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domingo, 29 de abril de 2012

Una fortuna acumulada talón a talón (el blindaje del rey Juan Carlos)


Los negocios del rey siguen siendo materia reservada mientras la crisis que atraviesa la monarquía provoca una caída sin precedentes de sus índices de popularidad.

Carlos Sevilla Peris


26/04/2011

El viaje de Juan Carlos de Borbón a Botsuana para participar en una cacería de elefantes ha terminado por colmar la paciencia de una gran parte de la sociedad, a la que el rey se dirigió en su último mensaje navideño para decirle que “todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar”.

Con estas palabras el monarca respondía en público a la imputación de su yerno en un caso de corrupción. Un asunto que ha contribuido a acelerar la impopularidad de la Monarquía española, que el pasado octubre suspendió por primera vez un barómetro del CIS (4,89 puntos de valoración sobre 10) y que ha pasado de inspirar ninguna o poca confianza al 8,50% de los encuestados en 1994 a hacerlo al 29,7% en el sondeo de octubre, realizado antes de la imputación de Iñaki Urdangarin en el caso Palma Arena.

El escándalo por el supuesto desvío de fondos que el duque de Palma habría efectuado de las cuentas del instituto Nóos a las suyas personales llevó a la Casa Real a hacer público, por primera vez desde 1979, el desglose de su presupuesto de gastos. Los presupuestos generales del Estado de 2011 destinaron 8.434.280 euros a la Casa Real, 292.752 de los cuales correspondieron al rey “en concepto de dotación y gastos de representación”.

Los datos se publicaron en la web de la Casa Real el 28 de diciembre pasado, día de los Inocentes, y no recogían las cantidades que los diferentes ministerios desembolsan en relación con las actividades del monarca (seguridad, patrimonio, desplazamientos, etc.) ni se sometían a la inspección del Tribunal de Cuentas. La opacidad, por tanto, sigue rodeando las cuentas del rey, cuya fortuna podría rondar los 1.790 millones de euros según difundió en 2003 la revista Forbes, que ha decidido retirar a Juan Carlos de la lista que publica cada año con las personas más ricas del mundo.

“Está claro que el montante asignado para el mantenimiento de la Casa del Rey a cargo de los presupuestos públicos no da para haber reunido en estos años el capital privado que le atribuye Forbes”, explica a DIAGONAL Iñaki Errazkin, periodista y autor de Hasta la coronilla. Autopsia de los Borbones. “El dinero ha tenido que llegarle forzosamente por otras vías, a saber: comisiones y donaciones”. Unas comisiones que el propio rey ha reconocido recibir, según aseguró a este periódico el senador del PNV Iñaki Anasagasti tras la publicación de su libro Una monarquía protegida por la censura en 2009.

Negro sobre blanco

Ante la inexistencia de una información pública sobre los negocios del rey, las personas interesadas se ven obligadas a atender las declaraciones que las amistades de Juan Carlos han realizado en tribunales o libros, muchas de ellas despechadas tras no recibir de la Casa Real el apoyo esperado ante situaciones judiciales complicadas.

En Un rey golpe a golpe, Patricia Sverlo escribe: “Ruiz Mateos contó –en diversas ocasiones y a más de uno – que, al estilo de cómo se hacían las cosas en aquella época [finales de los 70’], le llevaba [al rey] grandes cantidades de dinero en maletas de Loewe, directamente a palacio, donde los guardias de seguridad no ponían mucho empeño en revisar lo que pasaba o dejaba de pasar por el control de la entrada. Ponía la maleta sobre la mesa del despacho de Juan Carlos, éste la tiraba debajo de un rincón y caía exacto siempre en el mismo sitio. ‘¡Cuánto ha tenido que practicar!’, decía Ruiz Mateos”.

Ni el estamento político ni los medios de comunicación se han preocupado de seguir la pista del dinero. En opinión de Iñaki Errazkin, “los directores, sus adjuntos y sus delegados (los redactores jefes) actúan como comisarios para no permitir que se publique cosa alguna que pueda lesionar los intereses de los propietarios, y la Casa Real es la garantía de que el chiringuito se mantenga”.

A pesar de los últimos escándalos, la historia continúa. El pasado 4 de abril el monarca viajó a Kuwait, sin la preceptiva compañía de miembros del Gobierno, por la “interlocución privilegiada” que, según la Casa del Rey, éste mantiene con las monarquías de la zona y para negociar la importación de petróleo. Además, correos electrónicos enviados por Urdangarin a su ex socio Diego Torres en 2007 y presentados por éste en el juicio del caso Palma Arena revelarían que el rey medió en negocios del duque de Palma para conseguir la participación de un nuevo equipo de vela en la Copa América.

Aún así, el Gobierno, ante la pasividad del PSOE, ha decidido mantener a la Casa Real al margen de la nueva Ley de Transparencia. Dice la vicepresidenta que “no es una Administración pública”.

Viejos conocidos

Uno de los episodios más comprometedores para la Casa Real ha sido el caso KIO, que se saldó con penas de cárcel para Javier de la Rosa y Manuel Prado y Colón de Carvajal, amigos del rey y, el segundo, también su administrador privado, por apropiarse de 100 millones de dólares de esta empresa kuwaití durante la guerra del Golfo.

En La soledad del rey, el periodista Javier García Abad apunta a la posibilidad de que esta cantidad sirviera para pagar un préstamo que el rey Fahd de Arabia Saudí concedió en los años 80’ “a su ‘primo’ Juan Carlos para que éste se hiciera con un capitalito” y que Prado invirtió en mercados de futuros con unos resultados catastróficos.


* Portada de la última edición de la revista satírica El Jueves, dedicada especialmente a la Monarquía tras el escándalo social y mediático provocado por la cacería real en Botsuana.

viernes, 27 de abril de 2012

Manifiesto "Abril no se desarma"



23/04/2012

Hace 38 años los Militares de Abril se levantaron en armas para liberar al Pueblo de la dictadura y la opresión y crear las condiciones para la superación de la crisis que se vivía entonces.

Lo hicieron con la convicción cierta de que estaban asumiendo el papel que los propios Portugueses esperaban de ellos.

Cumplidos sus objetivos, pusieron fin a su intervención directa en los asuntos políticos de la nación, y la gran mayoría de ellos se unió en la Asociación 25 de Abril (A25A), depositaria, por tanto, del que fue aquel espíritu liberador inicial.

Hoy en día, sin abdicar de nuestra condición de ciudadanos libres, conscientes de las obligaciones patrióticas que nuestra condición de militares nos imponen, sentimos la necesidad de tomar una posición en la vida cívica y el marco político de la Constitución Portuguesa, ante la actual crisis nacional.

Nuestro sentido ético y moral nos imponen igualmente dar una respuesta.

Lo hacemos como ciudadanos de pleno derecho, integrados en la asociación cultural y cívica que fundamos y que siguió felizmente un camino de plena integración en la sociedad portuguesa.

Consideramos que:
  • Portugal no está siendo tratado como un igual en el desarrollo de las instituciones comunitarias europeas.
  • Portugal está siendo tratado con arrogancia por potencias extrajeras, algo que nuestros dirigentes nacionales aceptan sin protestar y aun asumen con satisfacción un papel de subordinados.
  • Nuestra situación real es ahora la un “protectorado” con dirigentes nacionales que carecen de capacidad autónoma para actuar en defensa de nuestro destino.
  • El contrato social establecido en la Constitución de Portugal ha sido roto por el poder.
  • Las medidas y los sacrificios impuestos a los ciudadanos portugueses van más allá de los límites de lo soportable. Las inaceptables condiciones de bienestar social afectan ya a la seguridad y la dignidad de la persona humana.
  • Sin una justicia capaz, con líderes políticos para quien la ética es una palabra vacía, Portugal es ya el país de la UE con mayores desigualdades.
  • El curso político seguido protege los privilegios, agrava la pobreza y la exclusión social, devalúa el trabajo.
Consideramos que es conveniente adoptar una postura clara en contra del caos, el miedo y el conformismo instalados en nuestra sociedad y proclamar en voz alta, ante todos los portugueses, lo siguiente:
  • La línea política seguida por el poder político actual ya no representa el régimen democrático heredero del 25 de Abril configurado en la Constitución de la República Portuguesa.
  • El poder político que actualmente gobierna Portugal, establece un nuevo ciclo político que está en contra del 25 de Abril, sus ideales y sus valores.
En consecuencia, la A25A anuncia que:
  • No participaremos en los actos oficiales del 38 º aniversario nacional del 25 de Abril.
  • Si tomaremos parte en las Celebraciones Populares y otros actos locales de celebración del 25 de Abril.
  • Continuaremos conmemorando y celebrando el 25 de Abril con miras a rescatar su celebración como acción liberadora y con el fin de luchar por la realización de sus ideales, teniendo en cuenta la autonomía de decisión y elección de los ciudadanos, en sus múltiples expresiones.
Debido a que todavía creemos en la democracia, porque seguimos creyendo que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, aclaramos que nuestra actitud no cuestiona las Instituciones democráticas de la soberanía popular y no las confunde con los que actualmente las ocupan y detentan el poder.

Por esta razón, la Asociación 25 de Abril, y en particular las Fuerzas Armadas de Abril, proclaman que hoy como ayer, no pretenden asumir protagonismo político alguno, algo que solo compete al Pueblo Portugués en sus distintas expresiones y manifestaciones.

En este sentido, declaramos ser plenamente conscientes de la importancia de la institución militar, como recurso último en las encrucijadas decisivas de la Historia de nuestro Portugal. Por eso declaramos nuestra confianza en que la misma sabrá mantenerse firme en defensa de nuestro País y de su Pueblo. Por eso manifestamos aquí también nuestro respeto por la institución militar y nuestro compromiso por su dignificación y prestigio público de su patriótica misión.

Por tanto, en esta hora difícil para Portugal, queremos:

1. Reafirmar nuestra confianza en la victoria futura, por encima de dificultades, de los valores de Abril en el marco de una alternativa político, económica, social y cultural que se corresponda con los anhelos profundos del Pueblo portugués y la consolidación y permanencia de la Patria portuguesa.

