Es una verdad comunmente aceptada que estamos viviendo tiempos nuevos, llenos de desafios desconocidos ante los cuales tenemos que aplicar soluciones inéditas. La crisis política y económica, la degradación medioambiental, el rápido incremento de los hambrientos y pobres, la cada vez más agudizada desigualdad entre seres humanos, la falta de valores en la cultura hegemónica, etc. poseen características claramente diferenciadas de otros momentos históricos. Y, sin embargo, no deja de sonar en mi mente, a modo de ondas que rebotan y rebotan, aquella famosa frase del Eclesiastés: nada nuevo bajo el sol. ¿Tan genuinas y únicas son las curcunstancias actuales?
Buscando alguna respuesta, dándole vueltas a mi cabeza, encuentro perdido entre varios tomos de mi librería, un viejo ejemplar de El Contrato Social, de Rousseau. No, no es una lectura fácil, y no era mi intención ponerme a consagrar toda mi tarde a su estudio. Pero, quiera la casualidad o no, había un par de marcas, puestas en otro momento, que parecían estar esperando a que alguien pasase por ahí. Abro la primera, y hallo un pasaje subrayado a lápiz en el que dice que “(la aristocracia) es el orden mejor y más natural aquel por el cual los más sabios gobiernan a la multitud, cuando se está seguro que la gobiernan en provecho de ella y no para bien propio” y más tarde “exige algunas virtudes (…) la moderación en los ricos y la conformidad en los pobres”. Con gran perplejidad, continúo pasando las páginas, hasta llegar a la segunda marca. Cito textualmente: “Tan pronto como el servicio público deja de ser el principal asunto de los ciudadanos y prefieren servir con su bolsillo a hacerlo con su persona, el Estado se halla próximo a su ruina. (…) A fuerza de pereza y de dinero consiguen tener soldados para avasallar a la patria y representantes para venderla” y a continuación “El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña: lo es solamente durante la elección de los miembros del Parlamento: tan pronto como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es nada. El uso que hace de su libertad en los cortos momentos que la disfruta es tal, que bien merece perderla.”.
Con una sonrisa, no dejan de invadirme los múltiples paralelismos y similitudes con el presente, y al re-encontrarme con el pensamiento roussoniano noto que ese legado intelectual, que vertebra y dignifica a nuestro discurso republicano de hoy, que llena las calles del Mundo con profunda indignación y rabia, es más actual que nunca.
http://mastempranoquetarde.wordpress.com/2011/12/04/actualidad-del-contrato-social/
* Rafael Martínez de la Ossa Sáenz-López es médico interno residente y socio de UCAR-Granada.
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