El autor investigó a los tres asesinados junto al poeta el 18 de julio de 1936
Al maestro Dióscoro Galindo le mataron por "negar la existencia de Dios"
Los banderilleros Francisco Galadí y Juan Arcollas lucharon junto a la CNT
Por Francisco Vigueras Roldán*
Soitu.es
27/10/2009
Sobre Federico García Lorca se han escrito ríos de tinta, pero sobre sus compañeros de infortunio apenas sabíamos nada. El maestro Dióscoro Galindo González y los banderilleros Francisco Galadí Melgar y Juan Arcollas Cabezas siempre habían sido personajes secundarios del drama lorquiano, casi anónimos, que nunca tuvieron una biografía propia.
Tal era el desinterés por estos personajes, que el investigador José Luis Vila San Juan cambió el nombre de Dióscoro Galindo a quien llamaba "Diósporo" e incluyó erróneamente al hijo del maestro, Antonio Galindo, entre los fusilados en Alfacar. El propio Antonio Galindo tuvo que pedirle que rectificara su error porque seguía vivo. También responde a ese desinterés el hecho de que sigan llamando "Joaquín" al segundo banderillero, cuando su verdadero nombre es Juan Arcollas Cabezas.
Ni Gerald Brenan, ni Agustín Penón, ni Claude Couffón, ni Marcail Oclair, ni Enzo Cobelli... Prácticamente ningún investigador se interesó por los personajes que compartieron verdugos y fosa con Lorca. Sólo Ian Gibson puso, por primera vez, nombre y apellidos al maestro y a los dos anarquistas-banderilleros, aportando los primeros datos sobre estos personajes, pero acabaría dejando la investigación para entregarse en cuerpo y alma a la biografía del poeta, la gran pasión de su vida. Por eso, sentí la necesidad de investigar a "los otros", continuar la investigación donde Gibson la había dejado.
El maestro cojo: fusilado por negar la existencia de Dios
Quería saber más sobre Dióscoro Galindo González, maestro de Pulianas y Santiponce, fusilado por los fascistas granadinos al comienzo de la Guerra Civil, por defender la escuela laica y popular. El hecho de que Dióscoro Galindo compartiera verdugos y fosa con Federico García Lorca lo ha convertido en un símbolo de los maestros republicanos, represaliados por el régimen de Franco. Recordemos que el magisterio fue uno de los colectivos más perseguidos por la represión franquista, ya que la República le había confiado la difícil tarea de reformar el sistema educativo en un país donde el 90% de la población era analfabeta, sobre todo en las zonas rurales.
La reforma educativa incluía las llamadas "misiones pedagógicas", que llevaban la cultura a los pueblos, y las campañas de alfabetización, en las que participó activamente Dióscoro Galindo, que incluso daba clases nocturnas a los jornaleros, cuando regresaban de las faenas del campo. Y aquí, miles de maestros como Dióscoro Galindo se toparon con la Iglesia, que utilizaba la escuela para adoctrinar a las jóvenes generaciones en la fe católica y garantizarse así el monopolio religioso del país. Resulta significativo que los franquistas condenaran a muerte a Dióscoro "por negar la existencia de Dios". Ésa fue la principal acusación que hicieron contra el maestro en su expediente de depuración, que resultó ser una auténtica farsa para justificar el crimen.
Uno de los momentos que más me afectó en mi investigación fue cuando llegó a mis manos el expediente de depuración abierto contra el maestro Dióscoro Galindo, días después de ser asesinado. Me resultó indignante ver el cinismo y la mezquindad de la Comisión Depuradora del Magisterio Nacional, presidida por el escritor falangista José María Pemán, que todavía tiene un monumento en Cádiz. Los miembros de la comisión reunieron testimonios acusadores contra Dióscoro por parte del alcalde, el cura, la Guardia Civil y algunos vecinos de Pulianas. Posteriormente, le dieron un plazo de diez días para que hiciera alegaciones en su defensa, a sabiendas de que no podía defenderse porque ya lo había matado. A continuación, le comunicaron que quedaba suspendido de empleo y sueldo, a pesar de que ya lo habían "suspendido" de la vida. No conformes con eso, le pidieron a su familia que desalojara la casa y al maestro que entregara las llaves de la escuela con inventario del material escolar. Finalmente, el Ministerio de Educación Nacional aprobó su "separación definitiva del servicio", dando por concluida la macabra farsa contra Dióscoro. Habían pasado casi cinco años desde que su cadáver fue localizado en el barranco de Víznar.
