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domingo, 24 de noviembre de 2013

El futuro


El Economista

22/11/2013

Los empresarios han reconocido que no volveremos a vivir con los niveles y un entorno económico similar al de antes de la crisis. De cajón, incontestable, real como la vida misma. Como todas las crisis, ésta ha servido para reestructurar el aparato productivo despidiendo a trabajadores, cerrando empresas y dando un paso de gigante en la liquidación de las conquistas sociales mediante la destrucción del modelo productivo proveniente del Estado del Bienestar. Creo que ya no hay duda alguna sobre ello.

El problema que esta situación nos plantea a los que venimos de una tradición de lucha contra el sistema, es de una magnitud tal que nos obliga a echar por la borda análisis, valores, acciones y estrategias de oposición de otras épocas, incluidas las actuales. Gastar esfuerzos, energías y tiempo en conseguir la vuelta atrás es un trabajo estéril.

La crisis ha acabado con la filosofía política y sindical basada en demandar del sistema una parte mayor del pastel. Ya no es posible porque el sistema ni quiere ni puede, a no ser que se niegue a sí mismo. La opción que nos queda no es otra que la asunción de ese hecho y comenzar a plantear una alternativa de amplio respaldo que se vaya construyendo en función de la creación de otra sociedad con otras motivaciones, otros contenidos y otra cultura del bienestar, el consumo y la calidad de vida.

El pleno empleo no es posible si no hay un reparto del trabajo. Los salarios deben contemplarse en la globalidad de triple dimensión: directo, indirecto y diferido poniendo el énfasis en una relación entre ellos diferente. Y esa construcción necesita de los trabajadores, de los técnicos, de la ciencia, de la investigación, de ciertos autónomos y en general de todos aquellos que ya han sido uniformados por su condición de precarios y marginados. Ya no hay vuelta atrás, ni para el sistema pero tampoco para su declarada oposición. No es una cuestión meramente electoral sino de proyecto.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Ricos vs Pobres


Elías Trabada Crende*

Otras miradas

21/11/2013

Salgo del Metro madrileño por la calle Serrano y me encuentro de golpe con comercios de bienes de lujo, miro en uno de los escaparates, observo unos zapatos de 450 y a su lado otro par por 590 €; de súbito surge el pensamiento de un millón y medio de personas desempleadas que reciben una prestación mensual de 426 € con la que tienen que sobrevivir, no sólo ellas sino también familiares a su cargo. Sigo mirando, reparo en una mochila de 660 y un bolso de mujer de 950 €; por la mente cruza la idea de que cinco millones de pensionistas (el 57% del total) han de subsistir con menos de 700 € al mes.

Continúo explorando el escaparate, ahora veo unos pantalones de hombre por 1.425 y otros de mujer a 1.670 €; sopeso que, más o menos, el sueldo mensual medio del asalariado según el INE. Me fijo en una cazadora de corte femenino a 3.590 y en un maletín de avestruz a 6.500 €; en ese momento, aparece reflejada en el escaparate la imagen nítida de una pareja de burgueses que presume de vestir con ese lujo y me murmuran alborozados al oído: tengo unos zapatos, trajes, vestidos, unos pendientes, gemelos,…, que cada uno cuesta tantos sueldos de productor [ya sabéis que trabajador es un término que consideran de izquierda]. La imagen fantasmal se desvanece y quedo confuso; ¡uf!, no he debido tomar ese chupito de hierbas tras el cocido, su supuesto efecto digestivo ha derivado en alucinógeno.

