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viernes, 9 de noviembre de 2012

"Elecciones gallegas: un episodio en el proceso de descomposición del actual régimen político español de la IIª Restauración borbónica" (Entrevista a Xosé Manuel Beiras)




28/10/2012

Después de las elecciones gallegas del pasado 21 de octubre, en las que irrumpió con especial contundencia la coalición de izquierda nacionalista gallega, Alternativa Galega de Esquerda, Xosé Manuel Beiras*, el político más conocido y auténtico motor de esta coalición, se retiró al sur de la península a descansar para “recuperarme del correlativo dispendio de energías cada vez más escasas y no renovables”, como él mismo dice en la siguiente entrevista. Pero durante esta imprescindible recuperación de fuerzas, contestó muy detenidamente a las preguntas que para la revista "Sin Permiso" le realizó Daniel Raventós.

En primer lugar, ¿puedes hacernos una valoración de las elecciones gallegas del pasado 21 de octubre?

Aclaración previa: lo haré con el prisma óptico de la Alternativa Galega de Esquerda (AGE), tratando de que mi valoración resulte objetiva, es decir, intelectualmente rigurosa y veraz, pero sin pretender que sea 'neutral', dado que soy un ciudadano directa y personalmente implicado como candidato en esas elecciones. En ese combate electoral, la AGE se había fijado dos objetivos primordiales: primero, activar el voto de la izquierda social que se sentía huérfana de representantes fiables en la cámara legislativa gallega y, segundo, contribuir así a desalojar a la 'brigada de demoliciones, limpieza étnica, ecocidio y socialicidio' -es decir, el PP- de la mayoría parlamentaria y la ocupación de la Xunta de Galiza. El logro del primer objetivo dependía exclusivamente de nosotros (AGE), en cambio el segundo no. A la vista de los resultados, creo que el primero lo hemos alcanzado en una medida muy superior a la más optimista de las previsiones verosímiles al comienzo de la España -puede decirse incluso, en ejercicio de humor paródico, que hemos cumplido una 'misión imposible'. Por contra, resulta evidente que el segundo no se ha logrado. Pero, ¿cuál es la razón de ese desenlace aparentemente contradictorio? En apretada síntesis: en sólo unas pocas semanas a partir de nuestra inaugural aparición en escena, hemos logrado reactivar y obtener el apoyo de un enorme segmento del electorado desencantado y defraudado que, de no haber surgido la AGE, habría engrosado la abstención -saltamos de cero a 9 diputados (que por menos de 200 votos no han sido 10), con más de 210.000 votos equivalentes a más del 13% del total emitido; pero no ha sido suficiente para compensar el desplome de las opciones (PSdG-PSOE y BNG) que habían estado formalmente en la oposición parlamentaria al PP durante la legislatura pasada, y que habían sido gobierno bipartito en la precedente.

Pero la izquierda ha tenido un avance proporcionalmente significativo en las reciente elecciones, ¿no es así?

Efectivamente, porque además de lo que acabo de decir, conviene reparar en dos hechos significativos. Primero: en la pasada legislatura, a la izquierda del PSOE sólo había 12 diputados (los del BNG); ahora hay 16 (7 del BNG y 9 de la AGE). Cierto que el PP pasa de tener la mayoría 'por los pelos' (38 = la mitad más 1) a obtener tres más, pero eso me parece irrelevante: lo relevante es que conserva la Xunta para 'gobernar' contra los ciudadanos del común, y para ello le bastaría con el apoyo de los 38 de la mayoría estricta que seguirían actuando como androides descerebrados y amorales, tal como ya hicieron en la legislatura anterior. En cambio, nuestra irrupción en el Parlamento va a cambiar rotundamente el guión: vamos a pelear irrenunciablemente en defensa de la mayoría social agredida por el chivo emisario de la plutocracia, en ningún caso vamos a participar en 'compromisos podridos', como diría Oskar Lafontaine, y no vamos a esperar por la acción de la Xunta para actuar nosotros a la contra como hace la oposición convencional, sino que vamos a tomar la iniciativa para restablecer el rol genuino de la cámara de representantes y forzar al gobierno a ser ostensiblemente la 'contra' a las iniciativas que trasladaremos desde donde se elaboran, es decir, en las plataformas de la ciudadanía más activa y combativa.

