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viernes, 31 de mayo de 2013

Convocator​ia - Manifestac​ión "Pueblos Unidos Contra la Troika" - Mañana Sábado 1 de Junio - 18 H - Jardines del Triunfo (Granada)


MANIFESTACIÓN INTERNACIONAL

"PUEBLOS UNIDOS CONTRA LA TROIKA"

POR LA DEMOCRACIA, LA LIBERTAD Y LOS DERECHOS SOCIALES

NO AL GOLPE DE ESTADO FINANCIERO.  NO DEBEMOS, NO PAGAMOS

HAY ALTERNATIVAS. HAY SOLUCIONES:

- POR LA JUSTICIA SOCIAL Y AMBIENTAL

- POR LA TRANSPARENCIA Y LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

- EN DEFENSA DE UNOS SERVICIOS PÚBLICOS Y UNIVERSALES

- POR UNA AUDITORIA CIUDADANA DE LA DEUDA. CONTRA LA DEUDA ILEGÍTIMA


MAÑANA SÁBADO, DÍA 1 DE JUNIO DE 2013

6 DE LA TARDE

JARDINES DEL TRIUNFO (GRANADA) 


miércoles, 29 de mayo de 2013

Segunda Transición


Felipe Alcaraz Masats

Andaluces Diario

28/05/2013

Nos están situando en la rampa de lanzamiento de la segunda Transición. La primera, la modélica, con el tejerazo incorporado a partir de 1981, parece que agoniza. Al final, y hablo de la estructura profunda, se puede resumir el sentido de la primera hablando de dos hebras en ese trenzado histórico: el neofranquismo que negoció la Transición y, desde luego, sacó tajada, y ese turbocapitalismo que se inició a finales de los 70 por Reagan y Thatcher, y que en España se incorporó en nombre de la izquierda sensata, de la modernidad y de Europa.

Los actores de la segunda empiezan a salir a escena, al tiempo que perfilan la cohetería ruidosa del gobierno y la oposición, o sea del bipartidismo, en el seno de la sociedad del simulacro, para que no decaiga el espectáculo mientras cristalizan, tras las cortinas de terciopelo púrpura, los cauces de la nueva época. La argumentación del Rey, apelando a que todos somos remeros, la majestuosidad civil del expresidente que culminó la primera Transición (hay que ayudar a Rajoy aunque no se deje, y con las cosas de comer no se juega), el desperezamiento de los poderes fácticos, empezando por la Iglesia, y las voces incansables del periodismo de estado…Todos se aprestan a lanzar la llamada patriótica.

Y resulta preciso ahora, pienso yo, no perderse en los truenos y relámpagos del inicio de la fiesta. Ojo al manojo, porque las personas y estamentos nombrados, como los cucos, son maestros en dar los gritos en un sitio y poner los huevos en otro. Se trata, en definitiva, si hablamos del fondo de la cuestión pretendida, de salvar a la corona, quizás a través de un proceso largo de abdicación astillada (el Rey parece que ha pedido 5 años y que le solucionen el asunto de la inmunidad); se trata de rescatar al bipartidismo de su desplome, con una ley electoral mayoritaria, eso sí, vendida como estrategia necesaria de acercamiento al pueblo soberano; y se trata de establecer, y estabilizar, nuestros límites y “posibilidades” actuales, una vez hechos los ajustes, recortes y limpiezas étnico-laborales pertinentes, en consonancia con la troika, y vendiendo la moto de que la actual es la única realidad posible y que “eso” es la tan deseada salida de la crisis. Otrosí digo: quizás sea preciso también suturar de modo adecuado (si lo permiten ese ramillete de jueces díscolos, empecinados en la antigualla de la independencia del poder judicial) esa imagen de cleptocracia que se está dando en el seno del saqueo consumado en los últimos años en nombre del crecimiento y la prosperidad.

¿Cómo, por otra parte, solventar la revuelta social de los indignados y la plataforma del escrache y la democracia horizontal y directa? ¿Por qué no se deja de milongas el 15M y se presenta a las elecciones? ¿Por qué no se dedican a votar cada cuatro años y abandonan esa metafísica de la democracia participativa y del poder constituyente de los ciudadanos? ¿Cómo solventar las ansias alternativas, con crecimiento inesperado, de ciertas formaciones que no pertenecían al esquema ortopédico pactado? Se empieza a preguntar ya el poder constituido cerca de la mesa donde se ha de consumar el pacto-parto de la segunda Transición.