2. Apelar al Pueblo Portugués y a todas sus expresiones organizadas para que se movilicen y actúen, en patriótica unidad, para salvar Portugal, su libertad y su democracia.

¡Viva Portugal!

* Declaración leída ante la prensa por el teniente coronel en la reserva Vasco Lourenço, capitán de Abril y presidente de la A25A (ver vídeo).

http://www.25abril.org/a25abril/

** Traducción al castellano del compañero republicano Pedro A. García Bilbao.

miércoles, 25 de abril de 2012

El héroe del 25 de abril


Antonio Jiménez Barca

Rua Lisboa

25/04/2012

En la madrugada del 25 de abril de 1974, un capitán de Caballería portugués de 29 años llamado Fernando José Salgueiro Maia, complicado en el golpe militar que iba a intentar esa misma jornada derribar una dictadura que duraba desde 1926*, reunió en una sala de su cuartel de Santarém a sus 240 hombres y les propinó un discurso sencillo y memorable que ha pasado a la historia de las frases claras: “Señores míos, como todos saben, hay varias formas de Estado: el Estado social, el Estado corporativo, y el estado al que hemos llegado. Ahora, en esta noche solemne, vamos a acabar con el estado al que hemos llegado.  Así que el que quiera venir conmigo, que sepa que nos vamos para Lisboa y terminamos con esto. Quien quiera venir, que salga fuera y forme. Y el que no, que se quede”.

Era la una y media de la madrugada. Nadie se quedó. 

Todo había comenzado hacía casi una hora, tras la emisión en la cadena Radio Renascença de la canción-clave acordada por los implicados en el golpe, Grândola Vila Morena, que sirvió de detonante. 

El pelotón comandado por el capitán Salgueiro Maia, compuesto por diez blindados, doce camiones, una ambulancia y un jeep, se pone en marcha a las tres y veinte de la mañana encargado de llevar a cabo la misión más difícil de todos los conjurados: penetrar sin incidentes hasta el corazón de Lisboa y tomar la Praça do Comércio, la hermosa (y estratégica) plaza abierta al mar, donde se sitúan el Gobierno Civil y varios ministerios. 

Nada en el país ni el mundo hacía presagiar que esa madrugada, aparentemente como las otras, el país  iba a vérselas con su futuro de la mano de un puñado de capitanes jóvenes, valientes y hartos de una guerra colonial sin victoria posible que el maltrecho imperio portugués mantenía a contracorriente por empecinamiento político del dictador António Salazar y de su sucesor en el poder desde 1971, Marcelo Caetano. Nadie sospechaba nada. Esa misma noche, por ejemplo, Mário Soares, por entonces líder en el exilio del Partido Socialista portugués, de visita en Bonn, cenaba con un alto cargo alemán que le recomendaba tener paciencia porque la dictadura portuguesa, según sus informes, iba para largo.

La columna de Maia pasa a las cinco por los peajes de la autopista de entrada a Lisboa sin que los operarios sospechen otra cosa que unas maniobras militares madrugadoras. Media hora después, ya en la ciudad, en el cruce entre Campo Grande y la Alameda da Universidade el cívico conductor del jeep de Maia, al frente de la columna, se detiene ante un semáforo rojo al lado de un autobús municipal procedente de las cocheras. Salgueiro Maia, algo estupefacto por la situación, mira el semáforo, luego al chófer, se convence a sí mismo y dice:

- Arranca, una revolución no se para por un semáforo rojo.

Casi al amanecer, alcanzan la Praça do Comércio con el objetivo cumplido: no han creado alarma ni se han producido combates ni derramamiento de sangre. Los soldados se despliegan. Hay un problema logístico: la plaza controlada por Maia  es terreno de paso para millares de lisboetas que ese día van a trabajar. Una empleada de la limpieza del Ministerio de Salud habla con el capitán y le pide que le deje pasar porque ya llega tarde. Maia, tocado con su gorra de faena, responde: “Mire señora, hoy no se trabaja. Mañana, tal vez, pero hoy no”. A la empleada se le suman en la protesta varios obreros más que necesitan atravesar la plaza para coger el metro. Maia añade, entre enfadado y profético: “A ver, señores, hoy no van a ir a trabajar. Ni hoy, ni ningún otro 25 de Abril, porque a partir de hoy este día va a ser fiesta”.

Un periodista de Reuter le pregunta que por qué está ahí:

- Para derribar al Gobierno.

- ¿Puedo ir a la redacción, contarlo, y luego volver?

- Oiga, nosotros estamos haciendo esto para dar libertad a las personas. ¿Cree que le voy a privar a usted de la libertad de informar? Ande y vuelva cuando quiera.

No todas las visitas son así. Tras algunos encuentros con brigadas de la policía o de batallones fieles al Gobierno a los que Salgueiro Maia convence, sin disparar un tiro, para que se unan a la revuelta, a media mañana, al capitán le informan de que se aproxima a la plaza una columna con cinco blindados escoltada por miembros de la Policía Militar y soldados de infantería al mando del general de brigada Junquera dos Reis, fiel al Gobierno. Mientras, una fragata anclada en el estuario del Tajo apunta sus baterías hacia las fuerzas de Maia. Éste, con un pañuelo blanco bien visible en la mano y una granada oculta en el bolsillo, avanza hacia las tropas de Junquera dos Reis. Éste ni se digna a salir del carro de combate en un principio al darse cuenta de que quien tiene enfrente no pasa de capitán. Salgueiro Maia se planta en medio de la calle a unos 100 metros de los tanques del general de brigada, con la intención de dialogar, solo, jugándoselo todo a una carta, encarando una muerte cierta. En su novela Soldados de Salamina  Javier Cercas define al héroe como aquel “que no se equivoca en el único momento en que importa no equivocarse”. Para Salgueiro Maia –y para la Revolución que se desarrolla en ese momento en todas las grandes ciudades de Portugal- ha llegado ese momento. El brigadier ordena a uno de los servidores de la ametralladora que abra fuego. El capitán lo oye pero no recula. El soldado observa a Maia y se niega a disparar. El brigadier ordena después a los fusileros que acaben con Maia. Éste, con el pañuelo en una mano y la granada en el bolsillo del pantalón, aguanta, firme, sin moverse, sin darse la vuelta, sin rendirse, sin retroceder. Los soldados de infantería también rechazan la orden del brigadier que, de pronto, se queda solo y de pura rabia pega varios disparos al aire mientras ve cómo su columna se desintegra y se suma a las filas de los rebeldes.    

En esto los lisboetas han comenzado a ganar la calle, olisqueando la libertad que se presiente. Maia, con la Praca do Comércio controlada, recibe al mediodía la orden proveniente del puesto de mando rebelde de cercar y rendir el cuartel general de la Guardia Nacional Republicana (GNR), en el centro de Lisboa, donde se encuentra, protegido por 300 hombres armados y experimentados, el dictador Marcelo Caetano. Salgueiro Maia emprende la marcha seguido de su columna de carros de combate. Esta vez cumple escrupulosamente las señales de tráfico. Lisboa es un hervidero de gente que contempla maravillada el rodar estruendoso de los tanques en dirección de la madriguera del dictador. En Largo do Carmo, Maia desplega sus hombres entre el gentío y cerca el cuartel general de la GNR. Se dan episodios chuscos, muy portugueses, propios de esta revolución cercana, alérgica a la grandilocuencia, particular e incruenta: los soldados toman posiciones cuerpo a tierra mientras niños de seis años, a su lado, los observan con admiración, con la misma cara que pondrían viendo una película. Hay vecinas que prestan al capitán la terraza de su casa porque desde ahí, según cuentan, se ve el mejor el interior del cuartel;  hay vecinos que le cuentan que Caetano puede utilizar una salida por la puerta de atrás que ellos conocen de toda la vida…

Lisboa entera, en la calle, asiste asombrada, esperanzada y feliz al episodio histórico que va a cambiar su vida para siempre. Hay gente subida a los árboles, a los buzones, a los coches, la muchedumbre es tanta que los soldados, en vez de preocuparse en vigilar el cuartel que han de tomar por las armas se ocupan de acordonar la zona para no verse aún más desbordados. Comienzan a circular claveles rojos que unos dicen que provienen de un cargamento de flores que ha quedado bloqueado en el puerto y otros de una boda que se ha quedado sin celebrar por falta de notario…

El dictador ha comido salchichas con patatas fritas dentro del cuartel y oye cómo un capitán con un megáfono que acaba de convertirse para siempre en héroe le conmina a rendirse en diez minutos: “Diez minutos, señores, tienen diez minutos para salir con las manos en alto”. 

Entonces, a las cinco de la tarde, con la multitud enardecida y el dictador Caetano cada vez más escondido y solo y convencido de que su vida acabará en Brasil, dos altos cargos del régimen agonizante llegan al Largo do Carmo con intenciones de negociar la rendición y la salida del dictador. Y preguntan al capitán Maia:

- ¿Quién manda aquí?

El capitán de 29 años que se ha jugado la vida horas antes ante cinco carros blindados para salvar la Revolución, que mantiene el cuartel general de la GNR cercano rodeado de soldados rodeados a su vez de una muchedumbre pacífica y exultante, el tipo que no se ha equivocado en el momento en que no tenía que equivocarse, como un verdadero héroe de novela, el militar que se entrevistará poco después con Caetano personalmente para aclarar definitivamente la rendición y que morirá muchos años después, en 1992, de un cáncer, sin aceptar jamás ningún cargo político, ese hombre, Salgueiro Maia, se encogió de hombros ante estos dos gerifaltes y sin soltar el megáfono les respondió:

- Aquí mandamos todos.


* En el día de hoy, 25 de abril de 2012, se cumplen 38 años de la portuguesa Revolución de los Claveles, gesta libertadora hermana de la que los miembros de UCAR-Granada nos consideramos deudores.