¡Ahora caigo!, seguramente esa pareja espectral de burgueses es un eco en la memoria dejado por la noticia que leí hace días: “Los consejeros de las empresas del Ibex ganaron una media de 279.300 euros en 2012”; una remuneración que supera en 5 veces el promedio correspondiente para directores y gerentes (54.396 €), en 9 la retribución media de técnicos y profesionales (30.087 €), en 13 la recibida por los trabajadores cualificados de las industrias (22.030 €), en 22 el salario medio cobrado por los trabajadores no cualificados en servicios (12.945 €), en 23 la pensión media anual de la Seguridad Social (12.012 €) y, a su vez, excede en nada menos que 31 veces el salario mínimo interprofesional (9.034 €). El pensamiento reflexiona qué surcos tan profundos de desigualdad labra el capitalismo en nuestra sociedad y prosigue discurriendo sobre el 22,2% de la población española que se encontraba por debajo del umbral de riesgo de pobreza en 2012 (Encuesta de Condiciones de Vida del INE): alrededor de diez millones y medio de personas dispusieron de una renta media inferior a 7.182 €, cantidad 39 veces inferior a la ganancia media de los consejeros de empresas Ibex.

Un tanto desasosegado, dejo de contemplar los escaparates del lujo, camino por la calle Serrano y me encuentro un quiosco donde un titular de revista atrae con fuerza mi mirada: “Las 100 mayores fortunas de España”, hojeo el ejemplar y leo que suman un patrimonio de casi 160.000 millones de euros; en el Top 10, el más rico acumula 47.600 millones de euros mientras el burgués rezagado en la décima posición ha atesorado la modesta cantidad de 2.100 millones de euros. ¡Qué barbaridad y yo pasando tantas privaciones!, me cuchichea al oído el fantasma de mi vecino obrero de la construcción, sin empleo desde hace cuatro años, uno más del numeroso colectivo de tres millones y medio de parados de larga duración (58,5% del total de desempleados en el tercer trimestre de 2013 según la EPA del INE), que subsiste gracias al piso cedido por sus padres y al apoyo de amigos y vecinos. Me dice que forma parte de esos tres millones de personas que sobreviven con menos de 307 euros mensuales y que los estudiosos clasifican en la categoría de la pobreza severa, significando el 6,4% de la población española en 2012 pero con una clara tendencia a crecer durante la presente crisis económica (3,5% en 2007 según la ECV del INE).

Como sociólogo me doy por aludido, agregando que la concentración de la riqueza y el aumento de la pobreza severa son las dos caras de la misma moneda, tal como nos indican el coeficiente de Gini que creció de 31,9 a 35 sobre 100 desde 2007 a 2012 y la Distribución de la Renta S80/S20 que también subió su valor en España: el 20% más rico acumula 7,2 veces más renta que el 20% más pobre de la población, cuando en 2007 esa ratio se situaba en 5,5 veces. Ambos indicadores contrastan con el conjunto de la Unión Europea donde han permanecido estables en valores visiblemente inferiores respecto de los españoles (según Eurostat, 30,5 y 5,1 en 2012, respectivamente). Además, le explico al fantasma de mi vecino que estamos asistiendo a una polarización de la estructura social que avanza hacia una sociedad dualizada, entre ricos y pobres, donde el espacio social de las clases medias se estrecha y es bastante vulnerable, con capas en proceso de empobrecimiento y desclasamiento que se precipitan hacia el precariado, un espacio social que aumenta con el neoliberalismo, caracterizado por la rotación entre situaciones de paro y empleo temporal, la pobreza material y una creciente desafiliación o carencia de relaciones sociales. Rasgos negativos que en España adquieren una mayor gravedad por las políticas de recortes sociales y desmantelamiento del Estado del Bienestar que se implementan desde el estallido de la crisis económica.