Y hay que decirlo: a la vez que arranca esta estrategia el poder constituido, hay otro tren que ha empezado a moverse en sentido contrario y por otras vías (que nadie nos asuste con el choque de trenes). Parece estar claro que mucha gente empieza a elegir entre el poder constituido (como parte del problema) y el poder constituyente (como condición de posibilidad de la solución). Y cada vez, a lo que parece, resulta menos posible elevar el grito gatopardesco de cambiarlo todo para que nada cambie, sobre todo la Constitución del 78. El tren de la renovación, de la democracia real ya, piensa, tal vez, que es la hora de activar el poder constituyente y de un desbordamiento, a través de la participación directa y pacífica, de la democracia representativa. Así han sido casi todos los procesos constituyentes. Que nadie se asuste, pues, porque además son muy interesantes.


domingo, 26 de mayo de 2013

Mariana, símbolo de igualdad


Francisco Vigueras*

Granada Hoy

26/05/2013

"Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ánimo para arrostrar el trance final. Prefiero sin vacilar una muerte gloriosa a cubrirme de oprobio delatando a persona viviente". Fueron las últimas palabras que pronunció Mariana Pineda, antes de ser ejecutada, una triste mañana del 26 de mayo de 1831. La historiadora Antonina Rodrigo nos dice que sus verdugos le ofrecieron salvar la vida a cambio de delatar a sus compañeros de la revolución liberal, pero nuestra heroína guardó silencio y se enfrentó al cadalso. 

Mariana fue sometida a un juicio lleno de irregularidades por la monarquía absolutista de Fernando VII que firmó su sentencia de muerte. Los esbirros del rey déspota habían registrado su casa y presentaron como prueba una bandera de color morado en la que había bordado con hilo rojo el lema: ¡Libertad, Igualdad y Ley! Mariana fue acusada de participar activamente en la conspiración contra la tiranía fernandina y el 26 de mayo de 1831 fue conducida a la Plaza del Triunfo y ejecutada públicamente mediante el brutal garrote vil. Su ejecución no solo pretendía castigar a los liberales -nos dice Antonina Rodrigo-, sino castigar también la participación de la mujer en la vida política y social.

Hoy, 182 años después de aquel crimen infame, Mariana Pineda es mucho más que la 'heroína de la libertad', se ha convertido en un símbolo de la liberación de la mujer, que está pagando un alto precio en la lucha por la igualdad. Según la ONU, cada año son asesinadas en el mundo más de 66.000 mujeres, víctimas de la violencia machista. A este dato escalofriante hay que añadir, por ejemplo, que en Nueva Delhi se produce una denuncia por violación cada media hora; que en las calles de El Cairo es permanente el acoso sexual que sufren las mujeres; o que en Tokio, el 64% de las jóvenes reconocen hacer sido objeto de tocamientos en el tren. Tampoco olvidamos el programa sexista Blachman, de la televisión pública danesa, que convierte el cuerpo femenino en un espectáculo bochornoso. 

Por todo ello, nos reunimos, una vez más, en la Plaza de la Mariana para rendirle homenaje con el romancero popular de Javier Tárraga y las canciones de artistas solidarios como Juan Trova, Juan Pinilla y María Martín**. 

Cada vez son más las asociaciones de mujeres que apoyan a Granada Abierta en su reivindicación al Ayuntamiento, para que declare el Día de Mariana Pineda como fiesta local. Recordamos al gobierno municipal que el Día de la Mariana era la gran fiesta del pueblo de Granada durante la República, hasta que fue prohibida por la dictadura franquista. Por tanto, Granada Abierta sólo quiere recuperar la fiesta que los militares golpistas arrebataron al pueblo. 

Recordamos también que la Unión Europea ha reconocido a Mariana Pineda, poniendo su nombre al salón de entrada del Parlamento de Estrasburgo y pediremos al Parlamento Andaluz que sea declarada Hija predilecta de Andalucía.