** Collage fotográfico en homenaje al capitán Salgueiro Maia, protagonista del artículo precedente y héroe del pueblo portugués. 

lunes, 23 de abril de 2012

¡Juancarlista el último!


Isaac Rosa*

Cuarto Poder

18/04/2012

Pensaba sumarme al deporte nacional de estos días, el linchamiento al Borbón, pero veo que en las casas de apuestas pagan muy poco por criticar al Jefe del Estado, desvelar chismes o pedir su abdicación. Normal, ya que estos días cualquiera se suma a la cacería: los republicanos de toda la vida, que vemos con estupor el desmoronamiento del rey; pero también monárquicos y juancarlistas que tras décadas de lealtad inquebrantable se dedican estos días a difundir, con la boca pequeña o con todas sus letras, todo tipo de manchurrones sobre el hasta ahora inmaculado monarca: infidelidades, aficiones lujosas, amistades peligrosas, negocios dudosos, enfrentamientos familiares… 

Editoriales, columnas, tertulias, viñetas, monólogos cómicos, presentadores televisivos, declaraciones, blogs y tuits compiten estos días por ver quién llega más lejos en desvelar secretos, confirmar rumores, exigir disculpas o pedir directamente la abdicación. Algunos han pasado, sin transición, del peloteo a la mofa, de doblar el espinazo ante el monarca a darle la espalda, de aplaudir a mostrarle el pulgar hacia abajo. 

Que el rey campechano, el campeón de la democracia, el garante de la estabilidad, el padre y abuelo ejemplar, el gran hombre desvelado por sus súbditos y entregado a su país sin descanso, se convierta de la noche a la mañana en un golfo, amigo de lujos, marido infiel, desleal con el país cuando atraviesa sus peores momentos, insensible a la penuria de los ciudadanos, y cada vez más tocado por la corrupción familiar, es un trago difícil para millones de españoles que han vivido durante décadas en la ilusión de una familia real cuya caracterización institucional, política y periodística estaba cortada por el patrón empalagoso de la prensa del corazón.

Pero casi más traumático que descubrir que el emperador estaba desnudo, es comprobar que sus cortesanos habían decidido ir en pelota picada para que él no se sintiera solo en su desnudez. Más que sorprendernos con un rey alejado de la imagen idílica habitual, nos conmociona la manera en que sus cortesanos políticos y mediáticos mantuvieron la boca cerrada o se taparon los ojos durante años, y de paso nos cerraron la boca y nos taparon los ojos a los que sospechábamos la desnudez.  

Ver cómo los mismos que hasta ayer le reían las gracias hoy rivalizan por demostrar que estaban en el secreto, que lo sabían todo -sus novias, sus viajes secretos, sus amistades impresentables, su fachada hipócrita de familia feliz, sus tratos dudosos con negociantes-, y que son más audaces que los demás en desvelarlo y en pedir cuentas al monarca, es un espectáculo que se suma al del Borbón tambaleándose entre reproches, safaris, naufragios familiares y correos electrónicos que le vinculan con la corrupción de su yerno.  

¿Sólo el rey debe pedir disculpas por su comportamiento impresentable? ¿No nos deben alguna disculpa todos esos cortesanos que durante décadas han callado todo eso que ahora resulta que sabían? El debate sobre la posible abdicación real, ¿no debería incluir la abdicación de sus tronos mediáticos y políticos de quienes han colaborado en ese blindaje informativo? Porque es ese blindaje a prueba de todo el que explica comportamientos como los que ahora conocemos, lo mismo el safari millonario que los negocios del yernísimo: lo hicieron porque confiaban en que ese blindaje les protegería. 

¿Tan grande es la decepción de los monárquicos, como para que en estos días se oigan y lean expresiones que no se habían oído en más de tres décadas de democracia? ¿O es que muchos se suben a la ola del descontento, y al grito de “¡juancarlista el último!” abandonan al rey por insalvable y saltan del barco antes de que les arrastre en su deriva? ¿Acaso tienen mala conciencia por haber callado tanto tiempo, y se sienten responsables de haber alimentado una criatura que ahora se les descontrola? 

Que en cinco días salgan a la luz más asuntos turbios del rey que en treinta y seis años de monarquía es la prueba del enorme deterioro de la institución. Pero también da la medida del fracaso de un sistema que estos días, entre elefantes muertos, caderas rotas, prima de riesgo y orgullo empresarial herido, muestra avanzados signos de descomposición.

* Isaac Rosa es escritor y columnista.

http://www.cuartopoder.es/tribuna/juancarlista-el-ultimo/2644

** Fotomontaje paquidérmico-republicano que lleva varios días circulando por Internet.

sábado, 21 de abril de 2012

¿Hasta cuándo los bueyes han de soportar el yugo?


Un yugo muy pesado, consistente en la agresión y el abuso constantes representados por la monarquía, en unos gobernantes a su servicio y en una jerarquía eclesiástica que colabora con ese estado de las cosas. Hasta cuándo, se pregunta el veterano periodista, y por qué -utilizando la misma metáfora que Miguel Hernández- «los bueyes» han de soportarlo.

Antonio Álvarez-Solís*


18/04/2012

Hasta cuándo los ciudadanos españoles han de soportar una monarquía que venida de la falsedad es la mentira? ¿Hasta cuándo los ciudadanos han de sufrir la agresión de los poderes? ¿Hasta cuándo los gobernantes han de servir escandalosamente a quienes esquilman al pueblo? ¿Hasta cuándo los partidos que dicen representar la democracia han de constituir el biombo que solapa todas las insidias? ¿Hasta cuándo hemos de seguir creyendo que la riqueza es obra de los poderosos? ¿Hasta cuándo las leyes deben ser concebidas desde la moral de la represión? ¿Hasta cuándo los jueces y los fiscales seguirán hundiendo sus raíces en el contaminado humus de la minoría? ¿Hasta cuándo la angustia y la desesperación han de constituir el más duro de los impuestos? ¿Hasta cuándo hemos de creer el catecismo de los que han podrido la realidad con los títulos de una estólida sabiduría? ¿Hasta cuándo el orden ha de consistir en el silencio? ¿Hasta cuándo esos católicos aupados a la jerarquía del gobierno seguirán sin realizar el mandato de que los pobres poseerán la tierra? ¿Hasta cuándo el indignado grito de rebeldía frente a la opresión constituirá un delito? ¿Hasta cuándo el hambre seguirá siendo una fatalidad inevitable? ¿Hasta cuándo la majestad será honrada bajo el palio hecho con la piel de los que nada pueden? ¿Hasta cuándo la santidad seguirá constituyendo el remedio para la impotencia? ¿Hasta cuándo durará el espolio de los que, como cantaba el poeta, tienen «los pies y las manos presos»? ¿Hasta cuándo el miedo constituirá el abono de la ignorancia? ¿Hasta cuándo la palabra «libre» excitará la represión del que maneja el poder? ¿Hasta cuándo exigir justicia constituirá un atentado? ¿Hasta cuándo el poder nos herirá protegido por el velo de los argumentos escritos en lengua que no entiende el pueblo?

Sí. ¿Hasta cuándo?

Por qué un rey puede burlar sus deberes con la simplicidad de un engaño menguado? ¿Por qué hemos de asistir inmóviles al nefando espectáculo de una Cumbre que secreta barro sobre la llanura en que trabaja un pueblo derrotado? ¿Por qué los representantes de la nación se envilecen actuando, según clamó el santo caballero ya vencido, como servidores de «señores que en gusanos se convierten»? ¿Por qué empecinarse hasta el escándalo moral en ocultar la partida de nacimiento de una monarquía que no fue proclamada por la calle? ¿Por qué una reina, destrozada como mujer y soberana, decide huir hasta donde no la alcance la luz turbia de la Corona? ¿Por qué tantos ciudadanos confiesan su pecado monárquico sin propósito de enmienda? ¿Por qué los ministros, los banqueros y quienes les ponen la mesa para el solaz diario se limitan a jugar al ajedrez con las vidas sin más propósito que prolongar su lujuria de poder? ¿Por qué el escándalo que esparce la tormenta augusta alborota a la razón mientras las masas son invitadas a portar la leña para su propio sacrificio? ¿Por qué se desprecia al pueblo sacralizando de nuevo al ser que reclama a Dios como su padre? ¿Por qué, como en los siglos del poder absoluto, hay que susurrar calladamente el escándalo de las dos Cortes? ¿Por qué no se puede someter al juicio popular la existencia de una monarquía en un siglo que precisa redimir su espíritu de la injuria del fascismo? ¿Por qué la obligación de tantas cargas ha de amortizarse en el clamor de la indignación callada? ¿Por qué nada de lo que se dice desde el poder concuerda con la verdad sin que los cimientos del país se conmuevan? ¿Por qué el empobrecido ciudadano ha de pagar tantas horas viciosas sin ser suyas? ¿Por qué hacen que los corazones honrados que quedan en una nación sin brújula hayan de llorar por la muerte de un elefante? ¿Por qué tan disparatado circo con equilibristas sobre la cuerda floja de una existencia agotada, domadores de ciudadanos adormecidos, tramoyistas de la realidad fingida?

Sí. ¿Por qué?

¿Qué pretenden de nosotros, apaleados por todas las instancias y en todos los momentos? ¿Qué pretenden prolongando la existencia de un mundo que sirve de trituradora de todo bienestar? ¿Qué pretenden de las masas que deambulan por los días con la brújula perdida? ¿Qué pretenden decir cuando hablan de salvar el estado del bienestar, que hace tiempo yace como la chatarra al borde del camino? ¿Qué pretenden con su vacío lenguaje solemne? ¿Qué pretenden mantener?

Sí. ¿Qué pretenden?