Tras mi monólogo, me mira el quiosquero con desconfianza y espeta si quiero la revista, le digo alzándola que no hay derecho, qué desigualdad e injusticia, a lo que responde que compre o me vaya, pues su quiosco no es un foro de discusión. Algo ofuscado decido cambiar de escenario marchándome a la Cuesta de Moyano, a pasear entre sus casetas de libros de segunda mano. Curioseando observo un libro de Miguel Espinosa, La fea burguesía, lo abro a voleo y leo: “Aunque parezca paradójico, el gasto te enriquece; únicamente si gastas, te verificas como rico; por eso florece un comercio de objetos carísimos, y hay misteriosas tiendas dedicadas a gastar, no a comprar”. Sigo hojeando y reparo en las siguientes frases: “…cambiar el salario de treinta obreros por una figurilla que casi quepa en la palma de la mano, algo que a los propios obreros se les antoje insignificante, frágil y efímero. (…) Cuando un hombre recibe el salario de treinta obreros, carece de hermanos, porque no teme; la impunidad, entendida como fruto de la total seguridad, sustituye a la fraternidad y a la responsabilidad”. De nuevo asoma la pareja espectral de burgueses y me susurran con arrogancia: vuestra pobreza es nuestra riqueza; a lo que contesto irritado: ¡hummm… qué fea burguesía!.

http://blogs.publico.es/otrasmiradas/1367/ricos-vs-pobres/

* Xosé Elías Trabada Crende es consultor especializado en sociología y urbanismo.

** Chiste de El Roto.

martes, 19 de noviembre de 2013

España como anomalía



16/11/2013

“Pero no ha llegado la paz, Luisito: ha llegado la victoria”. Esa es la respuesta que le da don Luis a su hijo en la escena final de Las bicicletas son para el verano de Fernando Fernán Gómez. Se trata de una escena memorable no sólo porque pertenezca a una de las mejores obras de nuestro teatro contemporáneo. El presente político español suele devolverle también la realidad. Nuestra historia nos condena a vivir instalados en la anomalía.

Leo con estupor que María Dolores de Cospedal anuncia en una convención de los jóvenes del PP que el gobierno quiere impedir a los tribunales internacionales la posibilidad de corregir decisiones tomadas en España. Sus palabras son gravísimas y suponen un disparo en el corazón de la democracia española. Nos devuelven a lo peor de la mentalidad intransigente del tradicionalismo patrio. Negar la legitimidad del derecho internacional (por ejemplo, de un Tribunal de Derechos Humanos) es una postura que nos coloca una vez más en la anomalía democrática. ¿Hemos salido alguna vez de ella?

La sentencia sobre la “doctrina Parot”, aunque responde a una impecable sensatez jurídica, ha levantado revuelo en el orgullo nacional. Supongo que no alcanzará tanto eco, ni la mitad de la mitad, otra intervención extranjera que sin embargo me parece de mucho más calado histórico y social. Me refiero al informe del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias. Los resultados son muy duros por lo que se refiere a España y no ya porque denuncie el desamparo en el que han vivido las víctimas del franquismo. Después de Camboya, somos el segundo país del mundo con más desaparecidos. Lo que me parece de verdad grave es que se denuncie el uso de la Ley de Amnistía de 1977 como una medida de punto final típica de las dictaduras para impedir la investigación de crímenes contra la humanidad. Ese es el uso que ha hecho de ella el triste, feo y desacreditado Tribunal Supremo.

En definitiva: la tan cacareada Transición Española no pertenece a la Paz. Fue el capítulo último de la Victoria.

La manipulación de la historia de España ha sido decisiva a la hora de legitimar la perpetuación de la oligarquía económica del franquismo como bloque de poder en la democracia. Las élites económicas nunca vivieron la Transición como una oportunidad para la verdadera transformación democrática y social del país. Buscaron una estrategia que les permitiera a la vez mantener sus privilegios y conectar con el capitalismo europeo. Se manipuló la historia para ocultar las responsabilidades de la guerra y de una alargada y cruel posguerra en la que se estableció la anomalía española.