En Granada necesitamos una fiesta laica, capaz de unir a toda la ciudadanía en los valores democráticos de la igualdad, la justicia y la libertad.

http://www.granadahoy.com/article/opinion/1531300/mariana/simbolo/igualdad.html

* El periodista Francisco Vigueras Roldán es coordinador de Granada Abierta por la Tolerancia, plataforma ciudadana de la que forma parte UCAR-Granada, junto con otros colectivos como el Manifiesto 2 de Enero, la Asociación Pro Derechos Humanos, la Asociación para la Solidaridad y la Paz de Andalucía, Granada Laica, Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía, el Fórum de Política Feminista, la Asociación Mariana Pineda, las Comunidades Cristianas Populares, la Mezquita de la Paz, la Asociación Cultural Almenara, la Asociación Gitana Anaquerando, el Sindicato de Periodistas de Andalucía, el Centro de Estudios Históricos de Andalucía y la Asociación Democracia y Derecho.

** Esta misma tarde, a las 18:30 horas, Granada Abierta ha convocado una nueva edición de "Mariana, Fiesta Local", a celebrar en la plaza dedicada a la heroína en nuestra ciudad. Allí os esperamos, amigos y compañeros.

*** Fotografía de granainoCF.

viernes, 24 de mayo de 2013

Fronteras de la democracia


Pablo Bustinduy*


15/05/2013


“Un cuerpo ciudadano inclusivo pero esencialmente pasivo, en el que caben tanto la élite
como la multitud, pero cuya ciudadanía tiene un horizonte limitado”

 Ellen Meiksins Wood, “La democracia contra el capitalismo”

1. En la antigua Grecia, la libertad (eleutheria) quería decir: ser libre de servir. Ciudadano es aquel que no tiene señor y no le debe nada a nadie, quien no debe sudar para que otro le arrebate el fruto de su tiempo y de su esfuerzo. Por debajo, claro, estaba el cuerpo de los esclavos; por detrás el de mujeres y extranjeros. En el centro de la plaza, sin embargo, la presencia del demos era escandalosa: su gobierno no estaba basado en el linaje, la riqueza, la inteligencia o la aptitud, sino en la socialización de las decisiones y de la razón política, en el poder común de la gente libre. Por eso la mayor parte de los cargos políticos se sorteaban al azar, y las principales discusiones se sometían al griterío de la asamblea: porque quien no trabaja para un tirano tampoco se encomienda a él para que decida en su lugar.

2. En las democracias modernas, el “gobierno del pueblo” se convierte en el gobierno de sus representantes, y el pueblo en una ficción por la que la igualdad consiste en que el voto de un oligarca y el de un obrero valgan exactamente lo mismo. Todo lo que los separa -su trabajo, sus ingresos y relaciones, el poder que ejercen o que se ejerce sobre ellos- desaparece por arte de magia de la escena política. En la democracia capitalista, el demos es una superficie lisa, homogénea, fría, donde la vida social no deja marca alguna y todos tienen el mismo derecho a no hacer (casi) nunca (casi) nada. Pero los griegos ya decían que toda ciudad tiene dentro otras dos ciudades, que no todos viven en las mismas condiciones ni tienen las mismas posibilidades. Por eso el pueblo es a la vez el nombre de las clases bajas y de todo el cuerpo social: porque ese cuerpo está quebrado por dentro.

3. En el parlamento, la democracia entra en un lugar cerrado que pretende tener el monopolio de lo legal y lo legítimo (no es casualidad que los parlamentos del Sur de Europa estén blindados: esa es en última instancia la porosidad de la “esfera política”). La ficción representativa despolitiza por principio todo lo que queda fuera de ella. Por eso los escraches son “nazismo puro” y el millón de firmas del referéndum de la sanidad, una “parodia”. Del otro lado de esa frontera, sin embargo, hay cada vez más gente a la que ya no le quedan razones para mantener el pacto social. Es un bloque histórico (en el sentido casi tectónico de placas de ruptura, de un continente que busca darse su propia forma) en crecimiento y más consistente de lo que se deja pensar. La paradoja es que cuanta más presión hace contra el límite, más se acerca a su propia frontera, a sus propios momentos de desborde y definición.

4. En un comentario sobre las lecciones de la revolución, Trotsky dice que en ese tipo de situación suelen surgir dos actitudes que obligan a retroceder en lugar de saltar adelante. El primero no encuentra a su alrededor más que defectos, dificultades e imposibles para el movimiento; el segundo solo ve un obstáculo cuando ya se ha abierto la cabeza contra él. Uno ve montañas por todas partes; el otro está convencido de que el “océano le llega por las rodillas”. Spinoza decía que la esperanza y el miedo son dos versiones simétricas de una misma parálisis, de una misma incapacidad de actuar. Probablemente, encontrar el punto medio entre esos dos extremos sea hoy una premisa para el problema de la organización.