Es la hora de formularse las grandes y pequeñas interrogaciones en campo abierto, a socaire de la ley de innúmeros y viles brazos; el momento de hacernos esas preguntas sin temor en la lengua ni restricción en el pensamiento. De hablar sin aprensión alguna. Si no hubieran destrozado groseramente la cultura humanística que hizo del hombre nacido de la Ilustración algo admirable podríamos demandar con el místico, y sin temor a la burla grosera que campea en la tremenda ignorancia actual, aquello de «pon en mi boca palabra verdadera y firme, y desvía lejos de mí la lengua cautelosa». Pero ¿ha llegado la hora del valor honrado, del sentido del deber social, de la decisión sin recaudos pobres? Si no ha llegado esa hora, si no somos capaces de protagonizarla a campo abierto, de ocupar la vida en todo su significado, el horizonte se ennegrecerá por días. Y a medida que la luz disminuya, los que han concitado la tormenta con sus avaricias y sus desmanes aumentarán sus acusaciones contra el pueblo; acusaciones que una parte ya sustancial del mismo ha asumido con ese maldito espíritu de la posmodernidad que ha fabricado un mecanismo de autocrítica que, como las malas armas, hiere al usuario con su retroceso. No, no es momento de autocrítica del discurso popular, sino de establecer las responsabilidades de quienes tienen la sartén por el mango y el mango también. La ruina que vivimos la han producido ellos; la negativa al remedio correcto, que lo hay, se apoya en la aversión a reconocer su inmensa concupiscencia. Cuando contemplo a diario los encontronazos entre «populares» y socialistas, me pregunto con perplejidad por qué se acusan con triste y escandaloso cinismo de una situación que corresponde a los dos en un proindiviso trágico. Aznar la alentó, Zapatero quiso aprovecharla.

Ahora parece intentarse el último acto de esta obra de enredo, acto en el que se pretenderá salvar los muebles: fabricar con urgencia un príncipe de porte prudente frente a un rey agotado por sus excesos. Es decir, reinventar por segunda vez una monarquía que arrastra un insuperable pecado original. Y en esa segunda transición puede enfangarse por los jugadores a dos paños el advenimiento de la tercera república. Creo que esa república hay que gestarla con mucha decisión y un infinito cuidado, sobre todo por parte de los pueblos que han de liberarse con ella, porque de la vieja España, tan presente en la hora actual, habrá de hablar una España nueva, si es que ha aprendido la lección de la historia. Una república que no se tema a sí misma, que confíe en la calle, que se entusiasme con la libertad, que haga frente a los poderes que secularmente la han malogrado. Una República que olvide el «hasta cuando» de sus males seculares, que responda, por fin, con decisión y nitidez a los «porqués» de sus interminables desgracias y que sepa con claridad «qué pretenden» los ciudadanos españoles en su presunto deseo de ser libres y vivir en una democracia constituida férreamente por «trabajadores de todas clases».


* Antonio Álvarez-Solís (Madrid, 1929) fue redactor-jefe del diario La Vanguardia, fundador del semanario Por Favor y primer director de la revista Interviú. En la actualidad colabora con el periódico abertzale Gara

** Fotografía del reportero gráfico Germán Gallego.

jueves, 19 de abril de 2012

14 de abril


«Si según Keats “la belleza es la verdad”, la izquierda no puede ser sino bella»

Gregorio Morales*

Ideal

17/04/2012

Suculenta cena republicana. Señera. No por la calidad de los alimentos, que también, sino por la de los asistentes. Hay glamour en el Rincón de Lorca, lugar de la celebración. Como muy bien demostró Azaña, la belleza no está reñida con la izquierda. Es más, si según Keats “la belleza es la verdad”, la izquierda no puede ser sino bella. La atmósfera es luminosa; la disposición de las mesas, matemática e íntima; el salón, inspirador. Hay banderas republicanas por todas partes, en los muros, en las solapas de las chaquetas, en los vestidos. Y en las mentes.

Ceno junto a Ángel Pertíñez, concejal de IU en Otura, y Manuel Sánchez Díaz, supervisor de obras del Ayuntamiento de Granada. ¡No paramos de hablar! Está llena de vértigo esta conversación a tres voces. ¡Todo sale en ella! Si el pacto de Izquierda Unida con el PSOE es bueno o no. Los piquetes de la última huelga. Si estos piquetes serían posibles en Cuba (tenemos a un educadísimo matrimonio cubano cenando con nosotros). Los problemas del Ayuntamiento de Otura. Y el antifranquismo militante. Manuel Sánchez nos cuenta cómo siendo un niño iba al kiosco de Puerta Real a recoger los ejemplares de “Mundo Obrero”, cuya simple posesión te conducía a la trena, para repartirlos clandestinamente entre los militantes. Lo acribillo de preguntas y él me cuenta y me cuenta...

Amo a esta gente de convicciones firmes y de comportamiento valeroso, que han sufrido y que, precisamente por ello, te acogen sin doblez, por ti mismo, no por el relumbrón social.

Cenamos en la casa donde el “obrero amaestrado” fue a detener a García Lorca, a unos pasos del Gobierno Civil de entonces, hoy Facultad de Derecho, primera estación del poeta de Fuente Vaqueros en su camino hacia el Gólgota. ¡Sólo nos separan cien metros! No resulta extraño que la República se vea ahí mismo, a la vuelta de la esquina.

Es una cena al viejo‑nuevo estilo. Lo importante no es la comida, sino los postres. O sea, la palabra. Numerosos invitados la toman. El micrófono pasa de unos a otros. José Luis García Puche, ¡tan brillante, tan audaz, tan joven siempre! Antonina Rodrigo, que ha bebido en la fuente Castalia, con su Mariana Pineda, vieja conocida. Mercedes del Amo, a quien acompaña el hijo de Salvador Vila, el rector fusilado por los franquistas. Y muchos otros, de todas las edades y perspectivas, cada uno iluminando una parcela oscura del presente, que queda meridianamente revelado.

El cante arrebatador de Carlos Cruz “Hijo” remata la poesía de esta noche cargada de futuro. Y moviéndolo todo, entre bambalinas, el director de escena, el ex diputado Baltasar Garzón, que pone pericia y armonía en su obra. ¡Y qué obra! De ésas que quedan en el corazón. Y es que Baltasar sabe que el corazón manda. Los invitados se le cuadran a la salida. “¡Más República, maestro!”.

* Gregorio Morales Villena es socio fundador de UCAR-Granada.

** En la fotografía, algunos de los jóvenes militantes del movimiento republicano granadino durante la celebración de la pasada VIII Cena Republicana Granadina, a la que está dedicada el presente artículo.

martes, 17 de abril de 2012

Historia de cómo la Corona ha entrado en barrena


José Antonio Zarzalejos*

El Confidencial

15/04/2012

El Rey ha hecho que el vaso de muchas paciencias haya rebosado. La opinión pública -y publicada- recibió ayer con perplejidad la noticia de que Don Juan Carlos había sido operado en la Clínica San José de Madrid durante la madrugada del sábado de una fractura múltiple de cadera a consecuencia de una caída en Botsuana (África central) mientras participaba en una cacería de elefantes. Se desvelaba así la razón por la que el Jefe del Estado no había aparecido en público desde el pasado domingo de Resurrección, ni siquiera para visitar a su nieto mayor, Felipe Juan Froilán, primer hijo de la infanta Elena, ingresado en la clínica Quirón de la capital tras propinarse accidentalmente un disparo en el pie cuando pasaba en Soria sus vacaciones de Semana Santa con su padre, Jaime de Marichalar. El entorno del Rey había lanzado la especie de que estaba “muy afectado” por el accidente que le evocaba el que protagonizó él mismo y que acabó accidentalmente con la vida de su hermano, el infante Don Alfonso en Estoril en 1956. La realidad era muy otra: el Jefe del Estado -al parecer, invitado- se había trasladado a Botsuana, país al que se desplazó también en 2005, para practicar la caza mayor -de elefantes- ocultando el viaje bajo el eufemismo de su “carácter privado”.

El desplazamiento del Rey al país africano -en el que España no tiene representación diplomática y con un sistema de comunicaciones precario- se producía después de que el 3 de abril viajase a Kuwait para “impulsar las relaciones políticas y económicas con aquel país”, sin que tampoco este desplazamiento constase en su agenda oficial ni se diese noticia previa del mismo. Lo más llamativo es que el Don Juan Carlos viajó al pequeño Estado árabe sin la compañía de un ministro de jornada, como manda no sólo la tradición, sino como también exige el refrendo -a efectos de cualquier tipo de responsabilidad- de los actos y palabras del Jefe del Estado según el artículo 64 de la Constitución.

La agenda del Rey tampoco fue desvelada por su Casa para saber con exactitud cuántos días de la Semana Santa pasó Don Juan Carlos en Palma de Mallorca. Según entornos próximos al monarca, el Rey parece sumamente renuente a dar conocimiento de sus actividades. Así sucedió cuando, a petición suya, se reunió en la sede de Telefónica el pasado 20 de marzo, con dieciséis de los diecisiete miembros del Consejo Empresarial de la Competitividad, que agrupa a los principales dirigentes de las grandes compañías españolas. El almuerzo se conoció por una filtración a El País y El Mundo que publicaron el domingo  25 de marzo en primera página una fotografía del acto a cinco columnas. A lo largo de la mañana de ese día, y ante el revuelo causado por la inédita exclusiva, la Casa del Rey -que asumió el error de considerar privado el encuentro pero que negó la autoría de la filtración- distribuyó a través de la agencia EFE las imágenes del monarca y los empresarios pero ya pasadas las 11 horas de la mañana.

Estos comportamientos del monarca se producen, además, después de la exclusión de la Casa del Rey -y por lo tanto, de las actividades del Jefe del Estado- del anteproyecto de Ley de Transparencia que aprobó el Consejo de Ministros el pasado mes de marzo. La vicepresidenta del Gobierno salvó esta omisión refiriéndose a la ambigua naturaleza jurídica de la estructura de apoyo a la Jefatura del Estado, cuyas cuentas, aunque sometidas al control de un interventor del Estado en excedencia, sólo son conocidas en sus partidas generales, sin detalle, y sobre las que el derecho de petición de conocimiento de los ciudadanos no será efectivo. Tanto en los círculos gubernamentales como parlamentarios, se reconocía que el monarca había perdido “una oportunidad de oro” para seguir impulsando el acercamiento de su Casa a los ciudadanos, más aún después de la incorporación a la misma de nuevo director de comunicación -Javier Ayuso- y la determinación con la que el Jefe de la misma -Rafael Spottorno- manejó la descalificación de la conducta (“poco ejemplar”) del yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, imputado por varios delitos -prevaricación y falsedad, entre otros- en el llamado caso Palma Arena. Para librar a la institución de la Corona del desgaste de la presencia del Duque de Palma y de su mujer la Infanta Cristina, ambos han sido apartados del protocolo real, suspendiéndose así las asignaciones que la hija del Rey percibía por la representación que ostentaba en actos y eventos.