El segundo hecho significativo consiste en que el respaldo electoral conseguido por la AGE no lo ha sido 'a costa de' BNG y/o PSOE: la inmensa mayoría de esos electores en ningún caso los habrían votado a ellos, sino que es un electorado que definitivamente perdieron por no haber sido realmente oposición rotunda al PP en la legislatura pasada. Por cierto que cada uno de nuestros escaños ha 'costado' cerca de 25.000 votos, frente a 15.000 de cada uno del PP; si los nuestros tuviesen ese 'coste' de 15.000 votos, tendríamos exactamente 14 diputados; y viceversa, si cada escaño del PP 'costase' lo que los nuestros, el PP no tendría la mayoría en el Parlamento: he ahí una muestra elocuente del efecto perverso da la llamada regla de d'Hondt.

ANG ha sido la candidatura más votada en ciudades como A Coruña y Compostela. Unos resultados excepcionales.

Y también la más votada en Ferrol (en esta ciudad empatados con el PSOE) y en una veintena de municipios más de la Galiza occidental. Sí, algo excepcional.

¿Cuáles eran todas las fuerzas políticas que entraban en la coalición? ¿Ha habido problemas de entendimiento, dadas las distintas sensibilidades, en algún momento, o la campaña ha resultado tranquila en este aspecto?

El planteamiento inicial abarcaba un espectro más amplio del que finalmente configuró la AGE. La iniciativa partió de Anova–Irmandade Nacionalista, una organización asamblearia de nuevo diseño, nutrida de ciudadan@s nacionalistas de izquierda, forjada mediante un proceso comenzado en marzo de este mismo año y abordado de abajo arriba, promoviendo la creación de asambleas abiertas sin ningún 'plato precocinado' a lo largo y ancho del país, que a finales de mayo se aproximaban al medio centenar y, en ese punto, decidieron constituir una coordinadora provisional a nivel nacional, que convocó una Asamblea constituyente para el 14 de julio.

Recién nacida Anova en ese día, yo mismo, elegido su Portavoz nacional, lancé un mensaje en Compostela el 25 de julio, durante nuestro acto de presentación pública y celebración del Día da Patria Galega. En ese mensaje propuse construir un frente amplio electoral capaz de dar una réplica rotunda a los desmanes del PP en el Parlamento y la Xunta de Galiza y desalojarlo así del poder en las instituciones autonómicas. Esa invitación iba dirigida, por una parte, a la red de movimientos y organizaciones sindicales, sociales y civiles existentes en la sociedad civil gallega mucho más densa y activa de lo que se suele creer desde fuera del país- que ya estaban promoviendo un proceso acumulativo de rebelión cívica, y por otra parte a los grupos políticos nacionalistas que no se habían integrado en Anova -incluso al propio BNG- y también a las fuerzas de izquierda incardinadas en organizaciones de ámbito estatal, siempre que asumiesen el derecho de autodeterminación de la nación gallega. Obviamente, este último destinatario de nuestra propuesta era tácitamente Esquerda Unida de Galicia -que inmediatamente hizo pública su disposición a participar en la construcción de ese frente amplio electoral.

Estaba previsto poner en obra ese proceso de confluencia en septiembre, pero la convocatoria de las elecciones, realizada por la Xunta 'a traición' en los últimos días de agosto, obligó a acelerar el proceso de diálogo y confluencia, y comprimirlo en los tan sólo diez días que las normas concedían para formalizar una coalición electoral -con otros diez para elaborar y registrar las candidaturas- así que reiteramos de inmediato nuestra propuesta de frente amplio, dirigiéndonos esta vez ya formalmente a cada uno de los interlocutores invitados a dialogar. EUG lo aceptó instantáneamente, y entró en diálogo con nosotros sin plantear la exclusión de ningún otro de los convidados. La dirección del colectivo nacionalista Compromiso por Galiza (CpG) - integrado por el grupo de centro-izquierda Máis Galiza (+G), el de centro-derecha Acción Galega (AG) y el ecologista y galleguista Espazo Ecosocialista- aceptaba coaligarse con Anova, pero excluía a EUG -aunque la víspera de expirar el plazo para inscribir la coalición sus bases enmendaron la postura de su dirección, demasiado tarde ya para renegociar los términos de la coalición acordados por Anova y EUG. La dirección del BNG, sin tan siquiera hacer la menor consulta a sus bases, se apresuró a hacer público su rechazo de la propuesta y la descalificación de los proponentes.

