sin descansar nunca en su batalla de siempre por la libertad, la igualdad y la fraternidad.

La España Republicana no le olvidará jamás. Anguita se ha convertido en un mito, un ejemplo de político honrado, austero, decente y ajeno a las miserias de la politiquería. Ahora nuestra obligación es lograr que su leyenda no sepulte el contenido de su obra, consiguiendo más temprano que tarde el país digno en el que hubiera merecido vivir y morir. 

La III República, si somos capaces de hacerla realidad, sería la mejor victoria póstuma del maestro Julio Anguita, uno de los padres de la patria que está por venir.


martes, 28 de abril de 2020

El 14 de abril que nunca olvidaremos


Rosa María Escobar Molina (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

28/04/2020

El domingo 15 de marzo nos levantamos confinados, en pleno estado de alarma, con una sensación de desconcierto, unos asustados, otros tantos alucinados y muchos apenados. No se sabe qué será de nosotros cuando todo pase, no tenemos ni idea de cuándo será ese día en que esta pesadilla termine; parece una letra de una canción, pero es la sintonía de nuestra cabeza cada jornada.

Los días pasan, la incertidumbre no acaba y nos vemos envueltos en un fallo sistémico, creándose una nueva profesión, “experto en pandemia de redes”, ejercida por aquellos que saben lo que hubiera pasado si se hubieran aplicado sus teorías. Paralelamente, se extiende una pandemia más fuerte que la propia generada por el virus, surge lo que yo denomino la pandemia del odio.

En este periodo aparecen lo mejor y lo peor del individuo: el ser humano empático, coherente, agradecido y solidario que contrasta con el ser no humano, egoísta, cruel, estúpido y arrogante.

Contrastan los episodios de balcón y los de salón. En los primeros salen los seres humanos, cita obligada cada día a las 20:00 horas para aplaudir la valentía de ese sector público (con sus imprescindibles heroínas), pero luego cuando vamos al salón se nos olvida y sale el ser humano incoherente y estúpido, despotricando contra las medidas que se toman: yo lo haría mejor que tú si estuviera en tu lugar. ¿Les suena de algo?

Todos conocemos a ángeles y demonios en esta crisis, muchas veces más cerca de lo que quisiéramos y que nos ayudan a hacer una crítica de lo incomprensible que puede llegar a ser el ser humano y más aún el ser no humano. Pero vamos a intentar ser optimistas y positivos y vamos a levantarnos la moral y así podremos contrarrestar la inhumanidad que habita en nuestra sociedad.

Ya ha pasado un mes desde el encierro. Estamos a miércoles. Sí, es 14 de abril, una fecha que celebrar, el día de la República más especial que nuestras mentes van a recordar. Por delante, los valores republicanos: en primer lugar, la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero también la solidaridad, la ejemplaridad, la deliberación, la responsabilidad, la austeridad, la laicidad, la defensa de lo público y la racionalidad.

Defensa de nuestros servicios públicos, que contrasta con quienes jalean en el balcón, pero no han defendido con la razón, las consecuencias de esas políticas destructivas que no cuidaron de esas heroínas a las que ahora se aplaude.  Se vitorea a un sector, el de la sanidad pública, que está trabajando en unas condiciones lamentables, carentes de una protección suficiente; pero ahí están ellos, al pie del cañón, sin dudarlo ni cesar. Nuestros grandes héroes van cada jornada al hospital para defender con dignidad los que otros no han sabido salvaguardar.

Surge una nueva pregunta en nuestra mente: ¿es el momento de luchar por una III República? Por supuesto que sí, más que nunca.

Después de la tormenta del coronavirus, habrá que repensar si una monarquía obsoleta, retratada en mitad de una pandemia como una institución superflua, corrupta e inútil, es la mejor alternativa para regir los destinos de nuestra patria.

Cuando esto acabe y podamos hacer autocrítica, en nuestras manos estará generar cambios. No se puede cambiar lo de arriba si todos seguimos igual. No podemos conseguir avanzar si los de abajo no tenemos responsabilidad. Debemos cultivar mentes críticas para poder alcanzar el objetivo final: una República de la ciudadanía, en la que merezca la pena vivir. 

Solo las clases trabajadoras y las capas populares, esa mayoría que produce y crea la riqueza de nuestro país (y de la que esos parásitos, que se llaman falsamente patriotas, se apropian), podrán finiquitar la monarquía y traer la República. Nuestra labor como republicanos será ayudar a esa toma de conciencia colectiva, difundiendo el ideal de un nuevo país sin súbditos ni vasallos (un espacio común en el que los seres humanos vayan venciendo progresivamente a los no humanos), alumbrando el camino hacia la libertad.

(*) La economista Rosa María Escobar Molina es miembro del colectivo Granada Republicana UCAR.


lunes, 13 de abril de 2020

La República en los tiempos del coronavirus

Viñeta del maestro Andrés Vázquez de Sola sobre el coronavirus y la peste borbónica.