De hecho, según fuentes de toda solvencia, “Don Juan Carlos se encuentra abrumado por los problemas familiares” en alusión, no sólo a la delicada tesitura en la que le han dejado los Duques de Palma, sino también por el público y notorio fracaso de su matrimonio con Doña Sofía, de la que vive prácticamente separado. Su estrecha e íntima amistad con Corinna zu Sayn-Wittgenstein ha dejado de constituir un rumor para convertirse en una certeza, hasta el punto de que existe ya documentación acreditativa de que acompaña a Don Juan Carlos en viajes al extranjero y asume funciones de representación oficiosas. El apartamiento de la infanta Cristina de los actos oficiales y protocolarios, y la ruptura del matrimonio de los reyes, ha convertido a la familia Borbón Grecia en “desestructurada y mal avenida, con frecuentes enfrentamientos más o menos explícitos”, según fuentes de su entorno.

La Reina, sin embargo, entiende que “su condición personal de madre del heredero de la Corona y esposa del Rey” le compromete a seguir manteniendo las formas y asumir sus obligaciones oficiales, pese a los gestos crispados del monarca hacia ella. Especialmente evidentes cuando el Papa visitó España el pasado mes de agosto o cuando el pasado 15 de marzo su marido le instó abruptamente con un “¡déjame terminar!” en un acto celebrado en la Fundación La Caixa durante el que Don Juan Carlos dijo que “el paro juvenil me quita el sueño”. Doña Sofía se ausenta habitualmente de España para trasladarse a Londres donde “se encuentra a gusto con su hermano Constantino y sus sobrinos”. Ayer, la Reina estaba en Grecia a donde había viajado para celebrar la Pascua ortodoxa y no está previsto su regreso hasta mañana.

Por otra parte, Don Juan Carlos atribuye a su esposa buena parte de la responsabilidad en los “matrimonios poco idóneos” de sus hijos. Doña Elena, divorciada de Jaime de Marichalar, sometido ahora a una investigación policial por posible imprudencia al permitir a su hijo Felipe Juan Froilán manejar una escopeta de caza; Doña Cristina, casada con Iñaki Urdangarin, en un trance penal gravísimo, y el propio Príncipe de Asturias esposado con Doña Letizia Ortiz, divorciada, matrimonio que se le planteó por su hijo como un ultimátum en octubre de 2003: o aceptaba su enlace o renunciaba a la sucesión. Para acreditar ante su padre la firmeza de su decisión, Don Felipe no asistió el 12 de octubre de ese año al desfile militar que celebra, como todos, la fiesta nacional de España. El primero de noviembre de ese año se anunciaba oficialmente el enlace del heredero.

"Es necesario un cambio de rumbo"

Fuentes tanto del Partido Popular como del Socialista creen que el Rey “no ha entendido los gestos de adhesión que ha recibido”, primero el 27 de diciembre pasado con motivo de la apertura en el Congreso de la X Legislatura de la democracia y, después, el pasado 19 de marzo en el oratorio de San Felipe Neri de Cádiz con motivo de la conmemoración del bicentenario de la Constitución allí aprobada en 1812. “No le estábamos ofreciendo patente de corso, sino reconociéndole sus méritos en estos años de reinado y transmitiéndole apoyo para el necesario cambio de rumbo que debe emprender la institución” manifiestan estas fuentes, ayer “desoladas” ante lo que consideran “una pésima imagen del Rey y de la Corona”.

Porque lo que se estima gravísimo es que Don Juan Carlos haya estado cazando en Botsuana cuando se ha desatado una grave crisis internacional con Argentina a propósito de Repsol-YPF y se ha incrementado la ofensiva de los mercados contra la deuda soberana española (ha escalado por encima de los 430 puntos básicos). El Ibex 35 registraba la pasada su peor semana del año y se situaba en niveles de hace tres. A mayor abundamiento, el Rey debía estar pendiente de la Cumbre de las Américas que se celebra en Bogotá, ya que la representación de España con los países hispanos le es encomendada de manera especial por la Constitución. Y en los países americanos se juega nuestro país una enormidad de intereses económicos, financieros y empresariales.

El apoyo que ha recibido Don Juan Carlos no ha sido sólo el institucional de las Cámaras. También de otras instancias. Las fuentes citadas aluden a “cómo se mojaron algunos medios de comunicación” en la defensa de la Corona y, “especialmente, el diario El País, con bastante coste editorial”. Efectivamente, el diario de Prisa publicó el pasado 4 de marzo un editorial que arrancaba de la primera página titulado El caso Urdangarin y el futuro de la Monarquía. El texto se apoyaba en las palabras del mensaje del Rey del pasado 24 de diciembre (“necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos”) y sostenía que “sólo la frivolidad, el populismo y el amarillismo periodístico, o la mezcla de los tres, permiten confundir la crítica que merece el comportamiento no ejemplar de Iñaki Urdagarin con un debate sobre el futuro de la monarquía”, añadiendo que España “no necesita de un debate artificial sobre la Jefatura del Estado (…)” porque “el Rey y la Corona han rendido y seguirán prestando servicios impagables a la libertad de nuestros ciudadanos, a la democracia española, a su construcción y desarrollo y a su prestigio e influencia en la escena internacional”. El periódico de referencia de la izquierda española señalaba, no obstante, la necesidad de superar “corsés y rigideces” en la institución, “cuando no el oscurantismo” que atribuía a “quienes adulan” al Rey. El diario, además, se inclinaba, por mejorar la transparencia de la institución y la protección del heredero, competencias que corresponden a las Cortes.

Todo este amparo institucional y mediático ha quedado en entredicho con los últimos comportamientos del Rey que, según fuentes del entorno de la Zarzuela y de los dos principales partidos, "ha de elegir entre las obligaciones y servidumbre de la Jefatura del Estado y una abdicación que le permita disfrutar de una vida diferente”. No se maneja la hipótesis inmediata de la abdicación de Don Juan Carlos, pero sí la necesidad de aprobar lo antes posible la ley orgánica que prevé en el apartado 5º del artículo 57 de la Constitución: “las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán mediante una ley orgánica” y de materializar la reforma de ese mismo artículo para suprimir la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión.

Además, según insisten estas fuentes, “la irresponsabilidad del Rey con este viaje a Botsuana, no es solamente institucional y política, sino también personal, porque es evidente que su estado físico desaconseja esas aventuras cinegéticas”. Efectivamente, el Rey ha sido sometido en pocos años a ocho intervenciones quirúrgicas, siendo las más serias las de extirpación de parte de un pulmón, una artroscopia de rodilla y reparación del talón de Aquiles. Ahora, la fractura de cadera -que a su edad, 74 años, podría presentar complicaciones- requerirá de una muy larga convalecencia que pondrá a prueba las capacidades bien contrastadas del Príncipe de Asturias que ya ha cubierto precedentes ausencias.

A mayor abundamiento, existe cierto “bochorno” por la falta de sensibilidad del Jefe del Estado al desvelarse que caza elefantes, especie en recesión cuyos colmillos son mercancía de valor en las transacciones negras de marfil, en detrimento de países pobrísimos como Botsuana que están siendo esquilmados. Sin olvidar el “alto coste material de estas cacerías que superan los 25.000 euros por escopeta, más desplazamientos, alojamiento y manutención, todo ello incompatible con un mínimo criterio de austeridad”.

En medios gubernamentales se teme que la tendencia de baja valoración de la Monarquía que se empezó a comprobar, primero entre los jóvenes, desde el inicio de este siglo, y luego generalizada, se agudice con acontecimientos como el de Botsuana. En 2006, los consultados por el CIS sobre la Corona (entre 18 y 24 años), la suspendían con un 4,77 y en 2008 con un 4,93. En el último registro demoscópico del CIS sobre la Jefatura del Estado, que data del pasado mes de octubre, registró, en el conjunto, un inédito suspenso: 4,89. “El asunto concierne al Gobierno también” indican fuentes del entorno de La Zarzuela. Efectivamente: el Rey asumió criterios más disciplinados con González y, especialmente, con Aznar, pero no así con Rodríguez Zapatero. “Rajoy a este respecto, está inédito”. Pero parece claro que si España ya tenía un grave problema con su modelo de Estado -el autonómico-, a partir de ayer -81º aniversario de la proclamación de la II República Española el 14 de abril de 1931-, el país tiene un muy serio problema con la forma de Estado, es decir, con la Monarquía parlamentaria porque la Corona ha entrado en barrena con un más que preocupante diagnóstico político y social.

http://www.elconfidencial.com/opinion/notebook/2012/04/15/historia-de-como-la-corona-ha-entrado-en-barrena-9048/

* El autor del presente artículo es un reconocido periodista monárquico de derechas, que fue director del diario ABC en los períodos 1999-2004 y 2005-2008. Por lo tanto, su opinión, sumamente crítica con la figura de Juan Carlos I, es bastante orientativa de la postura de determinados sectores del establishment, partidarios de una pronta abdicación del rey en su hijo como solución de urgencia ante la evidente crisis de la Corona.