En semejante escenario, Anova y EUG decidimos registrar nuestra coalición como 'coalición técnica', con el rótulo de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), incluyendo en el documento de nuestro acuerdo una cláusula que abría la puerta a la incorporación de otros grupos durante los siguientes diez días disponibles para la confección y registro de las candidaturas. Esa cláusula permitió que se incorporasen a la coalición el Espazo Ecosocialista y también EQUO, y que militantes de esos dos grupos figurasen en las candidaturas de AGE -colectivos, ambos, que seguidamente participarían muy activamente en la campaña electoral. Y así quedó configurada finalmente la coalición AGE.

En cuanto a problemas de entendimiento recíproco entre EUG y Anova, debo decir que hubo inicialmente dificultades lógicas: culturas políticas diferentes, prismas ideológicos no idénticos, arriesgado ensayo de atravesar recíprocamente la divisoria entre 'nacionalismo' y 'españolismo' convertida desde el tardo-franquismo en una frontera infranqueable -poco menos que un 'tabú'- y carencia de experiencias previas de colaboración política entre nosotros, fuera de acciones unitarias en determinadas movilizaciones. Pero esas dificultades surgieron, y se resolvieron satisfactoriamente, en la fase de negociación de las condiciones y postulados de la coalición y de diseño de la campaña: en absoluto continuaron existiendo durante la campaña electoral. Las claves estuvieron en que compartimos unas bases programáticas comunes, la identificación del enemigo principal como objetivo primordial de nuestro combate, la defensa del común ciudadano brutalmente agredido por el poder como razón suprema de nuestra alianza, y la recíproca generosidad como condición necesaria para alcanzar la indispensable confianza mutua -sin lo cual éramos conscientes de que no conseguiríamos ganar credibilidad e infundir confianza en una ciudadanía desencantada de los representantes políticos 'al uso'. Y una vez puestos a caminar, las relaciones personales, tanto individuales entre los candidatos de una y otra formación, como grupales entre las bases militantes respectivas, avanzaron en creciente sintonía y camaradería.

Incluso los discursos peculiares respectivos -más clasista-obrerista el de EU, más inclusivo el de Anova en términos de claves identitarias y mayoría social- fueron experimentando un proceso de progresiva ósmosis a medida que se sucedían los actos y mítines. Yo estoy muy satisfecho, además de sinceramente y gratamente sorprendido.

¿Qué repercusión crees que van a tener los resultados gallegos para el conjunto del Reino?

No lo sé, y no dispongo de elementos fiables de juicio para aventurar un vaticinio. Lo que si sé, en cambio -y saberlo por anticipado fue un elemento crucial de la diagnosis en la que se basó nuestra arriesgada propuesta de un frente amplio- es que estas elecciones gallegas no se podían analizar y afrontar, solo ni incluso primordialmente, en claves de dinámica política interna gallega, sino como un episodio en el proceso de descomposición del actual régimen político español de la IIª Restauración borbónica -proceso análogo, en contextos socio-históricos diferentes, al del tardofranquismo, por una parte, y por otra, al de la fase agónica de la Iª Restauración, que desembocaron, el segundo, en la IIª República y, el primero, en el fraude de la transición suplantadora de la Ruptura Democrática por la que luchaba la ciudadanía anti-fascista y antifranquista.