José María García Labrac (*)

El Ateneo de Granada Republicana UCAR / El Independiente de Granada

13/04/2020

La República en España sería en el horizonte la irradiación de lo verdadero, promesa para todos, amenaza para el mal únicamente; sería ese gigante, el Derecho, en pie en Europa, detrás de esa barricada llamada los Pirineos.
Si España renace monarquía, es pequeña.
Si renace República, es grande.
Que escoja.
(Victor Hugo, 1868) 

Por primera vez en dieciséis años, esta primavera de 2020 no celebraremos nuestra tradicional Cena Republicana Granadina. La pandemia del coronavirus ha provocado la suspensión de la conmemoración anual de la proclamación de la II República Española, el acto central de la asociación que me honro en presidir, Granada Republicana UCAR. Además, la emergencia sanitaria mundial nos ha obligado a aplazar el evento del XV aniversario de nuestro colectivo, fundado el 25 de abril de 2005 en los sótanos del Colegio Mayor Isabel la Católica.

Este mes de abril está siendo muy distinto a los anteriores. Tenemos que permanecer en casa el máximo tiempo posible para evitar que el virus se expanda a toda velocidad, colapsando el sistema sanitario público, tan dañado por la ofensiva privatizadora de la derecha. Nuestra responsabilidad como ciudadanos/as es respetar el confinamiento y la cuarentena que han establecido las autoridades, colaborando para derrotar a la enfermedad cuanto antes. Nos veremos cuando amaine la tormenta. Ahora toca resistir. El esfuerzo es mínimo, comparado con las adversidades que superaron nuestros mayores en otras épocas terribles.

Al inicio de la crisis, cuando se hicieron públicas las escandalosas comisiones pagadas por la dictadura saudita al rey emérito junto con las donaciones de este a su antigua amante, el actual monarca salió a la palestra, anunciando que renunciaba a la herencia de su padre, reconociendo implícitamente sus corruptelas y pretendiendo salvar la Monarquía a toda costa, dejando en la estacada al anciano playboy. Las redes sociales ardieron y se lanzó una cacelorada republicana que tuvo cierto éxito, al amparo de los primeros días de aplausos colectivos a los trabajadores de la sanidad. Posteriormente, la cuestión desapareció de la primera línea, quedando oculta tras los furibundos ataques de la dupla PP-Vox a la gestión del Gobierno PSOE-UP. Los medios obedecieron las consignas de sus amos e hicieron desaparecer el asunto de la agenda pública, dedicando toda su artillería a descabalgar al Ejecutivo de coalición, proponiendo que lo reemplazara un Gobierno tecnocrático de concentración, al servicio de unas élites preocupadas por el futuro de sus cuentas de resultados.

Cuando consigamos vencer al coronavirus y podamos reencontrarnos en calles y plazas, habrá que pensar muy seriamente en acabar con el virus de la Corona, la principal tara del régimen del 78. Por higiene democrática, tendríamos que desinfectar la Zarzuela y las instituciones del Estado de la enfermedad monárquica, levantando una nueva España desde las virtudes republicanas. El país que necesitamos para afrontar los retos del porvenir, como el cambio climático (que puede dejar a la COVID-19 a la altura del betún), debe ser una República soberana, que se haga respetar en Bruselas y en Washington, reforzando los lazos fraternales con Portugal y con las naciones de América Latina y del Mediterráneo. Un rompeolas contra la corrupción y el desmantelamiento del Estado de Bienestar, que nos permita prepararnos para afrontar pandemias, epidemias y catástrofes, defendiendo siempre la supervivencia de la especie humana frente a los mercaderes de la vida y la dignidad. 

El próximo 14 de abril, a las nueve de la noche, aunque no podamos abrazarnos ni brindar por la Tercera, hay que volver a sacar la tricolor al balcón, hacer sonar el Himno de Riego y golpear nuestras ollas y cacerolas para que el mundo entero sepa que la República sigue viva en los tiempos del coronavirus, como la medicina ideal para superar la peste borbónica y construir un país libre y soberano. Nuestra patria es la gente. Solo el pueblo salva al pueblo. España es mucho más que esa ralea de ultras que hoy amenazan la convivencia. España somos nosotros y nosotras, los herederos de siglos de luchas, de victorias y de fracasos, los llamados a protagonizar un mañana mejor.

España también eres tú. Hazte oír este martes, por ti y por los tuyos. En definitiva, por la República, un nuevo pacto social para enfrentar juntos y juntas los desafíos que vendrán.

(*) El autor es el presidente de la asociación Granada Republicana UCAR.



miércoles, 25 de marzo de 2020

Preguntas de un joven republicano


Las tardes amarillas son mi mejor recuerdo de Granada. Durante varios años, los más excitantes de mi carrera universitaria –pero aún más los de mi carrera extrauniversitaria– vivía en un piso desde el que se veía cómo, a media tarde, la luz del Sol teñía de amarillo los pisos blancos frente a mi ventana. Era la hora en la que más concentración en el estudio tenía. Si paraba cinco minutos, embotado, a mirar por la ventana aquella luz amarilla, no había quien me parara hasta bien entrada la noche.