** Chiste de Mena.

domingo, 15 de abril de 2012

La III República, contrato de Ciudadanía y Regeneración


José Luis Pitarch*


13/04/2012

El pasado está cambiando velozmente y tampoco se deja profetizar, era una expresión compleja del gran Haro Tecglen. Y aún cabe menos ser profeta, añadimos hoy, cuando han cambiado las preguntas y nadamos casi desesperadamente no ya en una feroz crisis económica y democrática  –en que los Gobiernos, los políticos, se ponen firmes y dicen “¡a la orden!” a los amos del nuevo terrorismo mundial, el terrorismo financiero-especulador–  sino en una auténtica crisis de civilización. Mas en este querido país tan histórica y políticamente atrasado, apenas sin Ilustración (las dos Repúblicas fueron intentos de ella con retraso grande, y ambas fueron fusiladas por la conspiración de “los de siempre”, epulones y terratenientes reaccionarios, eclesiásticos infieles a su evangelio, militares corrompidos por el desprecio y miedo al pueblo), en este país, decimos, y en este orden de ideas, sí tenemos una profecía incontestable: se llama III República. Tercera República tras tanta monarquía borbónica por derecho de conquista (Felipe V; el abyecto Francisco Franco y su pupilo Juan Carlos) o de golpe de estado militar (retorno de Fernando VII y su abolición de la Constitución de 1.812 de consuno con el general Elío y otros; Alfonso XII subido al golpe de Sagunto). Mas permítanme citar otra frase de un pensador como Walter Benjamin: para la Historia, nada de lo que una vez haya ocurrido ha de darse por perdido. A lo cual añadimos que el olvido está lleno de mentiras.

Tenemos señas de sobra de que la III República, si no horizonte inmediato, lo es “mediato” (al modo de un nieto respecto al abuelo). Señas cual las trapacerías del Urdangarín y su digna esposa, por más que nos relaten el cuento chino de que ella no sabía nada. O la inmensa fortuna que ha reunido Su Majestad partiendo prácticamente de cero, lo que quizá animó al yerno a decirse: yo también quiero algo, que el tambor también es tropa. O la encuesta publicada por “El País” el domingo 6-12-09 donde, a la pregunta “¿lo mejor para España es seguir siendo una monarquía parlamentaria o pasar a ser una república?”, una cuarta parte contestaron que una república. Y actualmente parece haber otras encuestas que no se publican en que los que prefieren la república son el 50% o más. Aunque  “El País” saque un editorial, también en domingo, el 4 de marzo último, lleno de fervor monárquico y exaltación de Don Juan Carlos; y aunque dicho gran diario no tenga a bien publicar una carta al director firmada por este modesto presidente de Unidad Cívica por la República poniendo algunos puntos sobre las íes de dicho recusable editorial.

Da impresión de que en La Zarzuela conocen esas últimas encuestas no publicadas y están me pregunto si muy preocupados o asustados. Quizá ya algo lo estuvieran a 24 de agosto de 2.004, con ocasión del bello Acto (al que servidor asistió invitado) conmemorativo en París del 60º aniversario de su Liberación del dominio nazi por tropas de la Division Leclerc, encabezadas por una columna de republicanos españoles en vehículos de combate que llevaban pintados emocionantes nombres como “Teruel”, “Jarama”, “Ebro”, etc. Así lo recordaba la placa que el Ayuntamiento parisino y su Alcalde Bertrand Delanoë inauguraron eses día junto al Sena con un bello discurso  del Alcalde, que seguido fue por otra infame perorata del entonces Presidente del Senado español, Javier Rojo. Y digo infame por no usar palabras mayores, pues, mientras la hermosa placa rezaba “AUX REPUBLICAINS ESPAGNOLS COMPOSANTE PRINCIPALE DE LA COLONNE DRONNE” (la columna Dronne, “la 9”, mítica Compañía mandada por el capitán Dronne) , mientras la tarjeta de invitación al Acto repetía el recuerdo y homenaje a “los republicanos españoles”, el caradura del Sr. Rojo (¿es esto la política, el pacto del PSOE con la monarquía borbónica, o qué demonios o vergüenza es?), en un discurso más bien largo, se comió todas las veces, unas quince o veinte, la palabra “republicanos”, diciendo siempre “los españoles” en vez de “los republicanos españoles”. Ladran, en fin, luego cabalgamos, o mejor, callan y mienten, luego van cuesta abajo en su intento de manipular la Historia y poner diques a la III República Española. Que, como escribe Almudena Grandes, no consiste en un sueño perdido, sino en la esperanza de un país mejor.

Porque “República”, igual en Francia de fines del siglo XVIII o en el precedente nacimiento de USA, o en España ayer y hoy, siempre significó modernidad, avance democrático, sociedad más justa, contrato de ciudadanía. Por eso en el planeta cada vez hay una monarquía menos, cual una especie en extinción, nunca una más… excepto en España  –“reserva espiritual de Occidente”, aseguraba el francofascismo– donde ya han venido ¡cuatro veces! los Borbones. A saber, los ya reseñados Felipe V, iniciador de la dinastía tras guerra civil de tres lustros; el infame Fernando VII, asesino de Riego y de nuestra primera Constitución; Alfonso XII y su “monarquía de Sagunto” (que decía mi profesor de Derecho Político don Diego Sevilla) enterradora de la I República; y Juan Carlos, nombrado digitalmente por el césar marroquí, uno y otro enterradores conjuntos de la II República, tras jurar este último monarca Borbón parvenu los Principios Fundamentales del Movimiento fascista. Aunque luego Juan Carlos, como Groucho Marx, pudiera decir: “éstos son mis principios; pero, si no le gustan, tengo otros”.

Y nos endosaron una Constitución monárquica entre cuyos “padres” estaban vigilantes comisarios fascistas como Fraga y Cisneros –que en cualquier democracia europea hubieran sido carne de cárcel como Pétain, para no decir fusilados como Laval– y alguno que jugaba con dos barajas como Herrero de Miñón. Más la vigilancia coaccionante del Ejército de Franco, síndico del atado y bien atado. Y, si no tragábamos esta “reconciliación del embudo”, no había democracia, que sobraban generales ansiosos de ocupar el sillón vacío del “caudillo”, por ejemplo los golpistas Iniesta Cano o De Santiago y Díaz de Mendívil. Incluso pusieron al Rey delante de las Cortes, representantes de la soberanía popular, algo inédito en casi dos siglos de numerosas Constituciones hispanas (también las de las dos Repúblicas situaban antes a las Cortes que a la Presidencia de la República). Además, blindaron a Juan Carlos graníticamente en el Artículo 168, igual que en el 92 (los referéndums no son vinculantes). Y le regalaron, sin control ninguno, el dinero de todos (Artículo 65).

Ante todo ello, reivindicamos la República como Regeneración y, hasta alcanzar la misma, la lucha ideológica y comunicativa, democrática y pacífica. Es una cuestión de Cultura, en cuanto sistema de referencias, en cuanto Cultura remite a Moral y Derecho, a pensamiento y acción, a Derechos Humanos y dignidad personal y colectiva. A tradición igualitaria y liberación de ataduras, servidumbres y prejuicios religiosos. Ésta es nuestra idea de Cultura Republicana, hermana de la Ilustración que nos hurtaron y por la que luchamos en la actual Crisis de Civilización. Por eso proclamamos que el fin natural de una sociedad democrática es la República, y que España está y estará en interinidad mientras no haya un referéndum vinculante Monarquía/República. Como lo hubo en Italia y Grecia tras sus dictaduras fascistas. Por eso no aceptamos que una parte de la Soberanía popular se la apropie una familia. Sin entrar a hablar de sus antepasados tan indignos como Fernando VII, Isabel II, Alfonso XIII; o de urdangarines y marichalares que reciben pingües dineros procedentes de nuestros impuestos. Sin olvidar que la monarquía hereditaria transgrede numerosos Artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que obligan al Estado español, así como de la propia Constitución Española de 1.978, en cuanto a igualdad ante la Ley. Sin aceptar el matrimonio canalla de olvido e impunidad. Y sin olvidar la formidable locución de Gonzalo Puente Ojea: la transición fue el mayor timo de la Historia de España.



viernes, 13 de abril de 2012

La extraordinaria actualidad del 14 de abril


Ahora, cuando nos imponen ajustes y recortes, cuando aniquilan los restos del Estado del Bienestar, cuando la corrupción salpica los regios salones de La Zarzuela, nosotros, ciudadanos y ciudadanas, reclamamos la necesidad de la Tercera República para España.

José Luis García Puche, Baltasar Garzón Garzón y José María García Labrac*

Ideal

13/04/2012

Un año más, y por octava vez desde la fundación de nuestra asociación, nos disponemos a celebrar el aniversario de la proclamación de la Segunda República Española. Transcurridos ya 81 años desde aquel 14 de abril de 1931, podemos recordar aquel momento con mayor perspectiva, valorando en su justa medida lo que significó para nuestro país.

La Segunda República fue, en palabras de la escritora granadina Antonina Rodrigo, “el hecho cívico más importante de la historia de España”. La sociedad española de entonces, espoleada por las consecuencias del crack de 1929 y por el agotamiento de  la Monarquía alfonsina, se arriesgó a emprender una apuesta colectiva por la democracia, instaurando el Estado Social de Derecho en medio de la algarabía y el fervor populares.

Los ciudadanos que protagonizaron aquellos hechos, los que derrocaron al rey tras unas elecciones municipales aparentemente nimias, los que tomaron nuestras calles enarbolando la bandera tricolor, consiguieron hacer valer la razón sobre la fuerza, conquistando la política para el pueblo. La alianza entre los partidos republicanos y el movimiento obrero, heredera de las grandes gestas de Riego, Pi y Margall o Pablo Iglesias, conformó una vanguardia democrática que supo aunar las inquietudes y esperanzas de la ciudadanía trabajadora, ignorada y reprimida por las élites de la Restauración.

El nuevo régimen, encabezado por las principales figuras del liberalismo progresista y sostenido por la clase obrera, se dotó pronto de una Constitución avanzada, inspirada en los principios del constitucionalismo social de la época. La Constitución de 1931 otorgaba carta de naturaleza a la España real, instituyendo la exclusividad del Estado como gestor de la cosa pública, en respuesta a las tentaciones intervencionistas de la Iglesia, la Banca o el Ejército. La República democrática de trabajadores de toda clase pretendía ser el reflejo de la voluntad popular y, por ello, el único poder legitimado para decidir sobre aquellas cuestiones que afectasen al interés general de la población.