Sin embargo, recuerdo con emoción las entrevistas que hice a los antiguos alumnos de Dióscoro, abuelos octogenarios que me hablaban con auténtica veneración y respeto hacia el maestro que les había enseñado a leer y a escribir, a pensar y a ser hombres libres. Tampoco podré olvidar el momento en que Nieves García Catalán, nieta adoptiva de Dióscoro Galindo, me mostró el reloj de bolsillo del maestro republicano que guardaba como un auténtico tesoro. Siempre estaré agradecido a Nieves por su lealtad a la memoria de Dióscoro y su empeño en cumplir el último deseo de su padre, Antonio Galindo, que, antes de morir, le pidió que recuperase los restos del maestro para darles una sepultura digna. El hecho de que Dióscoro Galindo fuera cojo será, sin duda, de gran valor para los antropólogos en el proceso de identificación.
Los banderilleros anarquistas a los que olvidó el mundo taurino
En cuanto a los banderilleros Francisco Galadí Melgar y Juan Arcollas Cabezas, he tenido la suerte de contar con el testimonio de Francisco Galadí Marín, nieto del histórico anarquista, que ha sido mi principal fuente de información. He completado esta investigación con distintos trabajos sobre la historia del sindicato CNT. Tengamos en cuenta que Galadí y Cabezas han pasado a la historia como los dos banderilleros que fusilaron junto a Lorca, pero a ellos no los mataron por ser banderilleros, sino por ser anarquistas.
Eran de los llamados "hombres de acción" de la CNT-FAI, la sección más combativa del sindicato anarquista, que defendía los derechos de los trabajadores frente a una patronal despótica y prepotente, acostumbrada a incumplir la legislación laboral y que no dudó en financiar la sublevación militar contra la República. Precisamente Galadí y Cabezas organizaron la resistencia popular contra los militares golpistas en el Albaicín, que apenas duró dos días porque estaban mal armados.
Los dos anarquistas burlaron el cerco del Albaicín, pero Francisco Galadí quiso despedirse de su hijo antes de pasar a zona republicana para seguir combatiendo. Aquel encuentro se convirtió en una trampa. Un chivatazo permitió a los franquistas detenerlo, junto a su compañero inseparable Juan Arcollas Cabezas. El nieto de Galadí me dice que eran conocidos por su fervor político y por su pasión en el ruedo, y hubieran sido toreros famosos de no haber elegido el bando de los vencidos. Eran dos banderilleros de izquierdas en un mundo taurino de derechas, por eso no triunfaron en el ruedo e intentaron borrar su memoria. Eran tan populares que hasta el enterrador Manuel Castilla —'Manolillo, el comunista'— reconoció sus cadáveres cuando fue a enterrarlos en la fosa de Alfacar.
La Consejería de Justicia hace honor a su nombre
Setenta y tres años después, la Junta de Andalucía ha aceptado abrir las fosas de Alfacar a petición de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. Después de varios años de polémica, hay que decir que la Consejería de Justicia, encargada de velar por el Estado de Derecho, ha hecho honor a su nombre. La AGRMH ha puesto en marcha un proyecto arqueológico, avalado por la Universidad de Granada, que garantiza el rigor científico y la intimidad que piden todas las familias, tanto las que desean recuperar los restos de sus desaparecidos, como las que no.
También podremos confirmar si el enterrador Manuel Castilla Blanco estaba en lo cierto cuando señaló, primero a Agustín Penón y después a Ian Gibson, las fosas donde fueron enterrados Lorca, Galindo, Galadí y Cabezas. La arqueología, la antropología, la medicina forense y la genética se ponen al servicio de la Historia para documentar un crimen que conmocionó a la opinión pública internacional y se convirtió en símbolo de la represión franquista durante la Guerra Civil.
* Francisco Vigueras Roldán es miembro fundador de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica y autor del libro: 'Los "paseados" con Lorca. El maestro cojo y los dos banderilleros'.
