Francisco Vigueras Roldán
Granada Hoy
20/07/2011
"Llegó la hora que tanto temíamos los dos. Únicamente lamento que esta gentuza no lo hubiera hecho antes para haberte evitado tanto sufrimiento como has padecido en estos dos últimos años, porque estaba convencido que yo no tenía salvación, porque un socialista honrado no puede convivir con estos canallas y han tenido que recurrir a todo lo que tu personalmente presenciaste el día que fui juzgado para justificar este crimen que cometen. Sé que tú estás convencida de que doy mi vida por defender un ideal, un ideal noble que aspira a la transformación de esta sociedad tan injusta y que defendía con más ardor por el bienestar de nuestras hijas".
Es la dramática carta de despedida que un preso republicano escribió desde la cárcel a su mujer el 4 de febrero de 1941, antes de ser ejecutado por los franquistas. Hacía casi dos años que habían ganado la guerra, pero seguían fusilando. No hubo piedad ni clemencia para los vencidos. Lo que hicieron no fue provocado por un arrebato momentáneo, movidos por la ira, sino una campaña de exterminio del adversario, fríamente calculada. El abogado José María Bérriz, que simpatizaba con los golpistas, lo deja claro en una carta infame, recuperada por Titos Martínez: "El ejército quiere extirpar la raíz de la mala planta que se comía a España. Y creo que lo va a conseguir. Funcionan día y noche los Juzgados Militares y las penas son severísimas…Siguen los fusilamientos, directivos de los sindicatos y dirigentes, maestros y mediquillos de pueblo caen por docenas. La ciudad animada".
Efectivamente, en la tapia del cementerio de Granada estuvieron fusilando durante 20 años. Desde el 21 de julio de 1936, cuando Ángel González Rosaen se convirtió en la primera víctima, hasta 1956, con el guerrillero Ricardo Beneyto, último en ser ejecutado. Para entonces, ya habían pasado por aquel muro del terror casi 4.000 republicanos. Si bien es cierto que los primeros meses del 36 fueron los más sanguinarios y agosto, con 572 víctimas, el peor de todos, una auténtica locura. En un día eran capaces de acabar con la vida de 40 presos y ni se inmutaban. La escritora norteamericana Helen Nicholson, que se alojaba cerca del cementerio, en el Hotel Washington Irving, fue testigo de la barbarie y la describió así: "Durante un tiempo se habían venido incrementando las ejecuciones a una velocidad que escandalizaba y disgustaba a todas las personas sensatas. El portero del cementerio, que tenía una humilde familia de 23 hijos, le suplicó a mi yerno que le encontrara algún lugar donde pudiera vivir su esposa y los doce hijos más jóvenes que tenía aún en casa. Su hogar, situado en las mismas puertas del cementerio, se había hecho insoportable para ellos. No podían evitar oír los disparos y a veces otros sonidos - los gritos y alaridos de los moribundos-, que se habían convertido en la peor de las pesadillas".
Las fosas comunes fueron profanadas durante la dictadura o sepultadas bajo bloques de nichos para impedir la recuperación de los restos. Sin embargo, los franquistas caídos en combate sí están dignamente enterrados en el Patio de Santiago, con epitafios que incumplen la Ley de Memoria Histórica: "Murió como cristiano y valiente, peleando contra los enemigos de Dios y de la Patria".
Hoy sólo disponemos de un paño de tapia, de gran valor simbólico para las familias de las víctimas, que aún conserva los impactos de bala y algunos grafitos como UHP (Unión de Hermanos Proletarios). Estas marcas han sido analizadas por especialistas de la Universidad de Granada y constituyen la principal prueba de aquel trágico suceso. Había otra tapia en la que también fusilaban, pero las obras de los nuevos tanatorios, en los años noventa, eliminaron los grafitos e impactos de bala. Y en estos momentos, el Partido Popular intenta borrar de nuevo la Memoria de nuestros padres y abuelos, que perdieron la vida en la tapia por lealtad al orden democrático y constitucional. Tres veces ha arrancado la placa en homenaje a las víctimas y ahora pretende derribar la última tapia, con la excusa de hacer una ampliación del cementerio.
Afortunadamente, la única tapia que nos queda estará en breve protegida por la Junta de Andalucía con la declaración de "lugar de memoria", por lo que exigimos respeto para la placa que esta tarde volveremos a colocar: "A las víctimas del franquismo, fusiladas por defender la legalidad democrática de la República". Este año, el homenaje será especialmente significativo, ya que se cumple el 80 aniversario del sueño republicano (1931-2011), comprometido con la justicia social, la igualdad y la libertad.
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