Considero de lectura obligada el libro de Julián Casanova titulado España partida en dos. Breve historia de la Guerra Civil española (Crítica, 2013). El prólogo y el epílogo son tan importantes como el estudio del enfrentamiento bélico. En el prólogo se explica que España era un país europeo normal en el primer tercio del siglo XX. Los enfrentamientos y las tensiones propias de la época no fueron más violentas que en otros lugares y desde luego no justifican la interpretación de un inevitable golpe de Estado en 1936. Con la derrota de la república, llegó la Victoria, o lo que Julián Casanova llama la “paz incivil”. Entre 1939 y 1946, se ejecutaron al menos 50.000 personas y la cuenta no paró hasta 1975. Al contrario de lo que ocurrió con los caídos por Dios y por España, estos muertos fueron condenados al olvido, junto a tantos demócratas que acabaron en las tumbas, las fosas, el exilio y la cárcel a causa del golpe de Estado de 1936. No ocurrió lo mismo en Italia, Alemania, Austria o Francia. “En la larga y cruel dictadura de Franco –concluye Casanova-, reside, en definitiva, la gran excepcionalidad de la historia de España del siglo XX”.

Esa anomalía llegó a la Transición con las consignas del olvido, la equidistancia y la manipulada reconciliación. Nadia quería venganzas en 1975. Pero hubieran sido muy aconsejables la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas para no condenarnos a una democracia sin raíces, sin valores y sin pudor público. 

María Dolores de Cospedal expresa ahora el deseo de una España al margen de los tribunales internacionales y los derechos humanos. Es algo que llena de angustiado asombro. Seguimos soportando la ignorancia bárbara de unos políticos que no se avergüenzan de sentirse herederos del franquismo porque piensan, o les interesa pensar, que la palabra crimen tiene que ver con la República y no con unos militares que, apoyados por la Iglesia y los terratenientes, se levantaron en armas contra la democracia constitucional que estaba intentando modernizar el país. Y así nos va.


jueves, 7 de noviembre de 2013

Convocatoria - Charla-Coloquio de Andrés Sopeña - “Un Roto para tanto descosido” - Jueves 14/11 - Facultad de Derecho (Granada)


CHARLA-COLOQUIO "UN ROTO PARA TANTO DESCOSIDO"
(La España en crisis a través de las viñetas de El Roto)

Ponente: Andrés Sopeña Monsalve (Madrid, 1948), profesor jubilado de Derecho Internacional Privado (UGR) y autor, entre otros libros, de los exitosos ensayos "El florido pensil" (Crítica, 1994) y "La morena de la copla" (Crítica, 1996).

Fecha: Jueves 14 de noviembre de 2013.

Hora: 7 de la tarde.

Espacio: Sala de Conferencias de la Facultad de Derecho de Granada (plaza de la Universidad, s/n).      

martes, 5 de noviembre de 2013

Cristina de Borbón y España, dos señoras


A Cristina de Borbón y Grecia le fue inculcada la sonrisa como oficio y ella aprendió la lección: pase lo que pase, sonríe. Sonriendo mientras España entera lo pierde todo menos la paciencia, todo menos los nervios, país señora donde los haya

Ruth Toledano*


03/11/2013

Cristina de Borbón y Grecia (no, Grecia no es España) reapareció hace unos días en Barcelona. Iba de la mano de su marido, Iñaki Urdangarin, y ambos sonreían. Una boda es una boda, y en la de Barcelona se casaba el hijo del magnate Lara, evento de relumbrón social al que la pareja había sido invitada. Doble, triple motivo para una sonrisa ancha. A Cristina de Borbón y Grecia le fue inculcada la sonrisa como oficio y ella aprendió la lección: pase lo que pase, sonríe. El mismo oficio que desempeña su madre; el mismo que desempeña ya su sobrina Leonor. Generación tras generación, la consigna es que sonreír es de buen gusto, mientras que mostrar un gesto adusto denota mala educación; sonreír demuestra control de la situación, eso que se entiende por estar en tu sitio, mientras que el gesto serio desvela preocupación y hasta una crispación que las de cierta clase, las señoras, no se deben permitir. Las muestras de desagrado, de desacuerdo, de irritación son propias de mujeres vulgares, poco pulidas, sin instruir; cosa de mujeres que no saben estar, que pierden los papeles, de una pasión improcedente, pasionarias. Si hay que sacar los pies del tiesto, porque la circunstancia, qué duda cabe, lo justifica, se encargan ellos. Así, el rey. El padre de la infanta puede mandarte callar de muy malos modos, puede encarar a los fotógrafos, puede gritar al chófer, puede gruñir en público a su mujer, la reina, que mantiene el tipo como una señora, sonriendo. Como lo ha mantenido su hija en la boda catalana: sonriendo.