Al maestro Dióscoro Galindo le mataron por "negar la existencia de Dios"
Los banderilleros Francisco Galadí y Juan Arcollas lucharon junto a la CNT
Por Francisco Vigueras Roldán*
Soitu.es
27/10/2009
Sobre Federico García Lorca se han escrito ríos de tinta, pero sobre sus compañeros de infortunio apenas sabíamos nada. El maestro Dióscoro Galindo González y los banderilleros Francisco Galadí Melgar y Juan Arcollas Cabezas siempre habían sido personajes secundarios del drama lorquiano, casi anónimos, que nunca tuvieron una biografía propia.
Tal era el desinterés por estos personajes, que el investigador José Luis Vila San Juan cambió el nombre de Dióscoro Galindo a quien llamaba "Diósporo" e incluyó erróneamente al hijo del maestro, Antonio Galindo, entre los fusilados en Alfacar. El propio Antonio Galindo tuvo que pedirle que rectificara su error porque seguía vivo. También responde a ese desinterés el hecho de que sigan llamando "Joaquín" al segundo banderillero, cuando su verdadero nombre es Juan Arcollas Cabezas.
Ni Gerald Brenan, ni Agustín Penón, ni Claude Couffón, ni Marcail Oclair, ni Enzo Cobelli... Prácticamente ningún investigador se interesó por los personajes que compartieron verdugos y fosa con Lorca. Sólo Ian Gibson puso, por primera vez, nombre y apellidos al maestro y a los dos anarquistas-banderilleros, aportando los primeros datos sobre estos personajes, pero acabaría dejando la investigación para entregarse en cuerpo y alma a la biografía del poeta, la gran pasión de su vida. Por eso, sentí la necesidad de investigar a "los otros", continuar la investigación donde Gibson la había dejado.
El maestro cojo: fusilado por negar la existencia de Dios
Quería saber más sobre Dióscoro Galindo González, maestro de Pulianas y Santiponce, fusilado por los fascistas granadinos al comienzo de la Guerra Civil, por defender la escuela laica y popular. El hecho de que Dióscoro Galindo compartiera verdugos y fosa con Federico García Lorca lo ha convertido en un símbolo de los maestros republicanos, represaliados por el régimen de Franco. Recordemos que el magisterio fue uno de los colectivos más perseguidos por la represión franquista, ya que la República le había confiado la difícil tarea de reformar el sistema educativo en un país donde el 90% de la población era analfabeta, sobre todo en las zonas rurales.
La reforma educativa incluía las llamadas "misiones pedagógicas", que llevaban la cultura a los pueblos, y las campañas de alfabetización, en las que participó activamente Dióscoro Galindo, que incluso daba clases nocturnas a los jornaleros, cuando regresaban de las faenas del campo. Y aquí, miles de maestros como Dióscoro Galindo se toparon con la Iglesia, que utilizaba la escuela para adoctrinar a las jóvenes generaciones en la fe católica y garantizarse así el monopolio religioso del país. Resulta significativo que los franquistas condenaran a muerte a Dióscoro "por negar la existencia de Dios". Ésa fue la principal acusación que hicieron contra el maestro en su expediente de depuración, que resultó ser una auténtica farsa para justificar el crimen.
Uno de los momentos que más me afectó en mi investigación fue cuando llegó a mis manos el expediente de depuración abierto contra el maestro Dióscoro Galindo, días después de ser asesinado. Me resultó indignante ver el cinismo y la mezquindad de la Comisión Depuradora del Magisterio Nacional, presidida por el escritor falangista José María Pemán, que todavía tiene un monumento en Cádiz. Los miembros de la comisión reunieron testimonios acusadores contra Dióscoro por parte del alcalde, el cura, la Guardia Civil y algunos vecinos de Pulianas. Posteriormente, le dieron un plazo de diez días para que hiciera alegaciones en su defensa, a sabiendas de que no podía defenderse porque ya lo había matado. A continuación, le comunicaron que quedaba suspendido de empleo y sueldo, a pesar de que ya lo habían "suspendido" de la vida. No conformes con eso, le pidieron a su familia que desalojara la casa y al maestro que entregara las llaves de la escuela con inventario del material escolar. Finalmente, el Ministerio de Educación Nacional aprobó su "separación definitiva del servicio", dando por concluida la macabra farsa contra Dióscoro. Habían pasado casi cinco años desde que su cadáver fue localizado en el barranco de Víznar.