5. La situación se ha vuelto cada vez más impredecible. La unidad del demos, de la que tanto se habla, nunca viene dada de antemano: es un proceso dialéctico, contradictorio, que avanza inutilizando límites, haciendo fuerza contra ellos, volviéndolos inservibles. Gilles Dauvé y Karl Nesic escriben en Más allá de la democracia:

“En Petrogrado, en 1917 y con 90.000 empleados (hombres y mujeres) del textil ya en huelga, uno de los detonantes de la revolución fue una manifestación de mujeres que, el día 23 de febrero, se hartaron de hacer cola delante de las panaderías y decidieron plantarse frente a la sede de la Duma municipal para exigir pan (…) Por el camino detuvieron los tranvías y se pararon frente a las puertas de fábricas y oficinas, incitando generalmente con éxito a parar el trabajo. Es un ejemplo de cómo lograr que se entremezclen las categorías “domésticas” y “obreras”, el lugar de trabajo y el espacio fuera de él, la ocupación de la empresa y de la calle; es crear un umbral a partir del cual todo puede ponerse en discusión. A una escala más modesta, apenas se entreabre una brecha en la realidad puede surgir ese “desorden fraternal” (Babeuf), productor de una comunidad de lucha. En Rouen, en mayo de 1968 y tras haber sido invitados a parar el trabajo, los empleados de una calle comercial se ponen a debatir a pie de calle; se suma todo viandante que lo desea, sin que nadie les pregunte quiénes son ni en nombre de quién hablan. Las fronteras solo rigen mientras rigen las rutinas.”

Los procesos pueden darse a muchos niveles y con distintas lógicas: lo esencial es acumular fuerzas en el instante en que se cruzan las trayectorias, cuando se puede desbordar las fronteras y poner las cosas en discusión.

http://blogs.publico.es/dominiopublico/6945/fronteras-de-la-democracia/

Pablo Bustinduy es profesor de Filosofía en la Universidad de Fairfield (Connecticut, Estados Unidos de América).

** Ilustración de Ramón Rodríguez.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La inevitable erosión de la Monarquía en España




17/05/2013

La opción republicana ha estado durante décadas arrinconada en España, marginada del debate público. Primero, por la vía más expeditiva que pueda imaginarse (una Guerra Civil que condujo a 40 años de dictadura). Después, por un pacto, convenientemente sacralizado, la Transición democrática, que fue también un pacto de olvido y de silencio, en virtud del cual todos, o casi todos, aceptaban o toleraban la reinstauración de la Monarquía; incluso el PCE lo hizo, a cambio de su legalización en 1977.

La alianza de la Monarquía con el sistema de partidos, con los medios de comunicación y con la élite empresarial española (la lista de amigos del rey que han tenido que pasar por el juzgado, incluso por la cárcel, es larga: Manuel Prado y Colón de Carvajal, Javier de la Rosa, Mario Conde, los Albertos, …) aseguró, durante décadas, que la forma de Estado no pudiera ponerse en duda. La Monarquía era, en apariencia, popular, y desde luego parecía inamovible, dado que nadie con una mínima posición de poder estaba dispuesto a criticarla.

Esta situación, como es notorio, ha dado un vuelco considerable en los últimos dos años, aunque ya a lo largo de la última década había podido percibirse un cambio. Primero, por efecto de la multiplicación de medios y fuentes informativas que conllevó la revolución digital. Estos nuevos medios, en algunos casos, no eran tan complacientes con la Monarquía como lo que hasta entonces era habitual. Y en segundo lugar, por un factor generacional: el público más joven, nacido y educado en democracia, que no ha vivido la época de la Transición, indudablemente otorga menos valor que las generaciones precedentes a la figura de Juan Carlos I y a la propia institución monárquica.

Estos cambios, que en España podían percibirse lentamente, se han acelerado merced a la crisis económica, la desvalorización de las instituciones a ojos del público y la existencia de un clima de opinión mucho más crítico y menos dispuesto a hacer la vista gorda frente a determinados comportamientos que, precisamente ahora, han salido a la luz pública, como el caso Urdangarin o el accidente del rey en Botsuana y las noticias sobre sus negocios y su vida privada. La confluencia de todos estos acontecimientos ha provocado la quiebra –aún parcial en los grandes medios– del antaño infranqueable “cinturón sanitario” mediático, la degradación acelerada de la popularidad de la Monarquía, según muestran las encuestas, y la resurrección de la República como forma de Estado alternativa al régimen emanado de la Transición política.