Claro está, aquella luz amarilla no es el único grato recuerdo que tengo de Granada. Había muchas ventanas a través de las que embobarse. Muchas veces me quedaba mirando a la ventana mientras mis compañeros entablaban sesudas conversaciones. O a mí me lo parecían. Organizábamos unos cafés republicanos, algo que hoy echo en falta, un punto de encuentro donde mirábamos cara a cara la vida y nos atrevíamos a resolver las preguntas que nos lanzaba, con ese ánimo que nos daban los veintitantos. La única pregunta que se me grabó, paradojas de la vida, nos la lanzó un joven de esos que peinan canas, uno al que tampoco he dejado de apreciar, quizá porque me enseñó a mirar cara a cara a la vida y no se cansa de responderle.

Ha pasado el tiempo y aquella pregunta que nos lanzó me retumba de cuando en cuando, como si sintiera algún tipo de culpa por haber mirado tanto a la ventana en vez de haber escuchado a mis camaradas, en vez de haberla respondido: ¿Qué valores tiene que tener un joven republicano?

Ha pasado el tiempo y aquella pregunta retumba en las paredes de mi cuarto, filtra la música de mis auriculares, me despierta con alguno de mis ronquidos durante la siesta. ¡Pollas, que sigo sin responderla! Nada de lo que encuentro responde aquella pregunta que sigue retumbando –¿Es eso lo que quiero que sea mi vida: responder preguntas para que nada suene en mi cabeza? –, como si una mala ola me estuviera ahogando mientras la nado.

Venga, respuestas, apareced. Me sitúo en un escenario material: observable, mensurable, contrastable… ese escenario ilustrado para el que se supone que me daban herramientas de análisis en la universidad. ¡De qué poco han servido esas herramientas! A mi generación, a la parte de ella que no ha emigrado, a la que no se ha impuesto el exilio económico ni el desarraigo de sus amistades y familiares, sólo le queda sobrevivir día a día. En ese caso, ¿de dónde saco el tiempo para pensar en los valores republicanos? ¿A quién le pido que lo saque? ¿A quién le pido que comparta más que un paseo por la playa, que esto es más que un desahogo?

Ahora le sumo a ese escenario material esa morralla de deseos e identidades que nos venden como respuestas en la que me ahogo como si la mala ola fuera un temporal: hoy, aunque no sea cosa de hoy, me siguen vendiendo la moto de que, con treinta años a la espalda, tendría que tener una familia, una vivienda en propiedad, un coche y dos televisores. Todo costeado con un trabajo de fábula y algún bálsamo para flotar cuando en mi cabeza retumbaran preguntas. Si no, hoy, esto parece cosa de hoy, me venden la moto de que, con veinticinco préstamos ingleses –que si coliving, que si coworking, que si nesting…–, me entregue a la vida moderna, que hoy estamos aquí y mañana ya veremos. ¿Qué respuestas son estas? ¿Qué respuestas me ofrece el modelo de consumo ahora que soy el protagonista de vivirlo? ¿Qué respuestas me ofrece ese otro modelo que muere a medianoche y renace cada amanecer? ¿Qué proyecto de vida, de sociedad, de estado es ese para el que soy solo uno?

Hay otro escenario, que se puede valorar tras los años que han pasado: los grupos que se construyeron, los testimonios de quienes los formaron, los compromisos y las motivaciones de quienes dieron la cara. Y lo valoro avisándome de que ese mundo, porque ya pasó, no es posible y porque lo bonito de ese mundo no me debe anclar al mar mientras nado. Y porque en Cádiz, donde he conocido a más gente gracias a la carrera extrauniversitaria, se pasaron aquellos años –supongo que como en Granada– entre neumáticos quemados en el puente Carranza y hermanos y hermanas que palmaron de sobredosis de pobreza y de amargura.

Siento algo raro cuando escucho uno de esos testimonios: escucho retumbar la pregunta igual pero no me ahogo. Siento escucharla retumbar como si pudiera rechazar lugares comunes, intuir medias verdades, formular crítica; como si, sin haber escuchado aquellas conversaciones sesudas, el ritmo de las respuestas siguiera el compás que retumba de la pregunta; como si el retumbar fuera el latido de mi corazón porque sigo vivo.

Siento como si me sacaran del agua unos minutos, me dieran tiempo a secarme y me sentara en la playa a esperar que la arena amarillee. Como si me fuera a gusto de la playa, llegara a casa y viera a través de aquella ventana, con la esperanza de que esa pregunta que retumba en busca de respuesta encuentre a alguien que la oiga retumbar. Y en otro momento, que no sé cuál es, aparezca la posibilidad de poder preguntar a alguien “¿Qué valores tiene que tener un joven republicano?”.

(*) Pablo Jones Medina, cañaílla nacido en Cádiz e ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, es socio del colectivo Granada Republicana UCAR. Hace una década integró los Encuentros Moraos, desaparecido grupo de debate de la juventud republicana granadina, al que se refiere en este artículo.

https://www.elindependientedegranada.es/politica/preguntas-joven-republicano