Se trata, claro, de ejercer la sonrisa como estrategia. Cristina e Iñaki sonreían, pues, de oficio y también porque volvían a la ciudad de sus arrendamientos arropados por el empresario que en agosto absolvió a Urdangarin. En una entrevista concedida a Vanity Fair, nuestro Murdoch sin tacha afirmó que el duque de nuevo cuño no ha cometido delito alguno. Uno de sus argumentos fue que Urdangarin no sobornó a nadie para conseguir contratos con las Administraciones Públicas. Como si llamarte duque de Palma (autodenominado el Empalmado), llamarte esposo de la infanta, llamarte yerno del rey, no fueran, en el escenario de esta corte, sobornos suficientes como para hacer unos milagros que para sus obras hubieran querido Victor Hugo y Valle-Inclán. Añadió el editor Lara que los delitos fiscales del Instituto Nóos fueron cometidos con posterioridad a la salida del aristócrata. En fin, el argumento de su defensa, casualidades de novela que desmienten las sucesivas pruebas aportadas por Torres y hasta por Hacienda, pruebas que no dejan de aparecer y que implican no solo al deportista de élite sino también a su esposa e incluso a su suegro, es decir, al rey, quedando en evidencia que si el rey no fuera el rey sería un señor que ya habría sido llamado a declarar ante el juez.

De momento, ni siquiera la infanta ha sido imputada ni llamada a declarar como testigo. Lo intentó hace unos meses el juez Castro y le paró los pies una Fiscalía Anticorrupción que en su defensa de la Corona perdió la credibilidad de todo el país. Los tentáculos del trono son largos como trompas de elefante. Hecho lo cual, buscaron a la hija del jefe de todos los jefes un retiro dorado, en sentido estricto y figurado, a la espera, quizás, de que no apareciera un maldito papel más y la cosa se diluyera, la cosa nostra. Hasta se ha atrevido la no imputada a ir de boda, sonriente, del brazo del imputado, sonriente asimismo. Sonriendo mientras España entera lo pierde todo menos la paciencia, todo menos los nervios, país señora donde los haya, todo menos los papeles. Pues papeles ha habido más. Muchos más. Los últimos son de arrendamiento, donde la arrendadora es la arrendataria y viceversa, qué nos va extrañar si el cortijo es eso, señoras y señores, si España es eso: la Casa del rey, los contratos de su familia y las empresas de sus amigos. Y así funciona, como un reloj suizo. ¿Los relojes suizos se paran alguna vez?

Absortos en el tic-tac nacional, esperamos a ver hasta dónde puede llegar el juez Castro, hasta dónde le deja llegar Anticorrupción y el punto exacto en que le pare de nuevo los pies, las agujas, Torres-Dulce, fiscal general del Estado. Torres más dulces han caído, nos repetimos, tic-tac, tic-tac. Ya, ya. Para ir haciendo tiempo, y aprovechando que la doctrina Parot pasa por Estrasburgo, el rey recibe en Zarzuela a las víctimas del terrorismo (no confundir con las Manos Limpias que acusan a los suyos). La reina, por su parte, celebra un muy discreto cumpleaños, señora una vez más. Más de lo mismo. Y España espera sin perder los papeles (ni siquiera los del paro), señora como ninguna, enseñada, domada, dócil. Y si la infanta no es llamada a declarar, el caso Urdangarin se cerrará en falso. Y ella podrá seguir forzando sonrisas. Pero España no. ¿O sí? España dejará de ser una maldita señora. ¿O no?


sábado, 2 de noviembre de 2013

'Made in Spain' (o cómo salir de la crisis)


El proyecto del PP y de los secuaces de Joan Rosell es convertir España en un país del Tercer Mundo

Juan Manuel Aragüés Estragués*

El Periódico de Aragón

02/11/2013

Estas últimas semanas, el Gobierno está centrando todos sus esfuerzos en hacernos creer que la economía española inicia la senda de la recuperación. Armados de ciertos datos macroeconómicos que nada tienen que ver con la economía del común de los mortales, nos hablan de luces al final del túnel y de la economía española como ejemplo mundial. En ocasiones lo hacen con tal desmesura y entusiasmo que cabría preguntarse sobre la legalidad de lo que desayunan personajes como Montoro.