Y la conciencia de que había que aprender de ambos precedentes, para incardinar todos los combates políticos, incluidos los electorales, en el horizonte de una necesaria ruptura democrática con el podrido régimen actual -y que eso implica una estrategia a nivel de Estado, y actualmente también de la perversa UE, en la que los nacionalismos emancipadores gallego, euskaldún y catalán no pueden permitirse el lujo de practicar el aislacionismo. Y también quiero dar mi opinión de que quienes crean que, por el simple hecho de que el PP haya conseguido atrincherarse de momento en la Xunta de Galiza, eso vaya a darle un balón de oxígeno en el escenario gallego y en el estatal, se equivoca de medio a medio. Yo advertí a Feijóo, durante la campaña, de que si creía que, en la hipótesis de mantenerse al frente de la 'brigada de demolición' en la Xunta, iba a cesar el asedio de los ciudadanos en rebelión contra su política etnocida y, en el trasfondo, homicida, estaba completamente equivocado. Con nuestra irrupción en el Parlamento, vamos a retroalimentar esa rebelión cívica: es lo menos que vamos a lograr. Yo le advertí de que, cuando él enunciaba el falaz dilema entre “yo o el caos”, los ciudadanos desalienados descifraban la realidad oculta bajo esa falacia: “yo soy el caos”. Su mandato anterior había provocado el caos en la sociedad gallega: un ulterior mandato sólo conseguiría reduplicar ese caos. Días después, el compañero Stavros, de Syriza, en el multitudinario mitin internacionalista que celebramos en A Coruña, corroboraba ese mismo diagnóstico, y con ese mismo juego de expresiones, en claves de la situación actual en Grecia.

¿Cómo valoras los resultados en la Comunidad Autónoma Vasca que hubo el mismo día en que se realizaban las elecciones gallegas?

Estos días estoy intentando reponerme del frenético ritmo de actividad, absolutamente impropio de mi edad, al que me sometí durante la campaña electoral, en la que reiteradamente me 'pasé de revoluciones' -me refiero a mi motor orgánico, claro está, y no al proceso sociopolítico en curso- y recuperarme del correlativo dispendio de energías cada vez más escasas y no renovables. De modo que todavía no he tenido ocasión ni tiempo para informarme adecuadamente y cambiar impresiones con mis amigos de la izquierda abertzale -y también del ala izquierda del propio PNV. Así que sólo puedo hacer un par de apuntes. Primero, que la arrolladora “enxurrada” electoral del nacionalismo vasco se confirmó. Segundo, que infelizmente (?) la izquierda no superó al PNV. El signo de interrogación entre paréntesis indica que no tengo claro que la correlación de fuerzas electoralmente resultante entre ambas alas del abertzalismo vaya a resultar menos favorable para el proyecto estratégico de su izquierda que la inversa -y ese proyecto estratégico me parece más importante que gobernar o no en las actuales instituciones de la Comunidad Autónoma de tres de los siete territorios de Euskalherría, que están, 'mutatis mutandis' tan periclitadas como las gallegas o las catalanas como fórmulas de 'autogobierno'.

En unas declaraciones después de las elecciones decías "estamos en un periodo y coyuntura histórica, en que no se sabe cuánto va a durar este régimen político", aunque ya te has referido antes a ello, ¿puedes explicarnos más detenidamente lo que quieres decir con tan contundente expresión?

Creo que esta pregunta está respondida en gran medida, como efectivamente ya dices, en una de mis respuestas anteriores. Solo añadiré mi convicción de que, o los ciudadanos ejercientes como tales acabamos con este régimen podrido en el que la Constitución que algunos no votamos pero defendimos después frente sus cocineros transmutados en dinamiteros, ya no está vigente en sus contenidos normativos más importantes, o de otro modo no habrá posibilidad de que Celtiberia deje de ser el “corral nublado” y la “deformación aberrante de la cultura europea” que denunciaba Max Estrella, el protagonista del esperpento de Valle-Inclán titulado “Luces de Bohemia”, escrito en pleno período de descomposición de la Iª Restauración borbónica, precisamente.

* Xosé Manuel Beiras, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, es el más destacado dirigente de la izquierda nacionalista gallega. Ahora milita en Anova. Catedrático de Economía en la Universidad de Santiago de Compostela, ha sido uno de los políticos más sólidos, imaginativos e independientes de la izquierda durante la transición política en el Reino de España.


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