La experiencia republicana consiguió, en apenas dos años y medio (los correspondientes al bienio social-azañista y al período del Frente Popular), remover los cimientos del país, llevando a cabo un proyecto de sociedad laica, progresista e igualitaria, fundamentado en la defensa y el amparo de los derechos de las mayorías, frente a la ferocidad de las minorías dominantes, acostumbradas durante siglos al expolio y al sometimiento de sus compatriotas.

La República del 14 de abril puso en marcha, en un tiempo récord, una serie de medidas que pretendían superar el atraso histórico español: una legislación protectora de los trabajadores, la aprobación del sufragio femenino, la racionalización de las Fuerzas Armadas, el impulso de la escuela pública, el fomento de la alfabetización, el coto a la impunidad religiosa, la reforma agraria… Se trataba, en suma, de levantar un Estado moderno, solidario, secularizado, acorde con los cambios políticos que operaban entonces en el mundo.

La contraofensiva de la vieja oligarquía monárquica no se hizo esperar. La República niña se encontró pronto con la férrea oposición de los sectores más conservadores de la sociedad española, los cuales no dudaron en utilizar todos los medios a su alcance para desestabilizarla. La Iglesia Católica demonizaba la nueva situación desde sus púlpitos, mientras la oficialidad reaccionaria alimentaba el clima golpista en los cuarteles y salas de banderas. En las zonas rurales, los caciques amedrentaban al campesinado, convirtiendo la reforma agraria en un papel mojado que no podía satisfacer sus impacientes demandas. En la trastienda, los capitanes de industria financiaban la conspiración, a la par que nacían partidos de extrema derecha, alentados por el nazismo alemán o el fascismo italiano.

El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 supuso el principio del fin de la Segunda República, obligada a defender en los campos de batalla la posibilidad misma de la democracia. Abandonada a su suerte por las potencias liberales, resistió todavía tres largos años, auxiliada por México y la Unión Soviética, respaldada por un pueblo tenaz y heroico.

La noche triste del franquismo clausuró el paréntesis republicano, sumiendo a los españoles en una pesadilla de la que todavía hoy no logramos despertarnos. La memoria de la República, y de sus partidarios, fue condenada a la más vil tergiversación, cuando no al puro y simple olvido. Aquellos titanes democráticos, aquellos hombres y mujeres que se atrevieron a asaltar los cielos, unos muertos, otros presos, algunos exiliados, los más forzados a convivir con la humillación y la represión, desaparecieron de los anales de la historia oficial.

Cuando murió el dictador, España era ya un erial del pensamiento, un territorio yermo y seco para la razón, listo para pactos y cambalaches, preparado para inaugurar una Monarquía de origen franquista, presto para la democracia de mercado, inhabilitado para la República. Había llegado la hora de la Transición, ese relato mítico y falsificado del que tanto nos ha enseñado últimamente el profesor Juan Carlos Monedero.

Ahora, cuando nos imponen ajustes y recortes, cuando aniquilan los restos del Estado del Bienestar, cuando la corrupción salpica los regios salones de La Zarzuela, nosotros, ciudadanos y ciudadanas, reclamamos la necesidad de la Tercera República para España. La Monarquía juancarlista no está sabiendo responder a los desafíos del presente, por lo que consideramos urgente articular un marco de convivencia republicano federal donde quepamos todos los españoles, la mejor solución posible para salir del pozo de la crisis.

Hoy, recordamos el 14 de abril como referente ineludible en la lucha por la democracia que está por venir.

* Los autores son miembros de la Junta Directiva provincial de Unidad Cívica Andaluza por la República en Granada (UCAR-Granada).

miércoles, 11 de abril de 2012

Esperanza tricolor


Carlos Guzmán Pérez

Diario de Noticias de Navarra

10/04/2012

Estos días se cumplen 81 años de que en 1931 se proclamara en este país la Segunda República española de forma libre, pacífica y democrática. Fue la ciudadanía española, quien ansiosa de libertad, decidió prescindir de la casposa monarquía de Alfonso XIII tras unas elecciones locales celebradas pocos días antes.

Al hablar de la II República española hay que señalar que este breve pero intenso periodo fue la última experiencia plenamente democrática vivida en este país. Desde que en 1936 los fascistas se sublevaran contra la libertad y la democracia, en este país convivimos primero con una sangrienta dictadura militar, después con una falsa democracia llamada monarquía parlamentaria, y en la actualidad combinando al heredero del dictador con una dictadura financiera en la que agentes externos reforman nuestra Constitución, imponen brutales recortes y neoliberales reformas, y llenan sus bolsillos jugando y especulando con nuestra economía.

En estos momento en los que el Gobierno del señor Rajoy ha recortado un 60% las partidas económicas vinculadas a la Memoria Histórica, es un deber de toda la ciudadanía de este país seguir reclamando verdad, justicia y reparación para todas las personas víctimas del genocidio franquista. 81 años después aún se cuentan por miles los héroes anónimos enterrados en cualquier cuneta de nuestra geografía, mientras la barbarie sigue siendo honrada en calles y en grotescos monumentos.

Los republicanos no nos contentamos con admirar y recordar el pasado, sino que día a día denunciamos lo corrupto y antidemocrático del sistema actual, a la la par que trabajamos por acercar ese sueño llamado III República. Una III República en la que todas las personas gocen de los mismos derechos y deberes y sean verdaderamente iguales ante la ley, y en la que ningún ciudadano sea discriminado por cuestión de raza, sexo, creencia o religión. Una República en la que toda la ciudadanía tenga garantizado el acceso a educación y sanidad pública, laica, gratuita y de calidad, y en la que la economía esté al servicio de la ciudadanía y no al de los mercados financieros. Una República democráticamente participativa que establezca mecanismos e instrumentos que garanticen la verdadera participación ciudadana en la vida política y que a su vez establezcan transparencia institucional. En definitiva, una III República que abandere los principios de libertad, igualdad y fraternidad, que regenere totalmente el colapsado sistema actual, y que lleve a la ciudadanía española a la vanguardia democrática.

Como todos los abriles, los republicanos seguiremos saliendo a la calle para honrar y recordar a los héroes que dieron su vida por defender la libertad, la democracia y la legitimidad de la II República, y a su vez para reclamar de una vez por todas la instauración de la plena democracia en este país.

¡Viva la República! ¡Salud y a por la III!


* Os recordamos que pasado mañana viernes, día 13 de abril, vamos a disfrutar en "El Rincón de Lorca" de nuestra VIII Cena Republicana Granadina.

Todavía estáis a tiempo de participar en el evento. Si os apetece pasar una velada agradable entre republicanos, poneros en contacto con nosotros, antes de mañana jueves a las 9 de la noche, a través de nuestra cuenta de correo electrónico (ucargranada@gmail.com) o del teléfono móvil de nuestro vicepresidente (696 910 025).

Quedamos a la espera de vuestras reservas .

Feliz 14 de abril.

Salud y República Federal.

lunes, 9 de abril de 2012

“La Iglesia tiene hoy más privilegios” (entrevista a Manuel Navarro Lamolda, vicepresidente de Europa Laica y socio de UCAR-Granada)


Álvaro Calleja


01/04/2012

Desde la azotea del carmen donde reside Manuel Navarro** se tienen unas vistas privilegiadas de la Alhambra, pero es en el despacho de su vivienda del Albaicín donde ha instalado su propia torre de vigilancia. El Observatorio del Laicismo es el laboratorio que se encarga de recopilar toda la información sobre las cuestiones que vulneran el principio del Estado laico: desde la presencia de símbolos religiosos en las escuelas a todo un rosario de asuntos que ponen de relieve la situación de privilegio de la Iglesia católica.

Nacido en Atarfe pero vinculado al barrio morisco desde hace quince años, doce de ellos como presidente de la Asociación de Vecinos del Bajo Albaicín, Manuel Navarro acaba de jubilarse después de dedicar su vida profesional al magisterio. GranadaiMedia ha querido conocer su labor como coordinador de Andalucía Laica y vicepresidente de Europa Laica, el movimiento surgido a partir de 2001 del que hoy forman parte un millar de personas.

-¿Cómo surge su interés por el laicismo?

- Mi actividad profesional ha girado fundamentalmente en torno al magisterio, de ahí surge mi interés por la renovación pedagógica y la transformación de la escuela. La presencia de la religión en la educación me llevó a posicionarme por la defensa de la escuela laica, una constante en toda mi vida profesional y en los movimientos pedagógicos a los que yo pertenecía. Llegó un momento en el que unos cuantos reflexionamos sobre la necesidad de generar una dinámica de movimiento laicista más amplio, porque nuestra actuación se limitaba hasta entonces al ámbito de la educación. La constitución formal coincide con la celebración en 2001 de un encuentro en Motril sobre el laicismo. A partir de ahí surgió Granada Laica y, a nivel estatal, Europa Laica, con una pequeña diferencia de meses.
-¿Estudió en colegios de curas?

-No. Estudié en Atarfe y luego en el Instituto Padre Suárez, aquí en Granada, lo cual no quiere decir que en mi juventud temprana no hubiese tenido una vida religiosa -digamos- intensa. Fue en la adolescencia cuando se produce mi ruptura con la Iglesia. Entonces y ahora, era una Iglesia de personas mayores, alejada de los problemas sociales.

-¿En qué consiste el Observatorio del Laicismo?