Su teoría económica parte de la idea de que para que a una sociedad le vaya bien es preciso que a sus élites económicas les vaya muy bien, de tal modo que las personas de a pie podamos repartirnos las migajas de su festín. Teoría que, además de consagrar una injustificable fractura social, no tiene por qué ser real. La avaricia y codicia de la clase dirigente, acreditada en los últimos tiempos de manera contundente, la pone en cuestión.

Que la crisis acabará algún día, es evidente. Aceptemos, por colocarnos en su perspectiva, que hubiéramos tocado fondo y estuviéramos iniciando una tímida recuperación macroeconómica. Aunque así fuera, el problema, nuestro problema de ciudadanos del común, no es salir de la crisis, sino cómo salir de la crisis. Y las condiciones que ha creado este gobierno de salida de la crisis, en alianza con la patronal y con la troika, son terribles para la ciudadanía española.

Desde la perspectiva de las relaciones laborales, el PP y la patronal han diseñado lo que se puede denominar la deslocalización de la deslocalización. En los 80 y 90 muchas empresas españolas se deslocalizaron, se trasladaron a países empobrecidos para utilizar mano de obra barata, para abaratar sus costes de producción. Eso fue destruyendo el tejido industrial español. Con la reforma laboral del PP y la patronal, lo que se busca es equiparar las condiciones laborales de los trabajadores españoles con las de países empobrecidos, para así poder competir por el empleo y volver a recuperar tejido industrial. El proyecto del PP y de los secuaces de Joan Rosell es convertir España en un país del Tercer Mundo, en los que una élite económica se eleva por encima de una masa precarizada y explotada. Globalización a la baja, podríamos denominarla.

Si esta cuestión ya es de por sí tremendamente grave, se pretende hacerlo al tiempo que se destruyen los servicios sociales básicos, enseñanza, pensiones y sanidad, que se pretende pasen en buena parte a manos privadas. Dichos servicios dejarán de ser servicios para convertirse en negocios. Y como ya ocurre en Estados Unidos, el acceso a una sanidad de calidad estará vetado para una buena parte de la sociedad, cuyos seguros médicos no garantizarán más que prestaciones muy básicas, dado que los salarios de supervivencia que se avecinan no permitirán otra cosa.

Para la élite social a la que sirve el PP, la jugada es redonda: costes laborales reducidos, una clase trabajadora atemorizada, y reparto del negocio de la sanidad, la educación y las pensiones. La crisis ya está mostrando cómo los ricos se hacen más ricos, mientras capas más amplias de la población son precarizadas y expulsadas del sistema. Para el 95% restante de la población, las políticas del PP suponen un verdadero desastre.

Por ello, la cuestión no es salir de la crisis, sino cómo salir de ella. La salida neoliberal que propugna el PP implica subvertir radicalmente nuestro modelo de país, abandonar por completo las más insignificantes huellas de Estado del Bienestar y aterrizar en una jungla económica y social que nos retrotrae a las peores escenas del siglo XIX. El sueño de Montoro y Rosell es que en las camisas y pantalones en los que ahora leemos made in Taiwan se lea, en pocos años, made in Spain. Esa es su marca España. 

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/made-in-spain-o-como-salir-de-crisis-_895750.html

Juan Manuel Aragüés Estragués es profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Fue secretario general del Partido Comunista de Aragón entre 1993 y 1999. En la actualidad, coordina las Mesas de Convergencia de Aragón.