Desde los defensores de la Monarquía, y desde la propia institución, probablemente se piense lo mismo que piensan los partidos políticos mayoritarios, también en decadencia: que la erosión de popularidad es coyuntural, provocada por la crisis económica, y que cuando la crisis amaine también lo harán las críticas.

Sin embargo, con independencia de que nadie sabe cuándo finalizará la crisis, y en qué condiciones lo hará (un “final” de la crisis en 2019, con un 14% de paro y unas condiciones laborales infames, no parece demasiado alentador), personalmente creo que no será así. Fundamentalmente, por dos factores.

El primero es que, una vez abierta la veda de las críticas contra la Monarquía, ya nada será igual. Los ciudadanos, acostumbrados durante décadas a la inviolabilidad, en términos tanto jurídicos como mediáticos, del rey (y de la Familia Real, por extensión), no verán con resignación que las cosas vuelvan al punto de partida. Y otro tanto puede decirse de los medios de comunicación.

Y, con esto, la Monarquía española tiene un problema, porque su popularidad se cimentó en una imagen pública perfecta, ajena a las vicisitudes de la política española o a la crítica en el espacio público. En los años 90 se comparaba el “virtuosismo” de la Familia Real española con los desastres de la británica como si la información disponible sobre unos y otros fuese la misma. Un estado de las cosas derivado de la situación de excepcionalidad con la que se reinstauró la Monarquía en España, en la que la inviolabilidad del rey se justificaba en su papel amortiguador de tensiones entre las fuerzas provenientes del franquismo y las de la oposición, plasmada en su papel en el golpe de Estado del 23-F de 1981.

Lo cual nos lleva al segundo problema de la Monarquía española: el generacional. Los principales apoyos de la Monarquía se concentran, cada vez más claramente, en las generaciones de españoles que vivieron la agonía del franquismo y la Transición política, y que se creen (total o parcialmente) el relato “heroico” del papel del rey en dicha Transición y, sobre todo, en el 23-F. Por el contrario, las generaciones más jóvenes, nacidas en democracia, educadas en democracia, y para las cuales la Transición o bien es un acontecimiento histórico remoto o bien, directamente, un relato construido para legitimar el reparto del poder entre las elites españolas, no evalúan la figura del rey con el mismo prisma.

Desechados estos factores, a ojos de las generaciones más jóvenes (entiéndase por “jóvenes” a la población menor de 45 años) las razones para preferir la Monarquía parecen muy poco consistentes, porque lo que queda es lo que todos sabemos: que una Monarquía, por su propia naturaleza, es difícilmente compatible con un sistema democrático, y de hecho genera todo tipo de deficiencias y problemas derivados de la impunidad de la institución, que estamos viendo ahora, pero que siempre estuvieron ahí. Son privilegios difíciles de asumir por parte de los ciudadanos, y no sólo porque estemos en crisis y la supuesta ejemplaridad de los miembros de la Familia Real brille por su ausencia.

Conscientes de las dificultades cada vez mayores para “vender” el producto monárquico, los apologetas de la Monarquía, que desde luego siguen siendo mayoría en los medios de comunicación, han cambiado el enfoque. Ya no se trata de vender un monarca carismático y providencial, Juan Carlos I, sino un buen gestor, un heredero, Felipe de Borbón, de quien se nos dice constantemente, como aval de su candidatura, que está “muy bien preparado”. Una especie de argumento tecnocrático aplicado a la jefatura del Estado, por el que pasaríamos del padre, “Campechano I”, al hijo, “Preparado I”.