-Es una estructura que, por un lado, trata de recopilar las cuestiones que vulneran el principio del Estado laico y, al mismo tiempo, los avances que se puedan ir logrando fundamentalmente en España, pero también tenemos mucha presencia en Latinoamérica. No sólo eso. El Observatorio hace denuncias respecto a los ataques que recibe la laicidad. Es complicado porque, por parte de la administración, no existe ningún interés en que este tipo de problemas vayan soslayándose. Es verdad que hace dos años conseguimos que se modificara el reglamento de honores militares por el uso de la bandera y del himno nacional en las procesiones, pero es burlado continuamente por el Ejército. Al no haber una actitud favorable en profundizar en la aconfesionalidad del Estado, sino todo lo contrario, cualquier caso que se plantea tratan de buscarle la vuelta. Un ejemplo reciente son las procesiones de Semana Santa dentro de las escuelas. La Consejería de Educación lo plantea como que no son actividades de carácter religioso sino cultural. Y como la Semana Santa forma parte de la cultura andaluza es normal que los críos se vistan de penitentes y salgan en procesión alrededor del colegio simulando una cofradía.

-¿Se ha retrocedido más de lo que se ha avanzado?

- Se avanza en algunos terrenos, como es el proceso de secularización, pero es difícil porque hay un interés desde la propia administración en generar confusión. Se han inventado el término de la ‘laicidad positiva’, pretenden presentar al laicismo como antirreligioso y a la laicidad positiva como el multiconfesionalismo, es decir, la aceptación por parte del Estado de todas las religiones. Esto es falso en los dos casos. El laicismo no es antirreligioso, lo que busca es la libertad de conciencia de los individuos. Lo que no queremos es que la religión tenga una intromisión en el ámbito de lo público porque en definitiva lo que hace es favorecer una determinada convicción frente a otras. El asunto de la laicidad positiva, que ha derivado en un multiconfesionalismo, lo que el PSOE ha venido planteando, concediendo y habilitando espacios para otras religiones, tampoco forma parte de ese espacio público porque hay gente que no tiene ninguna confesión religiosa. Hay un 25% entre ateos, agnósticos y confesiones no propias…, un cuarto de la población está fuera de ese ámbito multiconfesional. Pero hay avances. Un ejemplo: Sólo el 32% de los contribuyentes marca la casilla de la Iglesia católica en la declaración del IRPF, cuando sociológicamente en España se dice que el 70% de la población es católica. En el tema de las clases de religión, pese a que la Iglesia está diciendo que hay un 70% de alumnos que imparte dicha asignatura, según los datos del Ministerio de Educación y del Consejo Escolar, no llega al 50%. La Iglesia está perdiendo un papel que antes era hegemónico. Otra cosa diferente es que el Estado mantenga dos principios que son básicos: el de la separación Iglesia y Estado y el de la neutralidad con respecto a cualquier convicción. Ahí no hay avance porque todavía se siguen haciendo los funerales de Estado, las autoridades van a las procesiones y actos litúrgicos, además de conceder ayudas. Las cofradías en Granada reciben este año 75.000 euros de subvención. Aquí en Granada el año pasado hubo 105 procesiones. Calculamos que, nada más que en Policía, se destina 2,5 millones de euros en horas extras.

-¿Qué opina de la propuesta para la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad a la Patrona?

-Estamos en contra de que las imágenes religiosas reciban condecoraciones o títulos como el de capitana general;  títulos reales, ya no son menciones honoríficas. El propio Tribunal Constitucional, en una de sus primeras sentencias, ya estableció que el Estado no puede generar ese tipo de confusiones al hacer suyas cuestiones que lo liguen a una determinada religión. Lo que pasa es que fue una sentencia de carácter muy genérico que luego los tribunales ordinarios no aplicaron al considerar que era una cuestión tradicional. La autoridad pública, que es de todos, no puede estar concediendo ese tipo de honores a entidades de carácter religioso. Lo mismo que cuando el alcalde va a una procesión, está generando la confusión de que es el Ayuntamiento el que está de parte de esa religión.

-¿Le consta que en Granada se utilicen los símbolos religiosos para la toma de posesión de cargos públicos?

-En el caso de Diputación, lo denunciamos. El señor Sebastián Pérez llevó una virgen. La toma de posesión de cargos públicos fue uno de los temas que estuvimos negociando con la directora general del Ministerio de Interior. Ella estaba a favor de la eliminación, le preparáramos un borrador de buenas prácticas en la administración y ella misma nos decía que estaba plenamente de acuerdo con nosotros y que además, jurídicamente, con la normativa actual, no hay por qué tener presente símbolos religiosos ni decir juro o prometo. Luego se quedó en aguas de borrajas.

-No parece entonces que España sea un Estado aconfesional…

-En absoluto. La vulneración del Estado aconfesional español es continua, pero curiosamente quienes deben velar por esa confesionalidad no lo hacen. Nosotros reclamamos la derogación o el no cumplimiento de los acuerdos con la Santa Sede, pero ningún gobierno se atreve a dar ese paso a pesar de que los acuerdos son preconstitucionales pues se negociaron y se firmaron seis días después de que se aprobara la Constitución. Tampoco en el ámbito jurídico se aplica la legalidad. Las sentencias de los tribunales no suelen apoyar los planteamientos de separación entre la Iglesia y el Estado.

-Precisamente, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, declaró que el símbolo de la cruz en los colegios era un símbolo de paz. ¿Qué opinión le merece?

-Si la crucifixión es un símbolo de paz, que venga Dios y lo vea. De hecho incluso, muchas personas recuerdan el impacto de esos crucifijos, de esos rostros doloridos… Si nos vamos al terreno de la historia, sabemos que la cruz es un símbolo que se ha utilizado en contra de otras religiones, como símbolo de imposición. No tenemos que irnos a la colonización de América. Durante la dictadura de Franco se llenaron los espacios públicos de cruces.


-Debe desaparecer del Código Penal el artículo 525 que consagra la blasfemia como un delito penal. Las personas somos objeto del respeto por las creencias que podamos tener, pero las creencias no tienen por qué ser objeto de respeto, sino que pueden ser puestas en entredicho sin que eso suponga que las personas que las tengan no se les respete. Con independencia de que alguien pueda sentirse más o menos molesto, nadie está atentando a sus creencias, simplemente pone en entredicho esas creencias de una forma que puede ser unas veces de mejor o peor gusto.

-¿Tiene hoy la Iglesia más privilegios de los que tenía antes de la Constitución?

-Nosotros creemos que sí. La base que sustenta los privilegios de la Iglesia católica es el concordato franquista y los acuerdos que se hicieron en los años 1976 y 1979. Lo curioso es que se han ido fortaleciendo fundamentalmente en el ámbito escolar, donde la escuela concertada católica está recibiendo cantidades ingentes de dinero que antes no recibía. Estamos hablando del orden de los 3.900 millones de euros en subvenciones a centros católicos, pero el propio sistema de financiación de la Iglesia católica, en lo concerniente a sueldos de los obispos y curas, que los propios acuerdos de la Santa Sede establecen que tenían que autofinanciarse pasados tres ejercicios, eso no solamente no se ha cumplido sino que el Gobierno socialista -ante una denuncia que nosotros presentamos en la Unión Europea y que obliga a la Iglesia tenga que pagar el IVA- subió la asignación del IRPF del 0,56 al 0,7 para compensar lo que la UE le estaba imponiendo. De ahí que reciban 13 millones de euros mensuales como adelanto de la liquidación del IRPF. También es verdad que ya se venía haciendo con anterioridad.

-¿A qué cuestiones debería limitarse la relación entre la Iglesia y el Estado?

-Hemos elaborado un proyecto de ley articulado para ser puesto en vigor y partimos de una concepción de separación de la Iglesia y el Estado y de la neutralidad. La relación debe ser la misma que se establezca con cualquier otra organización social. Eso sí, tal y como recoge la Ley de Asociaciones del año 2000, cualquiera que quiera dejar de permanecer a una organización, simplemente debe hacer constar su baja e incluso eliminar todos los datos de su registros. Con la Iglesia exactamente lo mismo. Lo que ocurre es que la Iglesia no se deja regir por esa norma de carácter general. No queremos que se persiga a la Iglesia ni a ninguna otra religión, simplemente que sea igual respecto a cualquier otra  asociación y que no tengan privilegios jurídicos o económicos.

-Entonces, ¿cualquiera que lo desee puede apostatar?

-Es factible, lo que ocurre es que la Iglesia pone una serie de trabas para que no puedas ejercer ese derecho. El derecho no te lo pueden quitar porque forma parte de un derecho internacional que es el derecho a la libertad religiosa. A nosotros no nos gusta hablar de libertad religiosa, atea o agnóstica, sino de libertad de religión o de conciencia. La Iglesia no puede impedirte que tú ejerzas ese derecho, pero te obstaculiza pidiéndote demasiada documentación. Lo único que dijo el Supremo es que los libros de bautismo no constituyen una base de datos y, por consiguiente, esos datos no tienen por qué ser cancelados. Se puede apostatar pero hay que seguir los pasos que han elegido ellos, por tanto es un privilegio jurídico que tienen frente a lo que es la ley normal.

-De cara a las elecciones del 25-M, ¿qué partidos introdujeron en su programa la defensa del laicismo?

-Nos consta que en el caso de IU asumió completamente las propuestas que hicimos, y en el caso de EQUO creo que también íntegramente están incorporadas. IU ya está haciendo iniciativas en el Congreso y ahora nos está ayudando con una propuesta que hemos presentado para que la Iglesia pague IBI.

-En las elecciones generales Rubalcaba planteó la posibilidad de revisar los acuerdos con la Santa Sede, ¿se sorprendió?

-Pensábamos que iba a suponer un cambio de actitud del PSOE con relación a los ataques a la laicidad del Estado. Y nos ha sorprendido porque, con posterioridad a esas declaraciones, hemos recibidos del propio Gobierno andaluz una respuesta contradictoria a un problema que le hemos planteado, como es el caso de las procesiones en los colegios. Incluso en el mismo programa político no se han incorporado ningún elemento en defensa del laicismo, solamente Izquierda Socialista ha apoyado este tipo de posiciones, sin que se haya traducido en nada en la práctica. La prueba la hemos tenido en que, durante el tiempo en el que han gobernado, no han hecho nada para avanzar en este tema. Ha sido más una cuestión electoralista, de tratar de captar votos por la parte izquierda.

Cómo participar en el movimiento laicista


** Manolo Navarro Lamolda es también socio de UCAR-Granada.