01/10/2011
Cuando en España llovían piedras hubo una serie de ciudadanos que aguantaron la tormenta. La resistencia contra el franquismo la llevaron a cabo los de dentro y los de fuera, los que luchaban en la vanguardia y en la retaguardia, los de cerca y los de lejos, los radicales y los moderados, pero los que se enfrentaron a cuerpo descubierto merecen un reconocimiento especial. Cuando digo que Nadie pudo con ellos me refiero a los trabajadores, sindicalistas, universitarios, estudiantes, curas obreros, abogados… que llevaron a cabo manifestaciones movilizaciones populares, huelgas, protestas, encierros y estuvieron siempre dispuestos a perder todo lo que tenían a cambio de defender su dignidad.
Muchos se jugaron la vida por solidaridad, para defender a los más débiles, y la perdieron, como en el caso de Julián Grimau, Enrique Ruano, los abogados laboralistas de Atocha, los fusilados de septiembre de 1975 y tantas otras víctimas de la dictadura. Todos ellos aparecen en este libro, que es sólo la crónica de una época oscura y triste de la que conviene acordarse en tiempos difíciles como los que vivimos. Es necesario recordar que hubo españoles que lucharon por la libertad, a pesar de que algunos intentan reducir la historia con trazo grueso concluyendo que el dictador se murió en la cama.
Y también porque la mejor manera de recuperar la memoria histórica es recoger los testimonios directos de las personas que la vivieron. Si he elegido a Josefina Samper, la viuda de Marcelino Camacho, como hilo conductor de esta crónica histórica es precisamente porque habla de lo que vivió en primera persona, momentos inolvidables de los sesenta años que vivió junto al líder sindical, con absoluta espontaneidad y sin manipulaciones interesadas. Una mujer luchadora, como muchas más, comprometida políticamente desde muy niña.
La familia Camacho fue un ejemplo de resistencia y dignidad. Recibieron golpes físicos, morales y políticos, pero se mantuvieron en pie. Habrá quien les reproche su ideología o sus errores políticos, pero nadie les niega su valor, su fuerza de voluntad, su capacidad de ser solidarios y, en definitiva, su honestidad.
Marcelino Camacho murió, sin doblegarse y sin someterse, a los 92 años y pertenece a esa clase de héroes humildes que luchan pacíficamente, resisten y no ganan. Me interesan más que los vencedores o los que ganan batallas. La curiosidad por estas personas que son capaces de soportar torturas, cárcel, penurias, privaciones, fracasos y a pesar de la adversidad, nadie les aparta de su esforzada lucha cotidiana, es lo que me llevó a escribir estas páginas en las que me pregunto ¿De qué pasta están hechos estos héroes que no buscan recompensa, ni premios, ni cargos, ni medallas, ni estatuas, ni homenajes? ¿Por qué aguantan más que el resto?
Aunque yo doy por satisfechas muchas de mis curiosidades, quizá el lector no encuentre una explicación definitiva, pero sí, me dicen algunos, que deja abierta otra pregunta llena de esperanza. En el epílogo del libro dejo constancia de que existe una generación que aún no está perdida, sino a tiempo y con ganas de buscar alternativas. Han tomado las calles para provocar una insurrección pacífica contra el fatalismo de sólo hay una salida: la que quieren imponernos globalmente desde los grandes centros de poder. Si en tiempos más difíciles, ellos pudieron resistir contra la dictadura. ¿No vamos a poder los demás frenar los excesos de los codiciosos?
http://www.cronicapopular.es/?p=1523
* Antecede estas líneas el prólogo de Nadie pudo con ellos, el último libro de la periodista Nativel Preciado, dedicado a la memoria de los luchadores antifranquistas y centrado en la experiencia de vida de Josefina Samper Rosas, compañera y esposa durante tantas décadas del mítico líder obrero Marcelino Camacho Abad.
* La fotografía que ilustra el texto es obra del reportero Germán Gallego y retrata una escena cotidiana del matrimonio Samper-Camacho en la cocina de su antiguo piso del madrileño barrio de Carabanchel. Fue titulada como Héroes que no buscan recompensa, ni premios.
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