Sin embargo, recuerdo con emoción las entrevistas que hice a los antiguos alumnos de Dióscoro, abuelos octogenarios que me hablaban con auténtica veneración y respeto hacia el maestro que les había enseñado a leer y a escribir, a pensar y a ser hombres libres. Tampoco podré olvidar el momento en que Nieves García Catalán, nieta adoptiva de Dióscoro Galindo, me mostró el reloj de bolsillo del maestro republicano que guardaba como un auténtico tesoro. Siempre estaré agradecido a Nieves por su lealtad a la memoria de Dióscoro y su empeño en cumplir el último deseo de su padre, Antonio Galindo, que, antes de morir, le pidió que recuperase los restos del maestro para darles una sepultura digna. El hecho de que Dióscoro Galindo fuera cojo será, sin duda, de gran valor para los antropólogos en el proceso de identificación.
Los banderilleros anarquistas a los que olvidó el mundo taurino
En cuanto a los banderilleros Francisco Galadí Melgar y Juan Arcollas Cabezas, he tenido la suerte de contar con el testimonio de Francisco Galadí Marín, nieto del histórico anarquista, que ha sido mi principal fuente de información. He completado esta investigación con distintos trabajos sobre la historia del sindicato CNT. Tengamos en cuenta que Galadí y Cabezas han pasado a la historia como los dos banderilleros que fusilaron junto a Lorca, pero a ellos no los mataron por ser banderilleros, sino por ser anarquistas.
Eran de los llamados "hombres de acción" de la CNT-FAI, la sección más combativa del sindicato anarquista, que defendía los derechos de los trabajadores frente a una patronal despótica y prepotente, acostumbrada a incumplir la legislación laboral y que no dudó en financiar la sublevación militar contra la República. Precisamente Galadí y Cabezas organizaron la resistencia popular contra los militares golpistas en el Albaicín, que apenas duró dos días porque estaban mal armados.
Los dos anarquistas burlaron el cerco del Albaicín, pero Francisco Galadí quiso despedirse de su hijo antes de pasar a zona republicana para seguir combatiendo. Aquel encuentro se convirtió en una trampa. Un chivatazo permitió a los franquistas detenerlo, junto a su compañero inseparable Juan Arcollas Cabezas. El nieto de Galadí me dice que eran conocidos por su fervor político y por su pasión en el ruedo, y hubieran sido toreros famosos de no haber elegido el bando de los vencidos. Eran dos banderilleros de izquierdas en un mundo taurino de derechas, por eso no triunfaron en el ruedo e intentaron borrar su memoria. Eran tan populares que hasta el enterrador Manuel Castilla —'Manolillo, el comunista'— reconoció sus cadáveres cuando fue a enterrarlos en la fosa de Alfacar.
La Consejería de Justicia hace honor a su nombre
Setenta y tres años después, la Junta de Andalucía ha aceptado abrir las fosas de Alfacar a petición de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. Después de varios años de polémica, hay que decir que la Consejería de Justicia, encargada de velar por el Estado de Derecho, ha hecho honor a su nombre. La AGRMH ha puesto en marcha un proyecto arqueológico, avalado por la Universidad de Granada, que garantiza el rigor científico y la intimidad que piden todas las familias, tanto las que desean recuperar los restos de sus desaparecidos, como las que no.
También podremos confirmar si el enterrador Manuel Castilla Blanco estaba en lo cierto cuando señaló, primero a Agustín Penón y después a Ian Gibson, las fosas donde fueron enterrados Lorca, Galindo, Galadí y Cabezas. La arqueología, la antropología, la medicina forense y la genética se ponen al servicio de la Historia para documentar un crimen que conmocionó a la opinión pública internacional y se convirtió en símbolo de la represión franquista durante la Guerra Civil.
* Francisco Vigueras Roldán es miembro fundador de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica y autor del libro: 'Los "paseados" con Lorca. El maestro cojo y los dos banderilleros'.
1 comentario:
El nombre del banderillero anarquista Arcollas Cabezas no era Juan, sino Joaquín. Entre los investigadores se cita incorrectamente escrito el nomnbre de la francesa Marcelle Auclair. Además de Ian Gibson, también Eduardo Castro (miembro fundador igualmente de la AGRMH) citaba ya en su libro "Muerte en Granada: las tragedia de Federico García Lorca", publicado en 1975, los nombres y las circunstancias de la muerte de los paseados junto al poeta, como consta en el propio prólogo del libro de Francisco Vigueras.
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