Pero resulta difícil saber cómo aceptarán los ciudadanos que un puesto tan sensible no se elija democráticamente, sino que se confíe al supuestamente mejor preparado. A fin de cuentas, ahora ya no tenemos detrás el horrendo bagaje de la Guerra Civil y los 40 años de dictadura para convencernos. Ni el temor de reproducir la situación, porque lo que está fuera de toda duda es que nadie está dispuesto a echarse al monte por algo así. Pero sí a ganar audiencia, o votantes, respondiendo a las preferencias de los ciudadanos. He aquí el principal problema de la Monarquía: el tiempo, sin lugar a dudas, corre en su contra, y cuando llegue el momento en el que los principales partidos políticos, los medios de comunicación más influyentes, el poder económico, perciban que están apostando por el caballo perdedor, cambiarán de apuesta con más celeridad, y con menos dificultades, de las que muchos creen.

http://www.eldiario.es/zonacritica/inevitable-erosion-Monarquia-Espana_6_133396675.html

* Guillermo López García es profesor de Periodismo en la Universidad de Valencia y codirector de la publicación electrónica La Página Definitiva.

** Viñeta de Mena.

domingo, 19 de mayo de 2013

El descrédito de la Corona


Rafael Torres*

OTR Press

07/05/2013

Se ha echado a rodar la especie de que el descrédito de la Monarquía es, solamente, el descrédito de la Corona, acaso con la idea de que cambiando esta, es decir, el titular que la ciñe, se pueda conservar incólume aquella. A tal fin, y contraviniendo aparentemente el tabú que hasta poco blindaba el trono, se relacionan los episodios que habrían enajenado la voluntad y la opinión de los ciudadanos respecto al añoso monarca, cual establece la última encuesta del CIS: las granujerías del yernísimo Urdangarin al amparo del real nombre y de la real casa, la imputación de la Infanta Cristina por sus presuntas actuaciones en dichas granujerías, los safaris a todo trapo mientras el pueblo pasa hambre, las amistades, tan entrañables como peligrosas, con una princesa tuneada de aire austro-húngaro... Sin embargo, esa no es la causa de la desafección, sino la gota, las gotas, que han colmado el vaso.

La mayoría de los españoles pasa de la Monarquía, y no digamos los más jóvenes, porque, además de antojárseles una marcianada y una institución de dudosa utilidad y legitimidad, representa y simboliza un sistema político que se ha revelado abrumadoramente corrupto y contrario a las aspiraciones, las necesidades y los intereses del conjunto de la sociedad española. Suena duro, pero más duro es que así sea. La irresponsabilidad ante la ley del monarca, que atenta contra la misma línea de flotación del principio democrático de la igualdad, es como si hubiera acabado contagiando a la tropa política e institucional que se arracima bajo su sombra y en sus aledaños, de suerte que el descomunal saqueo de los bienes y de los recursos públicos perpetrado por dicha tropa se va saldando sin uno sólo de sus rateros en prisión. No cuenta, desde luego, la basurilla marginal de los munícipes carteristas que operaron en Marbella, alguno de los cuales sí se halla a la sombra.

El descrédito de la Corona es, ni más ni menos, el descrédito de la Monarquía. No contribuye a lo contrario, ciertamente, que la reaparición del rey haya sido en el fútbol, y no en una visita a un Banco de Alimentos.

http://www.europapress.es/opinion/rafaeltorres/margen-descredito-corona-20130507120016.html

Rafael Torres es periodista y novelista.

jueves, 9 de mayo de 2013

Convocatoria - Conferencia “¿Debemos Pagar la Deuda Ilegítima?” - Viernes 17/05 - Centro de Documentación Científica (Granada)


CONFERENCIA "¿DEBEMOS PAGAR LA DEUDA ILEGÍTIMA?"
(Sesión 12 de los Seminarios "Miradas al Mundo")

Ponente: Eduardo Garzón Espinosa (Logroño, 1988), licenciado en Economía y en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Málaga, miembro del Consejo Científico de ATTAC-España y colaborador de La Marea, el periódico mensual de la cooperativa MásPúblico.

Fecha: Viernes 17 de mayo de 2013.

Hora: 7 de la tarde.

Espacio: Salón de Actos del Centro de Documentación Científica de Granada (calle Rector López Argüeta, s/n, entre el Colegio Mayor Isabel la Católica y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología).      

Aperitivo: "Debería hacerse una auditoría pública de la deuda de los estados para ver qué compromisos tenemos y reestructurar una deuda que, en algunos casos, puede ser considerada ilegítima. Lo que no tiene sentido es que, hoy por hoy, los ciudadanos nos apretemos el cinturón para devolver una deuda que irá a parar a los bancos alemanes y franceses" (declaraciones de Eduardo Garzón al diario La Opinión de Zamora, el pasado 5 de mayo).

Organizadores: